Bajo el título general de Rimas o, a veces, Cancionero,
se reúnen las poesías líricas de Dante que no figuran en la Vida nueva ni
en el Convivio. Estas no fueron recopiladas por el poeta sino por los
exegetas de la obra dantesca, que las ordenaron de varias maneras, teniendo
especialmente en cuenta los motivos de inspiración o tratando de respetar la
probable sucesión cronológica de su composición.
Obviamente, esto ha dado
lugar a un sinfín de problemas a la filología y a la erudición dantesca. Muchas
de estas poesías corresponden a las actitudes y al lenguaje del dolce stil
novo, y algunas se inspiran ciertamente en Beatriz. Se trata probablemente
de composiciones que quedaron excluidas de la Vida nueva por no
adecuarse a su arquitectura unitaria. En efecto, poseen un sabor más realista
que se opone a los lineamientos espirituales de esa obra. No pocas entre ellas
se remontan a las experiencias vitales y artísticas del poeta en el mismo
período al que se refiere la Vida Nueva, y tal vez están dirigidas a la
primera y a la segunda mujer de la "pantalla" (detrás de las cuales
pretendía Dante ocultar su verdadero amor por Beatriz —en el místico librito—,
aunque el calor de los versos hace sospechar algo mucho más concreto,
naturalmente sublimado y transfigurado al penetrar en los dominios de la
milagrosa criatura) o a la "mujer gentil" que por un momento
distrae al poeta —siempre en la Vida nueva— de su casta adoración por
Beatriz, y que tiene ulteriores desarrollos en el Convivio.
Las composiciones en que se mencionan los nombres
de Pioretta, Violetta y Lisetta las que evocan escenas festivas ("Ladrar
de jaurías míe cazadores azuzan") o esculpen una reunión de jóvenes
("Vi de mujeres muy gentil brigada") o pintan de vagos colores un
gracioso sueño de evasión ("Guido, quisiera que tú y Lapo y yo") o
aquellas con que Dante escribe o contesta a amigos poetas, aluden todas al
ámbito florentino del stilnovismo y nos revelan a un Dante no muy diverso del
de la Vida nueva, pero más adherido a la realidad y menos preocupado en
místicos raptos.
Una imagen sorprendentemente distinta
del poeta nos proporcionan los tres sonetos dirigidos a Porese Donati, así como
los tres que éste le envió como respuesta. La disputa rimada alcanza tonos tan
groseros y se rebaja a tales ofensas, que los críticos han dudado mucho tiempo
acerca de su autenticidad, aunque tal vez sólo se trate de una broma
consentida.
Un rostro más
duro, airado y apasionado —que parece preludiar ciertas vigorosas actitudes de
la Comedia— nos descubren las rimas que Dante escribió para una mujer
que llama, quizá simbólicamente por su dureza, Pietra (piedra). Las rimas
petrosas (dos canciones y dos sextinas) se cuentan entre las poesías más
ardientes y sensuales del poeta, y expresan una experiencia totalmente
opuesta a la de la Vida nueva.
La mujer "angelizada", de cuerpo casi
evanescente tras un etéreo velo espiritual, cede lugar a una criatura seductora
y perversa, que Dante mira con febril deseo. Al mismo tiempo, los delicados y
suspirosos tonos del dolce stil novo desaparecen dentro de un lenguaje
rudo y concreto, áspero y violento. El que lea la más famosa de las rimas
petrosas, la canción "De igual modo en mi hablar quiero ser
áspero", advertirá qué experiencias de vida y de técnica poética va
descubriendo Dante y se preparará para comprender mejor los cantos del Infierno
y de algunos episodios de otros cánticos. Se conectan al Convivio algunos
poemas alegóricos y doctrinales que ensalzan la ciencia y la filosofía, pero
que, por lo refractario de la materia, nada agregan a la gloria poética de
Dante.
FUENTE:CEAL, Capítulo Universal- La Historia de la Literatura Mundial Nº 8
/101, Buenos Aires, 1970.