Ricardo Piglia
Ideología y ficción en Borges
A los antepasados de mi sangre y a los antepasados de mis sueños he exaltado y cantado.
Jorge Luis Borges
1. Los dos linajes
Hay una ficción que acompaña y sostiene la ficción borgeana: se trata de un relato fracturado, disperso, en el que Borges construye la historia de su escritura. Formado por una multitud de fragmentos, escrito en la obra, perdido en ella, este relato es un lugar de cruce y de condensación. En un sentido pareciera que esa es la única historia que Borges ha querido narrar, sin terminar nunca de hacerlo, pero también, habría que decir sin dejar nunca de hacerlo: la ha disimulado y diseminado a lo largo de su obra, con esa astucia para falsificar que le es característica y a la que todos hemos convenido en llamar su estilo.
Núcleo que ordena sus textos más allá de la variedad de registros y de lemas que los diferencian, no es anterior a la obra sino su resultado, pero a la vez es un modo de definir las condiciones que, según Borges, la han hecho posible y la justifican. Ficción del origen, se narra allí el acceso a las propiedades que hacen posible la escritura: sin embargo no se trata (como en Arlt) de un relato de aprendizaje, sino más bien de una especie particular a la que podríamos llamar narración genealógica. El rastreo de los ancestros tiene aquí un papel decisivo: la sucesión de antepasados y descendientes constituye un índice onomástico que repite la estructura de un árbol genealógico.
La escritura de Borges se construye en el movimiento de reconocerse en un linaje doble. Por un lado los antepasados familiares, "los mayores", los fundadores, los guerreros, el linaje de sangre. "Esta vana madeja de calles que repiten los pretéritos nombres de mi sangre: Laprida, Cabrera, Soler, Suárez. Nombres en que retumban (ya secretas) las dianas, las repúblicas, los caballos y las mañanas, las fechas, las victorias, las muertes militares". Por otro lado la investigación de los antepasados literarios, los precursores, los modelos, el reconocimiento de los nombres que organizan el linaje literario. "Todo lo que yo he escrito está en Poe, Stevenson, Wells, Chesterton y algún otro". La escritura de Borges reconstruye su estirpe y esa reconstrucción abre dos líneas conectadas formalmente sobre el modelo de las relaciones familiares,
La coherencia de esa construcción es tal que no debemos ver ahí un secreto que la crítica tendría que descifrar, sino las marcas visibles de una interpretación ideológica que el mismo Borges se da para definir a la vez su lugar en la sociedad y su relación con la literatura. La cultura y la clase se vinculan con el nacimiento, y el origen es la clave de todas las determinaciones: en Borges las relaciones de parentezco son metafóricas de todas las demás.
En definitiva, ese doble linaje que cruza y divide su obra se ordena sobre la base de una relación imaginaria con su núcleo familiar. La tradición de los antepasados se encarna y la ideología adquiere la forma de un mito personal. Así esa ficción que intentamos reconstruir demuestra ser a la vez social (porque es una concepción de clase la que se expresa ahí) e individual (porque en su enunciación no puede separarse de la posición del sujeto que reordena y da forma al material ideológico).
Los mayores, los modelos, los escritores y los héroes están representados para Borges (literalmente y en todos los sentidos) en la relación con sus padres. "Mi madre, Leonor Acevedo, proviene de una vieja familia, de vieja ascendencia argentina" escribe Borges en Autobiographical Essay que sirve de prólogo a una edición norteamericana de sus relatos y agrega: "Una tradición literaria corre por la familia de mi padre". Apoyada en la diferencia de los sexos, la familia se divide en dos linajes, habría que decir que es forzada a encarnar los dos lina- [4]† jes: la rama materna, de "buena familia argentina", descendiente de fundadores y de conquistadores ("Tengo ascendencia de los primeros españoles que llegaron aquí. Soy descendiente de Juan de Garay y de Irala"), de guerreros y de héroes. La rama paterna, de tradición intelectual, ligada a la literatura y a la cultura inglesa ("Todo el lado inglés de la familia fueron pastores protestantes, doctores en letras, uno de ellos fue amigo personal de Keats").
Por supuesto esa construcción no tiene nada que ver con la verdad de una autobiografía,[1] es más bien la reelaboración retrospectiva de ciertos datos biográficos que son forzados a encarnar un sistema de diferencias y de oposiciones. Apoyándose en las diferencias culturales y sociales entre el padre y la madre. Borges ordena a partir de ellos una interpretación ideológica.
En el interior de esa relación se sitúan, en cada caso, la riqueza y la pobreza, el saber y la ignorancia, el linaje y la cultura. Lo que está en un lado, falta en el otro: la contradicción, la diferencia y el desplazamiento son la clave de la construcción. Así, si la familia materna aparece ornamentada con los emblemas de la jerarquía social, la familia paterna queda asociada con la carencia de tradición ("Nada sé de mis antepasados portugueses, los Borges"). A su vez, si la rama paterna sostiene los prestigios del saber y de la cultura, la familia materna se verá desposeída ("Cuando se es de familia criolla, o puramente española, entonces, por lo general, no se es intelectual. Lo veo en la familia de mi madre, los Acevedo: son de una ignorancia inconcebible").
Esta ficción familiar es una interpretación de la cultura argentina: esas dos líneas son las dos líneas que, según Borges, han definido nuestra cultura desde su origen. O mejor: esta ficción fija en el origen y en el núcleo familiar un conjunto de contradicciones que son históricas y que han sido definidas como esenciales por una tradición ideológica que se remonta a Sarmiento.
Así podemos registrar, antes de analizarlas en detalle, las contradicciones entre las armas y las letras, entre lo criollo y lo europeo, entre el linaje y el mérito, entre el coraje y la cultura. En última instancia estas oposiciones no hacen más que reproducir la fórmula básica con que esa tradición ideológica ha pensado la historia y la cultura argentina bajo la máscara dramática de la lucha entre civilización y barbarie. Es esta oposición ideológica la que es obligada, en Borges, a tomar la forma de una tradición familiar. La ficción de ese doble linaje le permite integrar todas las diferencias haciendo resaltar a la vez el carácter antagónico de las contradicciones pero también su armonía. El único punto de encuentro de ese sistema de oposiciones es, por supuesto, el mismo Borges, o mejor, los textos de Borges.
En "la discordia de sus dos linajes" la obra se inscribe en una doble filiación que Borges resume al definirse (en el prólogo a uno de sus primeros libros. El idioma de los argentinos, 1928) como "enciclopédico y montonero". El culto al coraje y el culto a los libros que dividen su obra a la vez temática y formalmente no son otra cosa que la transcripción de ese antagonismo.
2. Heráldica y herencia
Esta ficción es un mito de origen: mito sobre el origen de la escritura, esto es, reflexión sobre las propiedades que la han hecho posible. Ese doble linaje asegura, en verdad, un doble sistema de sucesión. En el pasado familiar se acumulan los bienes, los valores que la obra debe reproducir y conservar. Cruce de sucesiones y de reconocimientos, de donaciones y de deudas, Borges recibe de sus antepasados las posesiones que respaldan su escritura.
Por un lado se abre paso una heráldica heroica que permite ubicarse a la vez en la historia y en la sociedad Los antepasados, los mayores, son los héroes, los guerreros que han hecho la historia. Cadena de nombres gloriosos, la familia que aparece como productora de héroes, en realidad es la que hace la historia. El culto a los mayores define a la novela familiar como historia de la patria. "La historia de mi familia (dice Borges) finalmente tan vinculada con la historia de este país". La historia argentina es una historia familiar y esta proximidad asegura una herencia épica y da derechos sobre el pasado.
Historia de una familia de héroes que hicieron la patria, este pasado está presente y se conserva en la memoria de la madre: 'Tu memoria (le escribe en la dedicatoria de las Obras Completas) y en ella la memoria de tus mayores". El pasado nacional se conserva bajo la forma de una leyenda familiar. Lo que Borges llama "la tradición oral de mi casa" atesora y transmite la historia de la gloria y de las hazañas de los mayores.
En última instancia, la leyenda familiar es un modo de apropiarse de la historia: en esa tradición oral, en "esa tácita voz que desde lo antiguo de la sangre me llega", la historia pertenece a la familia.[2]
En definitiva esta acumulación ideal de propiedades heroicas en el nombre de los antepasados no es más que el complemento solemne de la apropiación real de los bienes materiales que los han definido históricamente como clase. Afirmada en el pasado épico, en el culto al coraje, la [5] leyenda de los antepasados se descubre simultáneamente como una historia de sus valores morales y de sus propiedades materiales. "Una amistad hicieron mis abuelos con estas lejanías. Fueron soldados y estancieros". La tradición familiar se reconstruye y la estirpe decide, sobre todo, la condición social. "Como tanto argentino soy nieto y hasta bisnieto de estancieros" escribe Borges ya en 1926 (El tamaño de mi esperanza).
En última instancia para Borges la leyenda familiar es la historia argentina vivida como biografía de clase.
Si por un lado Borges aparece como el heredero de una memoria, de una leyenda, de una historia de clase, la ficción familiar que podríamos llamar paterna abre otra genealogía fantástica, la cadena de los héroes y los antepasados literarios, "el censo heterogéneo de autores", funda otro linaje y convierte a la historia de la literatura en una saga familiar. Para ubicarse en esa tradición el modelo sigue siendo el parentesco y el mismo Borges se ocupa de señalar que su sentimiento de familiaridad con De Quincey en el plano espiritual es similar al que siente por I. Suárez† en el linaje de sangre. Esta consanguinidad "espiritual" lo convierte en el descendiente de otra estirpe, ordenada esta vez sobre una alianza que tiene al idioma inglés como base de la relación; Wells, Chesterton, De Quincey, Conrad, Wilde, Stevenson, Kipling, esta serie se asimila, por analogía, con "todo el lado inglés de mi familia". Esta estirpe supone al mismo tiempo una suerte de destierro lingüístico; la diferencia entre los dos linajes se transforma en la oposición entre dos lenguas. Pero a la vez el bilingüismo vuelve a redefinir el núcleo familiar. "Mi padre ejerció mayor influencia sobre mí que mi madre porque fue a causa de él que yo aprendí el inglés".
Para que esta inscripción adquiera toda su legalidad le será preciso construir —también aquí, pero con más detalle, o mejor, con una minuciosidad que delata su hechura— una fábula biográfica. La literatura en realidad es vivida como una herencia transmitida por el padre. Para probarlo la ficción del origen adquiere todo su extraño dramatismo y se condensa en una escena que sin duda podemos llamar original. "Yo era todavía un chico pero sentía que mi destino era un destino literario. Mi padre siempre había deseado ser un hombre de letras y lo fue de manera parcial. Y como mi padre había querido ser un escritor, quedó más o menos sobreentendido que yo debía cumplir ese destino". Se podría decir que en la ilusión de ese pacto con el padre arranca la historia de la escritura borgeana. Pacto sobreentendido, cumple la función de un oráculo: enlazada con la herencia y el destino la escritura aparece como una promesa, o mejor, como una deuda. Borges debe escribir por el padre y en su nombre. Escribir por el padre, esto es, en lugar de él, pero también gracias a él, a lo que le ha legado. El espacio simbólico de esa donación es la biblioteca paterna "de ilimitados libros ingleses". Espacio de acumulación, la biblioteca paterna es la literatura como la memoria materna es el lugar de la historia. Ámbito del aprendizaje y de la iniciación ("Más que una escuela me ha educado una biblioteca, la de mi padre") en el espacio saturado de la biblioteca, la cultura se convierte en herencia familiar.
La cultura y la clase se vinculan con la herencia y el linaje: ese es el núcleo básico de la ideología en Borges. Esto es, ese núcleo básico, que adquiere la forma de un mito familiar, define los rasgos permanentes de la concepción que tiene Borges de su posición en la sociedad y de las con- [6] diciones de producción de su literatura.
La obra de Borges trabaja y se desarrolla en el interior de esta ideología: encuentra allí el ámbito para representar e integrar todas las contradicciones. Es fundamental, antes que nada, tener en cuenta que esta forma ideológica no debe ser confundida con las opiniones políticas de Borges. Las determina, pero contradictoriamente, y mientras estas opiniones políticas cambian y Borges pasó del yrigoyenismo a cierta forma nativa del fascismo, los elementos básicos de esa construcción se mantienen y se los encuentra a lo largo de toda su producción. Fundada en el pasado de sangre y en la estirpe, en el origen y en el culto a los mayores, esta ideología refleja, antes que nada, las contradicciones de su inserción en la sociedad; transcribe en un lenguaje específico un contenido social particular y a la vez expresa una oposición central entre conciencia de clase y situación social. Sobre ese eje se abren las contradicciones que el mito familiar viene a ordenar; lo que debemos retener es el hecho clave y específico de que Borges nunca excluye los contrarios, sino que los mantiene y los integra como elementos constitutivos de su escritura. Para decirlo de otro modo: veremos que Borges cambia de lugar los elementos que componen ese material ideológico, valorándolos de manera distinta en distintos momentos, pero conservando siempre los términos y el contenido de la contradicción. A partir de ahí se pueden analizar los cambios, los cortes y la evolución de la obra de Borges y también su insistencia en las estructuras especulares, la equivalencia, la identificación de los contrarios, el oxímoron, el quiasmo, la doble negación. "El desarrollo histórico no suprime esas contradicciones (escribía un filósofo alemán que amaba a Hegel) lo que hace es crear la forma en que pueden desenvolverse. No existe otro procedimiento para resolver las verdaderas contradicciones". Digamos que vemos ahí una ley para analizar las relaciones entre ideología y literatura en Borges (y no solo en Borges). Esto supone, primero, determinar el modo en que la literatura construye una forma para tratar de resolverlas.
Hemos dicho que en ese doble linaje Borges encuentra el ámbito donde se integran todos los antagonismos; pero con esto el análisis no hace más que comenzar. Debemos estudiar qué forma literaria hace posible integrar ese conjunto de contradicciones, o mejor, analizar de qué modo la transformación de ese material ideológico determina las particularidades de su escritura de ficción. La memoria y la biblioteca representan las propiedades a partir de las cuales se escribe, pero esos dos espacios de acumulación son, a la vez, el lugar mismo de la ficción en Borges. Así, esa herencia doble no solo convierte la diferencia entre los dos linajes en el condensador de todas las oposiciones ideológicas, sino que también las define formalmente. Son dos sistemas de relato, dos maneras de manejar la ficción. Heredero contradictorio de una doble estirpe, esas dos ramas dividen formalmente a la obra. Por un lado aparecen una serie de textos afirmados en la voz, en el relato oral en cierta ética del habla, en la historia, en la memoria, en el culto al coraje, en el no saber, y que tienen al duelo (es decir en Borges, la relación entre el nombre y la muerte) como estructura fundamental; por otro lado, otra serte de textos afirmados en la lectura, en la traducción, en la biblioteca, en el culto a los libros, en el saber, en la parodia, y que tienen al apócrifo (es decir, la relación entre nombre y propiedad) como estructura fundamental. Habrá que estudiar ahora los cruces, las relaciones, los intercambios, analizar cómo, en esa oposición, Borges reescribe la historia familiar y al mismo tiempo la degrada, esto es, ver cómo la escritura de ficción de Borges se constituye, justamente, en el proceso de transformar esa ideología básica.
En: Punto de Vista. Año 2, N°5. Buenos Aires, 1979. 3-6.
(Reeditado en: Ficciones Argentinas: antología de lecturas críticas. Grupo de investigación de literatura argentina de la UBA, compilador. Norma, Buenos Aires, 2004. 33-42)
Digitalizado por JB.
* Este trabajo es un capítulo de un libro sobre Arlt y Borges, en preparación.
† Los números entre corchetes intercalados en el texto indican comienzo de página en el original (Nota del digitalizador).
[1] Tampoco debe pensarse que esta ficción está construida como una novela familiar en el sentido que este concepto tiene en la obra de Freud. Es la ideología la que dicta hache los desplazamientos que tienden a representar en las dos ramas una diferencia que las excede Hablamos por lo tanto de otro sistema de determinación y de un sujeto que no es el del psicoanálisis; frente a la estructura del inconsciente la crítica solo puede ser tautológica. esto es. encuentra siempre eso que se supone que está.
[2] En esto Borges no hace más que repetir el sistema de legitimidad de una tradición historiográfica que se inicia con V. F. López. "La tradición oral es la fuente histórica más genuina", señalaba López. Y J. L. Busaniche acota: "De donde resultaría que todas las generaciones de argentinos amantes de la historia de su patria estarían atados a la tradición oral de los deudos de coroneles y generales".
† Posible referencia al Cnel. Manuel Isidoro Suárez, su bisabuelo materno, vencedor de la Batalla de Junín al frente de la caballería peruana y colombiana. También puede referirse al abuelo materno, homónimo del anterior, que luchó en Cepeda y Pavón por el bando de Buenos Aires.
No hay comentarios:
Publicar un comentario