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26 de mayo de 2019

LAS LEYENDAS Leyenda indígena: La conquista del fuego (anónimo)


LAS LEYENDAS
Leyenda indígena: La conquista del fuego (anónimo)

     Cuando la ciencia todavía no existía, el hombre atribuía el origen de los distintos elementos o fenómenos de la naturaleza a la intervención de los dioses o de seres sobrenaturales. Así nacieron las leyendas, narraciones que dan una explica­ción fabulosa o sobrenatural acerca del origen de algo: animales, plantas, lugares, costumbres, fenómenos naturales, etcétera.
Las leyendas son relatos popu­lares, conocidos por toda una comunidad, que se transmiten oralmente. Algunas veces, las leyendas reproducen esta forma de transmisión al utilizar expresiones como: "Dicen que...", "Se cuenta..." o "Cuentan que...". Por este motivo, las leyendas son anónimas, es decir, se desconoce su autor. Además, como cada persona que transmite una leyenda le agrega di­ferentes detalles o situaciones, existen distintas versiones de una misma historia.

El lugar y el tiempo: en las leyendas, en general, no se especifica el lugar geográfico donde ocurren los hechos, aun­que pueden mencionarse algunas características del paisaje.  Tampoco se señala exactamente la época en que esos hechos transcurren. Sin embargo, sabemos que estas historias suceden en un tiempo lejano.
Los personajes de las leyendas pueden ser per­sonas, animales, plantas o cualquier elemento de la naturaleza. En muchas leyendas, los personajes sufren alguna transformación extraordinaria, que suele ser el origen de lo que se pretende explicar. Por ejemplo, el origen de algún pájaro puede sur­gir a partir de la transformación fabulosa de un hombre o una mujer.

Lo voz del narrador: En las leyendas -como en los cuentos- hay una "voz" que relata los hechos. Es la voz del narrador, el cual pertenece al plano de la ficción, por lo tan­to, no debe ser confundido con el autor, que es la persona real que crea y escribe la historia.
Existen diferentes tipos de narrador:
Protagonista: relata en primera persona los hechos que a él mismo le suceden y
en los que participa.
Testigo: cuenta en primera o tercera persona sólo lo que ve y oye. Da testimonio sobre los acontecimientos que les ocurren a otros
Omnisciente: relata, generalmente, en tercera persona. No participa de los hechos que narra  (no es un personaje de la historia). Sabe lo que hacen, sienten y piensan  los personajes y lo que va a pasar o lo que ha sucedido antes en la historia.

 La siguiente es una leyenda indígena:

La conquista del fuego (anónimo)

       Cuentan que en tiempos remotos, cuando los hombres entendían el len­guaje de los animales y el astuto coyote gris era un buen amigo del indio, sucedió esta historia...
En una tribu de aborígenes vivía un muchacho de piernas ágiles y ro­bustas y de mirada penetrante. Durante los largos y tibios días de verano, el joven indio recorría los bosques, subía a los picos de las montañas y cruzaba los ríos junto con su inseparable coyote. Pero al llegar el invierno, el muchacho se refugiaba con su gente en el fondo oscuro de las cavernas, huyendo de la nieve y del frío enemigo.
Cada invierno, el joven piel roja miraba, pensativo, la angustia de su pueblo, miserable e indefenso bajo el cielo helado. Un día le dijo al coyote:
-Tú no sientes los cuchillos del frío porque tienes la piel gruesa y cubierta de pelos; pero mi gente tiembla y muere de frío. Dime, ¿qué podría yo hacer para que mi pueblo no sufra tanto?
-Yo sé lo que tienes que hacer, pero es muy peligroso -contestó el animal.
 -Dímelo. Yo puedo hacerlo todo, aun lo imposible.
-Tendrás que ir a la montaña del fuego a recoger un poco de lumbre y traér­sela a tu pueblo.
-Pero, ¿qué es el fuego, qué es la lumbre? -preguntó el muchacho.
-El fuego es hermoso como una flor roja, pero no es una flor; corre por en­tre la hierba y la devora como si fuese una bestia, pero no es una bestia; es fe­roz y cruel y, sin embargo, si se le hace una cama entre piedras y se le entre­gan ramas de árbol para alimentarlo, es un hermano bueno que acaricia el ai­re, las cosas y a los hombres con grandes y brillantes lenguas calientes. Si con­sigues traerlo, tu pueblo podrá tener el calor guardado, como si tuviera en su poder un pedazo de sol.
-Si es verdad lo que dices, yo traeré ese fuego. Ayúdame –dijo el muchacho.
Antes de partir, el indio fue a pedir a los ancianos de la tribu cien jóve­nes fuertes y de pies ligeros para que lo acompañaran. Después, guiados por el coyote, todos iniciaron la marcha hacia la montaña del fuego. La montaña era tan alta que llegaba hasta las nubes y tenía, en la cima, algo que aparecía una gran sombrilla de humo espeso. Cuando llegaron al pie de la montaña, el buen coyote le dijo al muchacho:
-Espérame aquí y mantente alerta. Voy a traerte un pedazo de lumbre de la cima. Como llegaré rendido, tú deberás seguir corriendo, porque los espíritus del fuego te perseguirán para atraparte.
El coyote comenzó a subir por la ladera de la montaña, escondiéndose detrás de las piedras. Sin embargo, los espíritus del fuego lo descubrieron; pero al ver­lo tan flacucho y sucio, creyeron que era inofensivo. Cuando llegó la noche, mientras los espíritus danzaban entre inmensas llamas, el astuto coyote se apo­deró de una gran rama encendida y huyó con ella rápidamente, montaña aba­jo. Las llamas corrieron tras él con ruido de furiosas fieras. El joven indio vio que el coyote descendía en la noche, como una estrella fugaz que huye en el cie­lo. Los espíritus del fuego lo seguían como un río de lumbres.

Se acercaba la chispa brillante... ¡Se acerca!... ¡Ya llega!... Allí está. El valiente animal cae al suelo, anhelante, sin fuerzas. El muchacho recoge rá­pidamente la rama encendida y corre desesperadamente.
Los espíritus del fuego, convertidos en llamas, lo persiguen. Pero el mu­chacho, veloz como una flecha, llega al primer corredor, que aguarda con la mano en alto para recibir la antorcha. Así, la rama encendida pasa de mano en mano, sin detenerse. Los espíritus del fuego persiguen, furiosos, la llama que desaparece detrás de las montañas de nieve, que ya no pueden franquear... La luz siguió suspendida en el aire. Era amarilla y bella en el día, como un trozo de sol; era maravillosamente roja en la noche.
La rama encendida llegó hasta el último hombre y de él a la tribu. Allí, en medio de la caverna, le hicieron una cama de piedras y la alimentaron, amorosamente, con ramas secas. Desde entonces, la gente de la tribu nunca más tembló ni se murió de frío. Desde entonces, el noble muchacho indio fue conocido como el valeroso conquistador del fuego. Desde entonces, el coyote lleva en su pelaje la marca de su acción generosa: conserva en sus flancos la piel amarillenta, tostada por el fuego, como recuerdo de su hazaña.

Leyenda indígena

Actividades: extraer información e interpretar el texto

1) ¿Por qué los aborígenes sufrían en el invierno? ¿Quién propone una solución para este problema? ¿En qué consiste?
2) ¿Qué es, en realidad, "la montaña del fuego"?
3)  ¿De qué manera los hombres de la tribu logran "guardar" el fuego?
4)  ¿Qué cambio se produce en el pelaje del coyote? ¿Por qué?
5)  La leyenda que leíste explica: a) el origen del volcán – b)  la conquista y adquisición del fuego por parte de hombres - c) el origen de la luz.
6)  ¿Qué tipo de narrador presenta el texto?
7)  ¿Quién es el autor de la leyenda leída?
8)  Para pensar: en la actualidad ¿cómo conocemos cuál es el origen del fuego? Ayuda: Si leés la siguiente definición: “El fuego es una manifestación térmica (calor) y luminosa (luz) producida por la combustión (reacción química por la cual una o más sustancias se convierten en otras de características diferentes)”, ¿quién pudo haber producido  un enunciado con estas características?



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