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29 de enero de 2020

Comentario analítico: El siglo de las luces de Alejo Carpentier


Alejo Carpentier vivió marcado por la historia latinoamericana del siglo xx:bla dictadura de Gerardo Machado en su país, que a causa de su actividad política lo llevó a prisión; la Revolución cubana, a la que adhirió y apoyó con sus proyectos culturales; los gobiernos de facto que, durante los años setenta, intentaban perpetuarse en otros territorios del continente. Por esa razón, las revueltas sociales y las revoluciones políticas están fuertemente presentes en sus obras.

El poder creador de la historia
Durante un viaje a París, en una escala for­zosa que lo detuvo en la isla de Guadalupe, Carpentier oyó hablar por primera vez de Víc­tor Hugues, un discípulo de Robespierre que había sembrado el germen de la Revolución francesa en el Caribe:
Creí encontrar una gran identidad entre las preocupaciones de aquella época (el siglo XVIII) y las de los hombres de este siglo. En los últi­mos años del XVIII se hablaba de las mismas cosas que hablaban los hombres jóvenes entre las dos guerras mundiales. Hablaban de la ne­cesidad de una revolución que renovara total­mente la sociedad. Clamaban por libertades y deberes que serían los mismos que anhelaban los jóvenes de mi generación.
Las luces del siglo
El siglo de las luces, novela que Carpen­tier publicó en 1962, es una ficción inspira­da en un hecho real ocurrido en Guadalupe. Los acontecimientos narrados abarcan aproxi­madamente veinticinco años entre el final del siglo XVIII y principios del XIX. En la nove­la, el autor expone los sucesos de la Revolu­ción francesa de 1789 desde aquella isla de las Antillas, ubicada a miles de kilómetros de Europa.
La novela de Carpentier presenta dos tra­mas que se cruzan en forma permanente. La primera sigue los avatares de una familia cu­bana perteneciente a la burguesía local en los comienzos de su decadencia. Al morir el padre —un comerciante de La Habana— Sofía, Car­los y su primo Esteban conocen a Víctor Hu­gues, personaje de ficción basado en el real. Este último es el protagonista de la otra tra­ma, la histórica, la que describe el lapso de tiempo entre los sucesos previos a la Revolu­ción francesa y los hechos que precedieron a la independencia de las naciones latinoame­ricanas. Los jóvenes encuentran en Víctor la protección de la que carecían, y él los introdu­ce en el conocimiento de un mundo que se va transformando, abierto a la modernización y preparado para el cambio revolucionario. Jun­to a él, ellos también empiezan a cambiar: Car­los deja atrás la adolescencia y puede hacerse cargo del almacén de la familia; Sofía descu­bre que ya es una mujer, y que reniega del fu­turo que su padre y la sociedad le reservaban; Esteban se acerca a la filosofía y a la acción revolucionaria.
La novela termina con una nota del autor en la que reflexiona sobre la existencia histórica de Víctor Hugues: este ha sido ignorado por la  historia de la Revolución francesa, por lo que Carpentier cree necesario hacer algunas aclara­ciones. Una de ellas se relaciona con la muerte del marsellés, ya que un descendiente directo le cuenta que su tumba se halla en algún lugar cerca de Cayena. Pero lo que más lo sorpren­de es encontrar —luego de haber terminado de escribir la novela— un documento que incluye “una asombrosa revelación: Víctor Hugues fue amado fielmente, durante años, por una her­mosa cubana que [...] se llamaba Sofía”.
A través de un estilo artísticamente sofis­ticado, barroco, con abundancia de signos de puntuación, frases largas e imágenes recarga­das de estímulos para los sentidos, El siglo de las luces presenta una sucesión de estampas del mar Caribe como telón de fondo de los hechos históricos narrados. Este procedimiento llevó a que muchos críticos señalaran la proximi­dad de la novela con un espectáculo de ópe­ra, en tanto cada sentido debe captar informa­ción simultánea: distintos escenarios; tonos y modulaciones del lenguaje; sentimientos de los protagonistas; hechos históricos evocados y referencias pictóricas que completan el sen­tido del texto. Tal es el caso de las frases que pertenecen a Goya y encabezan muchos de los apartados de la novela, como “Siempre suce­de” o “Estragos de la guerra”, que aparecen en la serie de dibujos que el pintor español hizo sobre las luchas de su país contra la invasión napoleónica. De manera simétrica, el autor ilustra las ideas expuestas en su relato con re­ferencias pictóricas contemporáneas a la épo­ca de la historia narrada.
Carpentier dejó sus anhelos de ser músico para estudiar arquitectura y los estudios uni­versitarios para dedicarse a escribir: periodismo primero y, finalmente, literatura. Su escritura, que sintetiza los discursos de todas las disci­plinas que lo ocuparon y preocuparon, cons­tituye—ha indicado también la crítica— un medio para percibir y captar la pluralidad de lo americano.
Fuente: Literatura V- Una perspectiva realista fantástica- Huellas,  Ed. Estrada, Buenos Aires, 2015


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