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2 de febrero de 2020

POESÍA POPULAR ESPAÑOLA: EL ROMANCERO






En el siglo VIII, algunos pueblos islámicos se expandieron hacia la península ibérica, he­cho que significó el ingreso de la cultura árabe en España. Se inició, a continuación, un extenso período conocido como Reconquista cristiana, que culminó con la caída de Granada en 1492. Durante este tiempo, surgieron y se consolida­ron los diferentes reinos cristianos. El más po­deroso de ellos fue el de Castilla, cuya lengua, el castellano, se impuso sobre las demás. En cas­tellano fue escrito, en el siglo XII, el Poema de Mío Cid, considerado una obra fundamental de la literatura española. También fue la lengua en la que se originó, alrededor del año 1300, una nue­va forma poética narrativa: el romance.
Los romances son poemas breves compues­tos por un número indefinido de versos octo­sílabos, con rima asonante en los pares, y los impares libres. Como es un género que aún hoy persiste, sus temas han ido variando con el tiempo. En un comienzo, los romances eran considerados propios de “gentes de baja y ser­vil condición”, sin embargo, ya en el siglo XVI se habían vuelto muy populares en las cortes. Prueba de ello son las recopilaciones llamadas Cancioneros o Romanceros, como el Cancionero de Romances de 1547 o el Romancero General de 1600. A este conjunto de composiciones anó­nimas, se lo denomina romancero viejo. Los romances escritos a partir del siglo XVI por au­tores como Lope de Vega, Quevedo o Cervantes se conocen como romances nuevos o artísticos. Poetas románticos y contemporáneos —José Zorrilla, Antonio Machado, Miguel de Unamuno y Federico García Lorca— también han cul­tivado esta forma poética.
Existen, por lo menos, tres teorías que inten­tan explicar la génesis de los romances. La teoría tradicionalista sugiere que su origen radica en unas cantinelas lírico -narrativas de autor anó­nimo que la transmisión oral ha ido modifican­do. La teoría individualista, en cambio, propone que fueron escritos por los clérigos, poseedores de una amplia cultura. La teoría neotradicionalista de Ramón Menéndez Pidal, intenta con­ciliar las dos anteriores. Sostiene, por un lado, que los romances tendrían su origen en fragmen­tos de los cantares de gesta que los juglares canta­ban en las cortes y en las plazas plebeyas y, luego, eran repetidos por el pueblo hasta que se trans­formaban en composiciones independien­tes: los romances épico-tradicionales. Por otro lado, propone un origen ligado a la actividad de los juglares, que serían los verdaderos auto­res de los poemas y que se habrían diluido en el anonimato.


ROMANCERO GITANO, ENTRE OTROS TEXTOS


Poblado de imágenes de cuchillos y lunas, de hombres valientes y mujeres de cabello ne­gro, de besos, de toros y de sangre, el Romancero Gitano (1928), de Federico García Lorca, recrea el mundo de los gitanos de Andalucía mediante un lirismo acentuado que retoma la forma narrativa del romance. Además de la métrica propia de este género, Lorca conserva algunos de sus recursos tradicionales, como el comienzo in media res, los finales abiertos y los diálogos en estilo directo.
Los temas que este romancero recorre son el amor; la muerte y la libertad, como sucede en “La casada infiel", poema en el que se tematiza el amor apasionado y clandestino. Allí, las referencias al agua y a los caballos funcionan como metáforas de esa pasión: “Y que yo me la llevé al río / creyendo que era mozuela / pero tenía marido. / [...] Aquella noche corrí / el me­jor de los caminos, / montado en potra de nácar / sin bridas y sin estribos".

Fuente: Literatura V- Una perspectiva realista fantástica- Huellas,  Ed. Estrada, Buenos Aires, 2015

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