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23 de marzo de 2022

Análisis de EL PRINCIPITO de Antoine de Saint-Exupéry

 

La historia del piloto cuyo avión sufre una avería que le posibilita el encuentro con el pequeño príncipe comienza con una dedicatoria. Y León Werth –como mencionamos anteriormente- es su destinatario. Detengámonos en algunos detalles de su vida y en la relación que lo unió con el autor de El Principito. León Werth (1878-1955) fue escritor, periodista y crítico de arte francés. En el año 1931 conoció a Antoine y, aunque disentían ideológicamente, pronto se hicieron amigos. El Principito fue escrito en 1943; por entonces Antoine se encontraba lejos de la guerra, en Nueva York, pero en Francia habían quedado muchos de sus amigos, quienes padecían las consecuencias del enfrentamiento bélico y el avance de los nazis sobre Francia.

Entre esos amigos se encontraba León, instalado en Jura, una aldea montañosa vecina a Suiza. Allí estaba solo y, como afirma la dedicatoria, pasaba hambre y frío. Su soledad, su frío y su hambre eran las consecuencias de la guerra. A pesar de esta condición que haría meritorio el homenaje, Saint-Exupéry pide disculpas por no dedicar su libro a los niños, por ello reformula luego su dedicatoria y decide con ella rendir homenaje a su amigo, pero cuando aún no se había convertido en un adulto.

Si pensamos en el desamparo en el que la guerra sume a un hombre, tal vez podamos concluir que esa situación lo equipara con una criatura desprotegida; la violencia ejercida del hombre contra el hombre, el miedo ante la cercanía de la muerte, la falta de sustento y otras circunstancias que la guerra genera hacen que un adulto pueda asemejarse a un niño de corta edad.

"Por favor, dibújame un cordero"

Luego de la dedicatoria a su amigo, se inicia la novela, y la diferencia entre el mundo de los niños y el mundo de los adultos continúa manifestándose en las primeras páginas de La obra. El mensaje que subyace se repite: la ingenuidad que caracteriza la infancia se topa  de continuo con la incomprensión que pareciera dominar entre las personas mayores. Este hecho se evidencia en la anécdota acerca de los dibujos que el narrador afirma haber realizado a los seis años y las interpretaciones que de ellos hacían los adultos. Esos dibujos, así como otros que ilustran la obra, fueron hechos por el mismo Antaine, quien en 1919, y por poco más de un año, cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de parís. Pero además las imágenes llevan implícita la añoranza de la niñez, que está siempre presente en el argumento de la novela y en la vida del autor. El padre de Antoine murió cuando él tenía cuatro años. Este hecho hizo que su familia se trasladara a la propiedad de una tía en Saint Maurice- de-Rémens, y luego junto a su abuela materna a una casa en el Var.

Estos años fueron siempre recordados como un tiempo feliz por el autor y, en ocasiones, él mismo manifestó-siendo un adulto- su nostalgia por aquellas vivencias de cuando era un niño.

En la trama de la obra, la aparición del principito dará sentido a los dibujos  del narrador o, mejor dicho, permitirá arrojar otra mirada sobre aquello que los trazos muestran. El principito es capaz de ver más allá, puede descubrir y enriquecer con su mirada particular el entorno que lo rodea. Pero además de descifrar los trazos de cuando el piloto era un niño, el principito pedirá que le dibuje un cordero. Este animal está ligado al lugar donde vive: el asteroide B 612. En ese pequeño planeta solo habitan él, una rosa, algunos volcanes y los peligrosos baobabs. El cordero debe ser pequeño y, además, debe haber algún modo de proteger a su rosa de él. De estas dificultades se irán ocupando el aviador y su nuevo amigo mientras se desarrolla la historia. Pero así como los dibujos eran interpretados de diverso modo por el niño y por los adultos, también una  literaria puede ser objeto de múltiples lecturas. El Principito no escapa a este hecho. La novela ha sido objeto de diversas interpretaciones y muchas preguntas intentan aún hoy arrojar luz sobre la historia: ¿es una obra escrita para un público adulto o infantil? ¿Qué representa la rosa que el principito cuida en su planeta? ¿Quién es el zorro? ¿Y los habitantes de los otros asteroides? Intentemos aclarar estas cuestiones.

La estructura de una búsqueda

Desde el inicio de la obra, el principito emprende la búsqueda de un amigo. Veamos a continuación cómo se estructura la novela y de qué modo podemos justificar la afirmación anterior con la historia que se nos cuenta.

La obra se divide en veintisiete capítulos sin título pero numerados, que pueden agruparse del siguiente modo:

·         Capítulo I: afición del narrador por el  dibujo y reflexión acerca de su relación con los adultos.

·         Capítulos II a IX. Encuentro con el principito y narración de su historia.

·         Capítulos X a XV. Salida del principito de su planeta y encuentro con otros personajes.

·         Capítulos XVI a XXIII. Vivencias del principito en la Tierra.

·         Capítulos XXIV a XXVII. Relación del aviador con el principito. Regreso del principito a su planeta.

 En el capítulo II, al encontrarse con el aviador y pedirle que le dibuje un cordero, el principito inicia la narración de su historia: ha llegado a la Tierra proveniente de un asteroide pequeño como una casa, pero antes de llegar a nuestro planeta ha recorrido otros, y en cada uno ha conocido a un personaje distinto: un rey, un vanidoso, un bebedor, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo anciano. Cada uno de ellos encama un valor, ya sea negativo o positivo, y sus historias llevan al principito a reflexionar sobre la condición humana. Con ninguno de estos personajes -que como se ve en el esquema precedente aparecen en los capítulos x a xv- el principito logra entablar una amistad, por ello prosigue su camino; una vez que ha caído en la Tierra, se interroga: "¿Dónde están los hombres?( ... ) Se está un poco solo en el desierto ...’ Para responder esta pregunta aparece una serpiente que le advierte· "También se está solo entre los hombres". Así, otros personajes, tales corno una flor, le van advirtiendo acerca de la soledad en la Tierra, a pesar de la existencia de los hombres, hasta que finalmente se encuentra con el zorro.

La sabiduría del zorro

En el capítulo XXI -que se incluye dentro del apartado en el que se narran las experiencias del principito en la Tierra- aparece el personaje del zorro. Cuando pensamos en un texto literario que tiene por personaje a este animal, solemos pensar en el astuto estereotipo de las fábulas infantiles que actúa siempre premeditadamente y para su propio beneficio. Pero el zorro de El Principito se aparta de esta imagen. Se trata de un zorro pequeño, llamado fénec o feneco, que habita en los desiertos y que se cree pudo haber sido visto por el autor durante su servicio corno piloto de correo en África, en cercanías de la frontera con el Sahara Occidental.

Este zorro, y en esto sí se asemeja al protagonista de las fábulas, aparece personificado. Recordemos que una personificación es el recurso por el cual se le dan atributos de persona a un objeto inanimado o, como en este caso, a un animal. El zorro creado por Antoine habla , siente y reflexiona tal como lo haría un ser humano. Lo mismo sucede en la novela de Saint-Exupéry con otros personajes, como la rosa o la serpiente. Todos ellos se incorporan a la narración corno si fueran seres humanos. Pero retomando la figura del zorro, diremos que es el ser en quien el principito sabrá reconocer a un verdadero amigo y, a su vez, descubrir el auténtico sentido de la amistad. El zorro le enseñará el valor del otro, y también los riesgos que una relación de amistad conlleva: la compañía, el reconocimiento del otro, la posible lejanía y la nostalgia por el recuerdo de aquel que está lejos, tal vez como lo estaba León Werth mientras el autor escribía la novela que le está dedicada. Pero, además, a partir del encuentro con el zorro, el principito podrá resignificar otros episodios de su vida; así, la posesión de la rosa que habita en el asteroide B 612 y el cuidado que ella requiere transformarán la visión que el personaje tenía sobre ella: ya no será más una entre otras miles de rosas que conociera en la Tierra, será su rosa, y ello la hará única aunque existan otras.

A partir de las enseñanzas del zorro, la importancia y el valor de su rosa traerá aparejada la responsabilidad. En esta actitud, el personaje cifra su anhelo por retornar al pequeño asteroide: debe volver a él, es responsable por lo que allí ha dejado. La rosa puede estar en peligro, los baobabs pueden destruir el planeta, los volcanes tal vez vuelvan a entrar en erupción. Una vez más la ficción se cruza con la vida de Antaine quien se mantuvo exiliado de su país, que, al igual que el asteroide, también estaba en peligro; en el caso de Francia, por estar bajo el dominio de la Alemania nazi. El autor sentía el anhelo y la responsabilidad de volver a cumplir sus servicios como piloto, misión que -como dijimos cumplió y le costó la vida.

Las voces de la narración

Desde el comienzo y hasta el capítulo IX, la novela está narrada en primera persona protagonista. Quien relata los hechos es el personaje que los ha vivenciado: el aviador. Leemos, por ejemplo:

"Necesité mucho tiempo para comprender de dónde venía. El principito, quien me hacía muchas preguntas, nunca parecía escuchar las mías".

A partir del capítulo x y hasta el XXIII, aparece un narrador omnisciente. Recordemos que este tipo de narrador relata los hechos empleando una tercera persona y es capaz de dar cuenta de aquello que los personajes piensan o sienten, incluso de predecir aquello que les sucederá en el futuro: "Las personas grandes son bien extrañas', se dijo a sí mismo el principito durante el viaje".

El relato del narrador omnisciente comienza con la visita del principito a los distintos asteroides y finaliza con la historia del mercader que vende píldoras para acabar con la sed.

La posibilidad de hallar agua da pie a que nuevamente sea el piloto accidentado en medio del desierto quien retome la narración en primera persona (narrador protagonista) a partir del capítulo XXIV.

Debemos recordar aquí que la teoría literaria sostiene que el autor no es nunca el narrador. El autor es la persona real que escribió el texto y que crea tanto a sus personajes como al narrador, es decir, la voz que cuenta los hechos que conforman el relato. En algunas ocasiones, tal como venimos diciendo respecto de El Principito, el texto creado por el autor, sus personajes y las vivencias que el narrador cuenta pueden tener alguna similitud con la vida del escritor.

En esta novela, en aquellos apartados en los que el narrador emplea la primera persona protagonista, el autor logra hacerse presente en la novela como si fuera uno de los personajes, da entidad ficticia a su persona. Se produce así un cruce entre la ficción y la realidad.

De este modo, los capítulos en los que se emplea el narrador protagonista son aquellos en los que el aviador está presente y mantiene un diálogo con el principito; mientras que el empleo del narrador omnisciente se da en aquellos capítulos en los que se narran las experiencias  del principito antes de llegar a la Tierra y conocer, tras el accidente de su avión, al piloto.

Los caprichos de una rosa

A esta altura, podemos preguntarnos qué motivó al principito a recorrer otros planetas para llegar, finalmente, a la Tierra. Como vimos, en el pequeño asteroide en el que el personaje vivía hay volcanes que deshollinar, semillas de baobabs que pueden transformarse en peligrosos árboles, y una rosa. Esa rosa fue, precisamente, el motivo por el cual el principito decidió abandonar su hogar.

La rosa, que al igual que el zorro aparece personificada, posee entre otras cualidades el ser pretenciosa y orgullosa; demanda constantemente distintos cuidados por parte del principito y, en ocasiones, él sabe que le ha mentido. Esto hace que el pequeño hombrecito decida partir, pero luego de las enseñanzas del zorro recapacita sobre su decisión de abandonarla y confiesa: "Debería haber percibido su ternura detrás de sus pobres artimañas. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero era demasiado joven para saber cómo amarla". Por esta y otras apreciaciones acerca de la flor, muchos han querido ver en su composición a Consuelo Suncín, la esposa de Antoine, con quien vivió una relación en ocasiones conflictiva. Al respecto, el mismo Antoine ha confesado que no podía escribir ni vivir sin Consuelo; pero que también ella era la culpable de sus huidas tal como le sucede a su personaje.

Unos años después de la desaparición del escritor, Consuelo describió su vida junto a Antoine en Memorias de la rosa, aludiendo a sí misma como aquella rosa que habitaba el asteroide B 612 . En cierta ocasión, Saint-Exupéry le había escrito: "Sabes que la rosa eres tú. Quizá no he sabido cuidarte, pero siempre te he encontrado bonita".

El hecho de que la rosa tosiera y Consuelo fuera asmática, o que hubiera nacido en El Salvador, en una región de volcanes, semejante al planeta habitado por el principito, son otros datos que han contribuido a asociar al célebre personaje de Antoine con su esposa.

Pero si tenemos en cuenta el análisis de algunos elementos de la novela a partir del contexto histórico del autor, podríamos señalar algunas correspondencias entre el personaje de la rosa y Francia. Antoine decide abandonar su país, tal como el principito lo hace con la rosa. La decisión del autor se funda en las medidas que el gobierno francés había tomado respecto de la ocupación alemana -recordemos el armisticio por el cual el mariscal Pétain permite el avance de los nazis sobre una región de su país-. Ante este hecho, Antoine decide marchar a Estados Unidos y abandona su país, pero sabe que Francia está en peligro y decide volver, tal como lo hace el principito.

Para Antoine, el regreso a su patria estará relacionado con su misión como piloto, mientras que su personaje deberá buscar la ayuda de un ser muy particular para poder retomar a su asteroide. Ese ser particular será la serpiente.

Las alternativas de la serpiente

La serpiente es un símbolo muy importante en diversas tradiciones culturales y religiones, y en cada una de ellas presenta características peculiares. En la tradición cristiana, la serpiente es identificada con el diablo y es quien tienta a Adán y Eva a probar el fruto prohibido e iniciarse en el conocimiento del bien y del mal, lo cual supone perder la inocencia con la que vivían en el Paraíso; dejan de ser ingenuos o puros.

En la vida del hombre sucede acaso lo mismo: abandona la inocencia de la infancia para adentrarse en la vida adulta, comienza a tener uso de razón, es capaz de discernir, y ello le posibilita elegir.

La serpiente lleva a nuestro personaje a esta acción: el pequeño príncipe deberá elegir. La serpiente va a ofrecerle al personaje la posibilidad de volver a su planeta y recuperar su rosa, pero a cambio deberá realizar un sacrificio que conducirá la novela a su final. En ese final, el personaje se reencuentra con el aviador para ya despedirse de él.

Un compromiso con toda la humanidad

Al finalizar la narración han pasado seis años ya desde la partida del pequeño hombrecito a su asteroide, pero a pesar del tiempo transcurrido, su imagen y sus palabras continúan presentes en la vida del narrador. En la suerte corrida por el principito, cifra el aviador su alegría o su tristeza, tal vez porque el pequeño hombrecito dio un mensaje de alerta para asumir la responsabilidad de vivir corno se debe con los otros, y él mismo es un otro por quien velar y a quien cuidar a pesar de la distancia.

Esta responsabilidad implícita en la relación con otro ser humano se evidencia en el siguiente fragmento escrito también por Antoine, pasaje en el que algunos críticos han querido ver el germen de la creación de su personaje. Cuenta el autor que, mientras viajaba en un tren, se sentó frente a una pareja de campesinos que llevaban un niño dormido; al verle el rostro, el autor expresa: "¡Qué cara adorable! Una fruta de oro había nacido de estos dos campesinos. ( ... )

Esta es la cara de un músico, me dije. ( . .. ) Esta es una vida llena de promesas hermosas. Los pequeños príncipes de las leyendas no son diferentes a este. Protegido, resguardado, cultivado, ¿en qué no se podría convertir este niño? Cuando por una mutación una nueva rosa nace en un jardín, todos los jardineros se regocijan. Aíslan a la rosa, la cuidan, la acogen. Pero no hay un jardinero para los hombres. Este pequeño Mozart será formado como el resto por la máquina estampadora. ( ... ) Este pequeño Mozart está condenado".

Antoine nos advierte acerca de la responsabilidad que tenemos hacia los otros, nos alerta sobre la importancia que tiene en la vida de un ser humano que alguien se ocupe de él y lo cuide, más aún si se trata de un niño, porque en él anida un hombre futuro, lleno de potencialidades que deberían poder desarrollarse en un medio adecuado.

Hay una correspondencia entre ese niño de cabellos rubios y la imagen del principito, pero además existe una relación mucho más profunda entre las palabras del autor y su personaje. Los cuidados que un jardinero dispensa a una rosa son aquellos que los hombres necesitan, las preocupaciones del principito por su rosa son aquellas que deberían desvelarnos  en el cuidado de un ser humano. Tal vez toda la humanidad necesitaba, a los ojos de Antoine, un pequeño príncipe jardinero que velara día y noche por ella, que prodigara los cuidados necesarios para salvarla de las agresiones externas y, aun estando muy lejos, fuera capaz de sonreírle desde una estrella.

FUENTE: AA.VV., Estación Mandioca Ediciones, Buenos Aires, 2014.

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