“Lejana” y Bestiario de Julio Cortázar
Bestiario es el título del libro de cuentos de Cortázar en el que está incluido
el cuento “Lejana”. En la literatura medieval, los bestiarios eran una serie de
relatos en los que se incluían descripciones e imágenes de animales reales y
fantásticos. En los relatos que pueblan los bestiarios medievales, suelen
aparecer seres de naturaleza ambigua, cuyos cuerpos son invadidos por fuerzas
extrañas y demoníacas. En las imágenes se mostraban, por ejemplo, cuerpos
humanos con cola de león o cuernos de cabra, así como también lenguas bífidas
de serpientes en rostros de seres angelicales. Esos relatos no despertaban admiración,
sino que provocaban temor, ya que en esos seres monstruosos se sugería la
presencia oculta del mal.
Cortázar evocó el género en
su Bestiario, y los
cuentos que lo conforman están protagonizados por seres que tienen una cara
visible y otra oculta.
Según algunos críticos,
estos personajes están sumergidos “en un laberinto en cuyo centro finca la
propia monstruosidad a la que están irremediablemente condenados”.
En “Lejana”, lo oculto se
plantea en varios planos. En primer lugar, el texto aparece estructurado como
si fuese un diario íntimo, narrado en primera persona, hasta el último párrafo,
en que abandona esa forma para presentar a un narrador en tercera persona. El
cambio de narrador refuerza la idea de dualidad que atraviesa todo el relato.
Además la presencia lúdica del comienzo del relato, cuando la protagonista juega
con las palabras armando y desarmando sentidos y posibilidades con los
anagramas y palíndromos, sugiere de entrada una desestructuración de lo
establecido, una ruptura y experimentación con las palabras y sus múltiples
significados.
EL
OTRO, EL DOBLE
El tema del doble aparece en varios
relatos de Cortázar. El problema de la otredad define la construcción de
ciertos personajes, como por ejemplo, en “Lejana”, el doble de Alina Reyes, en
donde se vacila entre el yo y el otro, en un movimiento que va del
reconocimiento a la extrañeza total. En el caso de Alina Reyes, el otro, la
lejana, es ajena a la protagonista, al mismo tiempo que es también una forma
cercana y conocida. Además se agrega la noción de que el personaje, junto con
el otro que se le impone, puede sentirse completo en un sentido existencial, y
ese otro se va transformando en alguien necesario, como si también implicara
una búsqueda de sí mismo. Hacia el final de “Lejana”, se da la fusión completa
entre el yo y el otro, para luego plantear una nueva y definitiva separación.
En este cuento, donde una chica de Buenos Aires que vive en esa ciudad se
siente al mismo tiempo mendiga en Budapest, se presenta el desdoblamiento de un
ser en dos dimensiones espaciales.
Según Ana María Barrenechea, en “Lejana”,
además de la aparición del tema del doble, se trastornan las ideas comunes
sobre el tiempo, el espacio, la unidad del yo y la materia.
El cuento según Cortázar
Si bien la tipología
fantástica ha atravesado todos los géneros literarios, para Cortázar es en el
cuento en donde alcanza su máxima expresión: “El cuento, como género literario,
es un poco la casa, la habitación de lo fantástico”. Para este autor, esta
combinación queda demostrada en la obra del creador del cuento moderno, Edgar
Allan Poe, a partir de su serie de cuentos fantásticos, como por ejemplo, “La
casa Usher”.
El concepto de cuento
contemporáneo, que nace con Poe, se define para Cortázar “como una máquina
infalible destinada a cumplir su misión narrativa con la máxima economía de
medios”. Para Cortázar, otro rasgo constitutivo de los cuentos es la brevedad,
ya que considera que en los cuentos está implícita una implacable carrera
contra el reloj, en la que se eliminan todos los elementos superfluos de una narración
más extensa, como pueden ser las descripciones y los circunloquios.
Horacio Quiroga, otro
significativo escritor de cuentos, recomendaba en su decálogo del perfecto
cuentista: “Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño
ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno.
No de otro modo se obtiene
la vida en el cuento”.
Cortázar parte de ese
consejo para señalar que la idea de
pequeño ambiente define la forma cerrada del cuento, a la que él llamó esfericidad, e incluye la noción de que
el narrador puede ser uno de los personajes: “[...] es decir, que la situación
narrativa en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior
hacia el exterior, sin que los límites del relato se vean trazados como quien
modela una esfera de arcilla”.
Cortázar y el lenguaje
A Cortázar siempre le
interesó el lugar del lenguaje en la ficción. Él sostenía que era necesario
encontrar un lenguaje literario que pudiera reflejar la misma espontaneidad, riqueza
e inteligencia de la oralidad. Por esto, trabajó mucho en su narrativa para
“escribir como quien respira y sin caer por eso en una parodia del lenguaje de
la calle o de la casa”. Su idea era poder escapar del falso y acartonado lenguaje
literario, y escribir con la libertad de quien habla naturalmente.
Según algunos críticos, los
procedimientos verbales que aparecen en los cuentos de Cortázar son: el empleo
de metáforas que van de lo común a lo maravilloso y viceversa; la adjetivación
sugestiva que amplía el sustantivo; las onomatopeyas que resaltan el tono
conversacional; la utilización de diversos registros lingüísticos; las
repeticiones que sugieren estados obsesivos del sujeto; diversas enumeraciones que
terminan con un remache violento de una idea; las elipsis que plantean dudas,
entre otros recursos.
Fuente: Centron, Graciana; Literatura III. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Longseller, 2015.
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