Análisis -resumen de El juguete rabioso de Roberto Arlt
La obra narrativa de Arlt comprende cuatro novelas, un relato largo y alrededor de veinticinco cuentos. En este ciclo escueto no caben la variedad de visiones del mundo, la multiplicidad de caracteres ni los refinamientos idiomáticos. Más bien lo preside una concepción obsesiva, uniformada, que no varía en ninguna de las grandes novelas ni en los mejores cuentos: el hombre es impotente frente a la sociedad burguesa que lo oprime y succiona su individualidad, y entonces, solo para demostrarse que existe, para sentir el vértigo del ser, para detener el tiempo que fluye sin sentido, arroja sus ensueños y delirios contra los otros hombres, generalmente contra individuos tan desposeídos y humillados como él.
Quisiera golpear a los poderosos, pero su puño solo alcanza a los miserables; como consecuencia, en lugar de hacerse revolucionario, se convierte, a mitad de camino, en asesino o delator de sus compañeros de empresa.
A esta extraña mezcla de romanticismo nihilista y existencialismo hay que agregarle una clara connotación social: el hombre de Arlt no tiene una ubicación abstracta, universal, sino que es el individuo de pequeña clase media porteña del primer cuarto de siglo, azotado por la miseria, marginado socialmente, torturado por los tabúes del sexo.
Desde el punto de vista de la creación de caracteres, los protagonistas de sus novelas (Astier, Erdosain, Balder, Stepens), amasados con abundancia de materiales autobiográficos (pero no por ello réplicas del autor), ejemplifican de modo bastante estático ese hombre soñador y humillado de que hablábamos y que por momentos alcanza la categoría de arquetipo; en cuanto a los personajes secundarios, si bien unos cuantos de ellos resultan memorables (el Rengo, Ergueta, la Coja, Irene), a poco que se los analice su variedad humana se aminora, y pueden ser clasificados en dos categorías que se oponen y sostienen mutuamente:
a) los que pertenecen al mundo del protagonista, en general esquizofrénicos, delincuentes, seres marginales;
b) los ajenos a ese mundo, casi siempre individuos limpios, pulidos, de buen lenguaje y holgada posición social, y vagamente idealizados.
Los primeros poseen existencia objetiva, aunque se parecen todos entre sí; los segundos son por lo común proyecciones de la conciencia insatisfecha del protagonista, creaciones de su subjetividad.
Por último, el idioma de ArIt, tiene la novedad de incorporar a nuestra novelística el lenguaje vivo de Buenos Aires, el porteño espeso del aluvión inmigratorio, y eso con absoluta naturalidad, insertando ese lenguaje en la estructura misma de la obra, lejos del pintoresquismo de los escritores dialectales; pero es indudable que este único hecho no basta para particularizar su obra. .
El juguete rabioso. -
De El juguete rabioso (1926) se ha dicho que es la novela más autobiográfica de Arlt, como suelen serlo todas las primeras novelas, y la afirmación parece cierta, al menos en cuanto a la correspondencia relativamente fiel entre los hechos de la ficción y los de la vida del autor. El libro está narrado en primera persona y tiene una insólita limpieza de construcción.
El aprendizaje vital del protagonista, Silvio Astier, se desenvuelve en cuatro episodios independientes entre sí, que se suceden como cuentas hábilmente engarzadas. En el primero, "Los ladrones", Silvio, influido por la lectura de folletines y, quizás no menos, por su deplorable condición social, funda con otros dos adolescentes el "Club de los Caballeros de la Media Noche", que se dedica a pequeños robos en el barrio. Luego de un fracaso, el Club paraliza sus actividades.
En el segundo, 'Los trabajos y los días", Silvio, luego de mudarse de barrio, consigue trabajo como dependiente de librería y pasa a vivir a la casa de don Gaetano, su patrón. Allí asiste a escenas de terrible mezquindad y sufre diversas humíllacíones. Al fin intenta quemar la librería en que trabaja, pero fracasa y entonces deja el puesto.
En el tercero, "El juguete rabioso", Silvio intenta ingresar en la Escuela de Aviación como aprendiz de mecánico. Primero lo aceptan, incluso sorprendidos de su bríllantez, pero luego, repentinamente, lo dan de baja, porque no necesitan "personas inteligentes, sino brutos para el trabajo". En seguida Silvio vive una extraña aventura con un homosexual en una miserable pieza de hotel. A la salida, compra un revólver e intenta suicidarse, pero también fracasa.
En el cuarto, "Judas Iscariote", el protagonista, algo mayor, ha pasado a ser corredor de papel, oficio que le parece tan vil y humillante como los anteriores que ejerció. Encuentra a uno de sus compañeros del "Club de los Caballeros de la Media Noche", convertido en agente de investigaciones y "regenerado" en la lucha por la vida.
Silvio se hace amigo del Rengo, individuo marginal, que trabaja como cuidador de carros en la feria de Flores. Cierta intimidad, cierto calor humano, parecen florecer entre Silvio y el Rengo. Este cuenta al joven su proyecto de robo en la casa del ingeniero Vitri, patrón de su amante. Silvio acepta participar en la empresa. Luego, casi mecánicamente, se pregunta: "¿Y si lo delatara?" Y, en efecto, va a ver a Vitri, delata al Rengo, éste es arrestado, y Silvio tiene una conversación final con Vitri, en la que le comunica que desea marcharse al sur del país.
Estamos en presencia, como se ve, de una "novela de la iniciación", no, por cierto, a la manera del Wilhelm Meíster, la conocida novela de Goethe, sino más bien en una tradición "negra" que no tiene precedentes en nuestra literatura, siguiendo, tal vez no a sabiendas, los pasos del Marqués de Sade y del Conde de Lautréamont. La estructura de los tres primeros episodios resulta homóloga: un intento de Silvio por afirmarse como individuo (mediante/el acto antisocial, en los dos primeros casos; mediante el suicidio, en el último), fracasa lamentablemente. En el cuarto, este juego de oposiciones e interrelaciones se sutiliza y complica al máximo: Silvio parece encontrar una posibilidad de relación humana con El Rengo, y justamente entonces lo delata: esta es la única vez que no fracasa, cuando realiza un acto "socialmente" bueno pero individualmente malo.
Amargamente, el libro se cierra y el lector sospecha que no hay salvación ni para Silvio ni para la sociedad en que vive. Aquí se produce la ruptura con la tradición "negra" de que se hablaba, pues este final sorpresivo, injustamente calificado por Zum Felde como "lo peor que tiene este libro", tiene el efecto de un shock para el que lee, remitiéndolo, de golpe, a una precisa realidad social.
Noé Jitrik observa que la novedad de la novela estriba "en que los problemas sociales que maneja no están vistos de afuera, como curiosidad o como aberración propia de otros, sino desde adentro, sin renunciar al riesgo que implica examinar una realidad sin desentenderse personalmente de ella".
Ello es particularmente cierto durante el episodio de la librería, donde se asiste a una especie de contagio casi físico por Silvio de la atmósfera viciada, "mala", que lo rodea; y en el episodio del homosexual, en el que este problema es asumido, por primera vez en nuestra literatura, sin exagerada intención moralizadora o didáctica, y tampoco a partir de una falsa oposición entre normalidad y anormalidad, sino desde la desnuda dimensión humana, individual, del conflicto.
Técnicamente, el libro utiliza, casi sin proponérselo, algunos procedimientos de la nueva novela. No se explica la situación social, el aspecto ni los pensamientos de los personajes: toda la explicación está dada por la acción misma, por el relato de los hechos. En el primer episodio, la ficción se interna en la realidad (de la historia); los folletines de aventuras son, al mismo tiempo, materia y motivo de los acontecimientos; la vida de los personajes remeda la vida de los otros personajes, los de la ficción dentro de la ficción. También es moderna la presentación psicológica de los personajes: la vida psíquica es presentada con todas sus arbitrariedades, despojada de la casualidad, fragmentada en innúmeras vivencias que muchas veces no se relacionan entre sí.
El mismo año de la aparición de El juguete rabioso, 1926, se publicó otra "novela de la iniciación", más famosa que la de Arlt: Don Segundo Sombra. Diferentes por tantas razones -El juguete es urbana, y encarna una concepción pesimista de la sociedad urbana, hecha de derrumbe de valores e inseguridad moral, mientras Don Segundo reconcilia tradición y modernidad en su visión del mundo rural, en su nostálgica canción de despedida a un mundo de intemporalidad y esencias; El juguete está escrita íntegramente en un lenguaje empastado, áspero, con fidelidad coloquial, sin música ni lirismo, en tanto que Don Segundo se empeña en trozos de rara calidad poemática, en finas descripciones impresionistas, de manera que una página aislada del libro de Arlt nada dice a la sensibilidad del lector, mientras muchas de las de Don Segundo se leen con placer-, tienen en común, aparte de lo obvio de su asunto y de la narración en primera persona, el hecho de asumir las reglas del juego de la narrativa moderna, aunque fuera en diversos ámbitos. Y si Don Segundo Sombra, debido a su perfección y al mundo que representa, no podrá ser imitado y antes bien cerrará una época, El juguete rabioso, con todas sus limitaciones, traerá a nuestra narrativa una fuerza germinal que está lejos de haberse agotado.
(En la imagen: Roberto Arlt y Conrado Nalé Roxlo)
Bibliografía: Capítulo:Historia de la literatura argentina,CEAL.