Análisis de "Cabecita negra" de Germán Rozenmacher
Marco teórico - Actividades y guía de lectura-
La historia de "Cabecita negra" está narrada en tercera persona, desde el punto de vista de Lanari, un personaje que representa a la típica clase media argentina del período 1950-1960.
En el relato se alude a un conflictivo momento político que afectaba la vida de las personas comunes ("En tiempos como éstos, donde los desórdenes políticos eran la rutina, había estado varias veces al borde de la quiebra") y se traducía en enfrentamientos cotidianos que alimentaban las fabulaciones de Lanari ("En este país donde uno aprovechaba cualquier oportunidad para joder a los demás y pasarla bien a costillas ajenas"). Esas divisiones se anuncian a medida que avanza el relato mediante distintos recursos hasta que, con la intromisión del policía y su hermana al departamento de Lanari, quedan claramente definidos los dos territorios antagónicos, como un eco de la oposición entre civilización y barbarie.
Lanari se constituye en el representante de una clase de "gente decente", civilizada, con acceso a los bienes culturales; en la vereda de enfrente, los cabecitas negras, quienes exhiben actitudes que los identifican dentro de una cultura muy diferente ("El señor Lanari recordó vagamente a los negros que se habían lavado alguna vez las patas en las fuentes de plaza Congreso", en evidente alusión a la anécdota atribuida a las masas que se movilizaron el 17 de octubre de 1945).
La presencia de la "chusma" en la casa de Lanari pone las cosas "al revés" y él se ve forzado a reconocer que "la casa estaba tomada". De ese modo hace referencia a otro relato, escrito en 1945 y recogido en Bestiario en 1950: "Casa tomada", de Julio Cortázar. En ese cuento también se describe una invasión, pero misteriosa y fantástica. Años después, Juan José Sebreli fue el primero en proponer la interpretación de "Casa tomada" a partir de dos sentidos fundamentales: por un lado, el ingreso de lo extraño como metáfora del Peronismo, como invasión que descompone el mundo familiar; y por otro, la aceptación pasiva de este fenómeno político y social sin intentar acercarse, conocerlo y, menos aún, explicarlo. Sin embargo, si en "Casa tomada" todavía no se nombraba ni identificaba a los invasores, en el cuento de Rozenmacher, escrito doce años después, ya están claramente delimitados: son dos cabecitas negras con nombre y rostro concretos, un policía y su hermana, quienes se introducen violentamente en la cotidianeidad pequeñoburguesa de Lanari.
En el cuento se representa la sensación agobiante que generaba, para determinada clase social, la presencia de la gente de los suburbios, del campo y del interior del país, que ya para entonces se había radicado en Buenos Aires. El título del cuento, Cabecita negra, hace referencia a la forma despectiva de nombrar a los migrantes internos que llegaron a las ciudades a partir de la década de 1940; más tarde, por extensión, a los peronistas. La expresión “chusma” fue la forma peyorativa de denominar, colectivamente, a los "cabecitas negras".
Contexto histórico
Peronismo, antiperonismo y literatura
El 17 de octubre de 1945 marcó un hito en la historia argentina. Ese día, miles de hombres y mujeres ocuparon la Plaza de Mayo exigiendo la libertad de Juan D. Perón (que había sido encarcelado en la isla Martín García). Así, por primera vez en la historia, la clase obrera —integrada sobre todo por migrantes internos e hijos de inmigrantes europeos que trabajaban en la industria— se manifestó masivamente en defensa de sus intereses e incidió en el curso de los acontecimientos del país. El 17 de octubre de 1945, algunos de los trabajadores que se habían congregado en la Plaza de Mayo para exigir la libertad de Perón se refrescaron en las fuentes. Este hecho, posteriormente reivindicado con orgullo por los peronistas como un hecho originario, escandalizó a los sectores opositores de la época.
Al año siguiente, Perón fue elegido presidente e inauguró un período que se caracterizó por revertir el estado de postergación de las mayorías populares: redistribuyó el ingreso mejorando los salarios, los servicios sociales y el acceso a la vivienda, entre otros beneficios. Esta política fue percibida por las clases media y alta del país —incluidos algunos de los representantes más destacados de su cultura— como una invasión de sectores sociales que venían a apropiarse de espacios políticos, económicos y culturales que no les correspondían. El resultado fue una confrontación peronismo-antiperonismo que se prolongó durante varias décadas en el país.
En numerosas obras literarias del período hay una mirada despectiva sobre los sectores populares que ingresan a la historia; por ejemplo, en el cuento "La fiesta del monstruo" (en Nuevos cuentos de Bustos Domecq), escrito por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, publicado en Montevideo en 1956. Allí, los acontecimientos de octubre de 1945 se narran como la invasión del peronismo al Estado; "la chusma" aparece como un extraño —el pueblo y su violencia— que amenaza la estabilidad de la Argentina; y la jornada del 17 de octubre es representada irónicamente como "la fiesta del monstruo".
Borges no estaba de acuerdo con el peronismo. Por tal motivo fue removido de su cargo en la biblioteca municipal del barrio de Almagro y nombrado Inspector de aves y conejos en el Mercado del Abasto, cargo al que renunció. En 1947, la "sociedad secreta" que había formado con Adolfo Bioy Casares decidió utilizar con fines claramente políticos el seudónimo Bustos Domecq a través del cuento "La fiesta del monstruo", que circuló mecanografiado y de modo restringido. El narrador, un muchacho peronista, relata en primera persona y en un registro muy realista el violento asesinato de un joven judío en una manifestación. En un fragmento del cuento, se alude a Perón y a sus métodos de gobierno, sin nombrarlo:"Nos puso en forma para lo que vino después: la palabra del Monstruo. Estas orejas la escucharon, gordeta, mismo como todo el país, porque el discurso se transmite en cadena...".
Perón fue derrocado el 16 de septiembre de 1955 por un levantamiento militar — autoproclamado Revolución Libertadora— y el peronismo fue proscripto. Sin embargo, su líder, desde el exilio, ocupó un lugar central en la política argentina durante los casi veinte años siguientes, hasta que regresó al país y fue reelegido presidente en 1973. Entre esos años, las jóvenes generaciones realizaron una nueva lectura del peronismo. Y también aparecieron obras literarias que brindaban una nueva perspectiva sobre la sociedad de entonces, como el cuento "Cabecita negra", de Germán Rozenmacher.
Actividades y guía de lectura
1. En el cuento aparecen numerosos datos que brindan información sobre Lanari: su vida, su posición económica, su clase social. ¿Cuáles son?
2. El cuento está narrado desde la mirada o punto de vista del personaje Lanari. Enumeren las expresiones que usa el narrador para señalar su actitud y sentimientos hacia los "cabecitas negras" es decir, la mujer y el policía.
3. ¿De qué modo se alude a Lanari como un representante de la clase culta a la que el policía no pertenece?
4. Analicen los procedimientos con los que Lanari intenta "salvarse" frente al policía. Si éste no hubiera sido el hermano de la muchacha, ¿hubieran sido efectivos? ¿Por qué?
5. Rastreen en el texto palabras o frases que "animalicen" a los cabecitas negras.
6. Identifiquen en el cuento los datos que permiten fechar aproximadamente la época en que se desarrolla la acción.
7. Busquen en el cuento sustantivos y adjetivos que caractericen hechos o personas, asociándolos a los conceptos de civilización o barbarie.
Fuente:
Carolina Zunino: Lengua y Literatura 6; DGCy E, Bs.As, 2007