Renacimiento y Barroco en España
Se conoce como Siglo
de Oro español a un período de notable desarrollo intelectual y
artístico que abarcó la difusión del movimiento cultural renacentista en
España y su posterior evolución hacia el Barroco. Como fechas convencionales,
se considera que el Siglo de Oro se inició con el comienzo de la actividad de
Lope de Vega en 1520 y finalizó con la muerte de Calderón de la Barca en 1681.
El Renacimiento y su confianza en el hombre
El Renacimiento fue un movimiento cultural originado en Italia a fines del
siglo XIII y principios del XIV, que se extendió por el resto de Europa hacia
comienzos del siglo xv. En España, sin embargo, las ideas renacentistas
cobraron relevancia recién un siglo después.
El Renacimiento toma como modelo a la Antigüedad clásica, en la que creen
encontrar la Edad de Oro de la humanidad. De allí que, en oposición al
teocentrismo medieval, el Renacimiento retoma las ideas humanistas de los
pensadores de la antigua Grecia y adopta una postura antropocentrista: coloca
al hombre como centro de toda reflexión y actividad, incluso como centro mismo
de la creación divina.
En las artes plásticas, esto se manifestó, por ejemplo, a través de la
importancia de la representación naturalista de figuras humanas. Los motivos
se encontraban en los mitos griegos y latinos, así como también en las escenas
religiosas; se destacaba el trabajo sobre los distintos gestos y posturas,
primaba el equilibrio, la armonía y la claridad. Principios novedosos, como la
unidad de espacio, la simetría, la proporción y la perspectiva —muy notorios en
la pintura, la escultura y en la arquitectura— eran producto de una nueva
mentalidad en la que el pensamiento racional del hombre y el cálculo habrían de
ser los principios rectores del arte y de la vida.
Como consecuencia de la creciente puesta en valor de ideas provenientes del
mundo grecorromano, se sientan nuevas bases para el desarrollo de un
conocimiento científico que contempla la relación entre el hombre, la
naturaleza y Dios. El hombre, por su capacidad intelectual, es capaz de conocer
y comprender las leyes del universo.
La palabra resulta, también, un elemento fundamental para el desarrollo del
ser humano. A esto se debe el resurgimiento de los studia humanitatis
de la Antigüedad, un conjunto de cinco disciplinas (gramática, retórica,
poética, historia y filosofía moral), que significó un cambio en la educación y
en los modelos de saber impartidos desde entonces.
La Contrarreforma: hacia nuevas representaciones
Si bien el arte español adhería al sensualismo propio
de la estética antropocéntrica renacentista, nunca dejó de estar combinado con
el fuerte espíritu cristiano de esta sociedad. Los sentimientos religiosos
-amenazados desde hacía siglos por la presencia musulmana— encontraban ahora
una nueva amenaza: la Reforma impulsada en Alemania por Martín Lutero, que
originó el cisma de la Iglesia Católica y dio lugar al protestantismo, que es
independiente del poder del Papa. Felipe II, además de expulsar en forma
definitiva a los moros, promovió la Contrarreforma, un movimiento católico
que defendió las concepciones y los valores tradicionales de la Iglesia y las
Sagradas Escrituras.
Los religiosos de la Contrarreforma consideraron al arte como un
instrumento fundamental para la transmisión de su doctrina. De ahí que
impulsaran las obras de artistas en las que, para comenzar a alejarse del
modelo clásico renacentista, ya no representaran al hombre como modelo supremo
de perfección y armonía, sino, por el contario, como un ser atravesado por el
dolor y la pasión, muchas veces imperfecto, que habitaba en un mundo donde no
primaba la luz, sino el claroscuro, mezcla de luces y sombras que daban cuenta
de la existencia del misterio, de los límites del conocimiento humano y de la
lucha entre fuerzas opuestas.
El Barroco: una forma de expresión para la decadencia
De este modo, surge hacia el siglo XVII una nueva
corriente estética conocida como Barroco. A diferencia del arte clásico renacentista,
esta corriente evita la simetría absoluta y logra en la asimetría una
apariencia de movimiento. El arte barroco considera que la naturaleza oculta
una fuerza ambigua e inabarcable, que se puede observar, por ejemplo, en la
caducidad de la belleza. Opone, pues, lo caduco a lo eterno, la máscara a la
verdad, el sueño a la realidad, en vistas de producir un desengaño de lo
aparente y reconocer lo confuso del universo, que el hombre se esfuerza vanamente
por controlar.
En el campo de las letras, los escritores recurren al
empleo de construcciones sintácticas complejas y a la sobreabundancia de
adjetivación. Este lenguaje extraño y ornamentado es la forma de mostrarle al
lector que el arte es un mundo de apariencias y artificios, en oposición a la
mera representación de lo armonioso y lo natural del Renacimiento.
Algunos de los escritores españoles más conocidos de
este pe- nodo son Luis de Góngora y Argote (1561-1627), Francisco de Que- vedo
y Villegas (1580-1645), Félix Lope de Vega y Carpió (1562- 1635), Pedro
Calderón de la Barca (1600-1681).
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