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1 de agosto de 2022

Análisis de Casa tomada de Julio Cortázar (II)

 

Análisis de Casa tomada de Julio Cortázar (II)

 

Dentro de la paz y la rutina diaria de un hermano y una hermana solterones, que viven juntos en la vieja casa de la familia, entra una presencia extraña que viene a cambiar por completo sus vidas: la sensación de algo o alguien que ocupa paulatinamente la casa, hasta que los dos hermanos se ven obligados a abandonarla. Este episodio aparentemente tan simple está lleno de complicaciones, de recovecos que se deben examinar.

Hay una insinuación de extrañeza desde las primeras líneas: la casa se establece como el personaje central de la historia. Es el eje alrededor del cual giran las vidas de los hermanos, cuya ocupación principal es el aseo, el orden de la casa familiar, que casi llega a tener un alma: “A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos”, dice el narrador que, por otra parte, está perfectamente feliz con esa tiranía habitacional.

Él y su hermana viven plácidamente, en un “simple y silencioso matrimonio de hermanos”, una unión de dos seres solitarios, cuya paz es interrumpida por la aparición de lo insólito: al oír un ruido que viene del otro lado de la casa, el narrador cierra inmediatamente la puerta de comunicación: “Han tomado la parte del fondo”.

El lector se pregunta quién. ¿Quién o qué? ¿Cómo? ¿Por qué? Ellos, los personajes, no se preguntan nada. No tratan de investigar, de protestar, de impedir la invasión: simplemente saben, y aceptan con fatalismo y resignación. Y eso que saben se mantiene latente durante todo el cuento, sin presentarse nunca a la vista. Sentimos que no hay posibilidad de rechazar esa ocupación desconocida que, por extraño que pueda parecer, no modifica en gran cosa la vida de los dos hermanos. Aparte de la añoranza de algunos objetos familiares que han sido dejados del otro lado, sus hábitos no cambian mucho: las labores domésticas se simplifican, la lectura del hombre es sustituida por una colección de estampillas.

La insistencia en la cotidianidad de los hechos, la calma con que se toma la situación, realzan la impresión de extrañeza. Lo prosaico de la vida de los personajes, su uniformidad, es tan grande que acaba por parecer extraño. La hermana llena los días tejiendo, atiborrando los cajones de objetos que nunca serán usados por nadie: el narrador descubre “el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lilas. Estaban con naftalina, apiñadas como en una mercería; no tuve el valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas”.

El narrador, por su parte, no tiene ocupaciones fuera de la casa; emplea su tiempo en la limpieza, en las labores domésticas y en la lectura. Estos dos solterones ordenados, casi maniáticos, viven con toda discreción una vida en tono menor, una especie de sinfonía de grises, en que la invasión de la casa viene a dar la nota discordante, pero sin lograr  cambiar el ritmo de la vida.

 Cuando la ocupación llega a ser total los dos personajes  huyen; salen corriendo, sin echar una mirada hacia atrás, y abandonan la casa en manos del invasor (¿o invasores?),  del que cabe preguntarse si existe siquiera.

La solución no  está dada en el texto, que conserva hasta el final la incertidumbre, la ambigüedad de lo desconocido.

 En este cuento hay tres cosas que llaman la atención: el contraste entre lo definido y lo indefinido, el tratamiento del espacio y la falta de resistencia a la invasión.

La descripción de la casa, de las ocupaciones domésticas, de la rutina diaria, es sumamente precisa: se citan siempre horas exactas para las tareas cotidianas, la hora precisa en que ocurren las invasiones, y todo ello contrasta fuertemente con la imprecisión en cuanto a las invasiones mismas, con el hecho de que nunca se muestra la ocupación de la casa, sino que se dice solamente que va siendo ocupada cada vez más, dejando cada vez menos espacio a sus ocupantes.

Y esto nos lleva al problema del espacio. Todo el cuento transcurre dentro de un espacio cerrado, rígidamente circunscrito por los muros de la casa. Las salidas semanales del narrador a las librerías y a comprar estambre para su hermana no añaden otro espacio al mundo del relato. En las calles el personaje no vive, sino que va a buscar las provisiones necesarias para su vida real, la que transcurre dentro de la casa; el mundo exterior es totalmente ajeno a la vida de los personajes. Y el mundo interior, el espacio de la casa, se va reduciendo progresivamente, al ritmo de la invasión, hasta que la falta de espacio vital empuja a los personajes a su única salida real al mundo exterior.

En cuanto a la falta de resistencia, es uno de los problemas más interesantes que plantea este texto. Un hombre y una mujer de edad madura, que parecen seres sensatos y bastante equilibrados a pesar de sus pequeñas excentricidades, se rinden inmediatamente, sin chistar, a la evidencia de una invasión invisible; no hay un solo intento de análisis o de racionalización, lo cual hace pensar que, en su origen al menos, podría tratarse de un sueño. Esto recuerda, en efecto, esa situación típica de ciertas pesadillas, en que sentimos que algo nos persigue y corremos despavoridos, sin que se nos ocurra detenernos a mirar hacia atrás. El soñador huye sin resistir, sin investigar qué es lo que lo hostiga y lo aterra, con la seguridad, incuestionable, de que es lo único que puede hacer.

 

Además de la falta de resistencia, el tratamiento del tiempo y de ciertos detalles también hace pensar en los sueños. Se da, como ya hemos dicho, la hora precisa en que se realizan todas las tareas cotidianas, la hora en que los hermanos se levantan y aquella en que van a la cama, pero no hay un solo indicio que permita saber cuánto tiempo transcurre desde el comienzo hasta el final del cuento, ni si pasan días, semanas o meses entre la primera y la segunda invasión. La abundancia de detalles triviales sobre las bufandas o los suéteres tejidos por la hermana se contrapone con la falta absoluta de información sobre ese acontecimiento crucial que es la ocupación de la casa. Esto ocurre constantemente en las experiencias oníricas: aparece Fulano, cuya presencia en tal lugar o en determinada situación sería completamente absurda en la vida real, y el soñador ni tiene ni pide la explicación; puede ver, en cambio, hasta los más mínimos detalles del atuendo de su personaje, el color de su camisa o si ha cambiado de peinado, etcétera.

No quiero decir con esto que el ambiente de “Casa tomada” sea onírico, sino que creo que el procedimiento narrativo que utiliza Cortázar está muy directamente relacionado con la forma de algunos sueños. La mezcla “irracional” de precisión e imprecisión, la falta absoluta de lo que sería una reacción normal en la vida consciente, la ausencia de protesta o de resistencia por parte de dos personas que con toda seguridad jamás permitirían que el tendero les cobrara cinco centavos más por una botella de leche, me parecen reflejos, conscientes o no, de una experiencia onírica.

 Lo insólito se presenta aquí como un elemento disruptor, como una agresión al orden, a la rutina diaria. La continuación de esta rutina aun después de la primera invasión podría entenderse, me parece, como un esfuerzo por asimilar el desorden, por absorberlo y volverlo parte del orden general. Esta, aunque parece ser involuntaria, es la única resistencia que oponen los personajes. Ellos, aunque en medio de una invasión, se niegan a darse por enterados, y quieren continuar como si nada.

Existe la tentación de dar a este texto una interpretación alegórica, de hablar de la enajenación del mundo moderno, de la invasión del hombre latinoamericano por el sistema opresor, y sin duda serían lecturas legítimas. Pero, en cuanto a los textos de Cortázar en general, me parece que vale lo que dice Todorov a propósito de Kafka:

Ciertamente se pueden proponer varias interpretaciones alegóricas del texto, pero éste no ofrece ninguna indicación explícita que pudiera confirmar una u otra.

[...] sus relatos se deben leer ante todo como relatos, en el nivel literal.

 

Fuente: FLORA BOTTON BURLÁ, LOS JUEGOS FANTÁSTICOS, FACULTAD DE FILOSOFÍA y LETRAS, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO, 2003.

 

Para otro análisis de casa tomada pulsar aquí:

http://elblogdemara5.blogspot.com/2009/04/analisis-de-casa-tomada-de-julio.html

 

Para actividades didácticas y guía de lectura pulsar aquí:

 

http://elblogdemara5.blogspot.com/search?q=casa+tomada

Si necesita descargar el cuento pulsar aquí:

Biblioteca Casa tomada de Julio Cortázar (1)

 

 

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