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9 de julio de 2008

Análisis de Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri


Análisis de Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri



Arturo Uslar Pietri Nació en Venezuela en 1906. Si bien es ante todo escritor, su actividad se ha desarrollado en múltiples campos, como abogado, profesor, periodista y político.
OBRA: Barrabás y otros relatos, Red, Treinta hombres y sus sombras, Las lanzas coloradas, El camino de El Do­rado, letras y hombres de Venezuela, Un retrato en la geografía, La ciudad de nadie, Estación de máscaras y El laberinto de fortuna.
La prosa de Uslar Pietri es rica en impresiones sensoriales, en metáforas líricas y en símbolos que apuntan a una nueva interpretación de la realidad americana. Ha cultivado en varias opor­tunidades los temas históricos, tales como la gesta de la conquista hispánica o las campañas emancipadoras. Sus personajes son a veces esforzados capitanes y aventureros del siglo XVI, otras lIaneros o guerrilleros criollos, pero el común denominador de su es­tilo es lograr siempre el tono adecua­do en la descripción de sus protago­nistas, ambiente y circunstancias vita­les. Sus figuras y escenarios se alzan con frecuencia al clima de la épica, sin perder por ello la realidad del tono y cierta plasticidad cinematográfica, dentro de una técnica de imágenes di­námicas, muy moderna.

I) TEMA
Las lanzas coloradas pertenece, dentro del género novela, al tipo especial deno­minado NOVELA HISTÓRICA: su caracterís­tica es tomar la materia narrativa de un pasado histórico, pero elaborándolo como pura literatura, sin la pretensión de valer como verdad estricta, sino más bien como representación y recreación de un deter­minado ambiente histórico. Posee, por lo tanto, veracidad, mas no la exactitud de una crónica, y la forma depende exclusi­vamente del arte del narrador.

El tema de Las lanzas coloradas es el de la guerra de la independencia en Venezuela. Bolívar no aparece nunca, pero su fi­gura encuadra la novela, que comienza con el relato que hace un esclavo de una de sus aventuras y termina cuando Presentación Campos, uno de los personajesprotagónicos, cae muerto luego de haber tratado en vano de asomarse a la ventana para ver la entrada triunfante del héroe.
El mérito fundamental de la narración es la recreación del clima de barbarie y caos en medio del cual se desarrolla la gesta emancipadora, evocada a través de las diversas historias de una serie de per­sonajes, heterogéneos por su origen, con­dición social y rasgos psicológicos, cuyos destinos sufren transformaciones sustan­ciales a causa de la devastadora y san­grienta presencia de la guerra.

Otra importante característica temática la constituye el hecho de que el autor nos presenta un cuadro en gran medida im­parcial de la contienda: realistas y patrio­tas están vistos con la misma mirada crítica, a unos y a otros se adjudica iguales atrocidades y actos de barbarie; en ningún momento aparecen divididos en los dos bandos elementales, buenos y malos; son simplemente hombres que se entregan ciegamente a la lucha, movidos en algunos casos por principios morales o políticos, en otros por un primitivo y brutal instinto de agresión, en otros por un vago roman­ticismo idealista; en ciertos personajes to­das esas motivaciones se mezclan confu­samente, y en otros, como sucede con Fer­nando, se da una imposibilidad de entrar en acción, no por un rechazo de la violen­cia y por un sentido de mayor respeto hacia la vida humana, sino por cobardía y debilidad.
Todos los matices que pueden darse en la conducta del hombre frente a la guerra están contemplados en la no­vela, lo cual le comunica una gran riqueza psicológica y una dimensión humana que la acerca al lector.

Desde el punto de vista de su estructura externa, la novela se divide en trece capí­tulos, cada uno de los cuales constituye una verdadera unidad narrativa por las siguientes razones:
1. Cada capítulo desarrolla, dentro de la amplia materia narrativa abordada, una unidad temática perfectamente definida:
2. en el I la referencia a Bolívar y la pre­sentación de los personajes principales;
en el II la historia de la genealogía de la fa­milia Fonta, hasta llegar a la infancia de Fernando e Inés;
en el III la vida de Fer­nando como estudiante en Caracas:
en el IV su primer contacto con los patriotas re­volucionarios;
en el V su regreso a la ha­cienda y el comienzo de la gesta emanci­padora;
en el VI el último momento de paz y sosiego en "El Altar", dominado por la melancólica presencia de Inés, el román­tico idealismo del capitán David, la abulia de Fernando y la sombra de Presentación Campos cerniéndose sobre la hacienda;
en el VII, centro y eje de toda la novela, el atropello del mayordomo y su partida ha­cia la guerra;
en el VIII la reacción de Fernando al enterarse de los desmanes perpetrados contra su hermana y su ha­cienda, su consiguiente decisión de incor­porarse a la guerra y los primeros incon­venientes que se le presentan;
en el IX Presentación Campos, ya incorporado a las fuerzas realistas, asalta y saquea un pue­blo, es herido levemente y esto da lugar a su encuentro con la Carvajala;
en el X el tema es la angustiante espera en Villa del Cura de las tropas de Boves, que fi­nalmente llegan sembrando la masacre y la muerte;
en el XI el encuentro de Inés y la Carvajala;
en el XII la guerra se desata en forma ya incontenible; es el encuentro definitivo de los dos bandos y la inespe­rada victoria de los patriotas;
en el XIII la agonía y muerte de Presentación Cam­pos a través de la cual el lector se entera de la entrada triunfal de Bolívar.

2. En cada capítulo se redondea un te­ma, se completa una parte de la acción, y en ese sentido puede decirse que presentan una estructura cerrada, acabada en sí mis­ma y hasta cierto punto autónoma.
3. Cada capítulo tiene además su propio ritmo, a veces lento y demorado, otras rá­pido, otras vertiginoso, adecuado siempre al tema y al carácter del personaje cuya presencia domina en cada caso.

A pesar de este carácter de unidad na­rrativa que presenta cada capítulo, su su­cesión produce un habilísimo encadena­miento interno de la acción, en la que se van entretejiendo los destinos individuales de los personajes y la historia del país, a través de la variada alternancia de los fo­cos de atención que nos propone el narra­dor, atento a veces a los conflictos y fluc­tuaciones de Fernando, otras a la brutali­dad de Presentación Campos, otras a las muchedumbres de combatientes o a los personajes femeninos, Inés y la Carvajala.


Este entrecruzamiento de planos narra­tivos -las peripecias individuales de una serie de hombres y de mujeres cuya suerte se ve radicalmente trastocada por la pre­sencia de la guerra a la cual nadie puede sustraerse, el choque brutal de los dos ban­dos opuestos, republicanos y realistas, la historia de todo un pueblo luchando por su emancipación, presentada no sólo a tra­vés de los movimientos de masas huma­nas sino en el fino matiz psicológico del conflicto personal o la motivación indivi­dual- es lo que constituye la estructura interna de la novela, con respecto a la cual es necesario señalar una serie de características:
La novela presenta en su totalidad una estructura cerrada, pues en su desen­lace se resuelven los destinos de todos sus personajes, en la mayoría de los casos con la muerte, y también se decide la suerte de la guerra con la llegada de las tropas de Bolívar. No quedan cabos sueltos ni hilos narrativas sin resolver que permitan o sugieran una continuación. El mundo de ficción creado y el pasado histórico evo­cado se cierran en forma definitiva.

2) La figura de Bolívar constituye el marco en el cual se encuadra toda la ma­teria narrativa: con la mención de una de sus aventuras comienza la novela, y se cierra con la insistente mención de su pró­xima llegada, hecha realidad en los frené­ticos redobles de los tambores y en los cla­morosos vítores al héroe, que inundan de sonoridad la agonía y la muerte de Pre­sentación Campos. Con esta doble alusión a Bolívar se logran varios efectos:
a) Se acentúa la estructura cerrada de la novela al comenzarla y concluirla con la misma figura.
b) Su presencia, insinuada de esta forma pero nunca concretada en las páginas de la novela, adquiere una perspectiva de altura y lejanía que subraya su gran­deza histórica.
c) Se intensifica el antagonismo irreduc­tible que separa al héroe y a Presen­tación Campos, puesto que en las pri­meras páginas éste se levanta molesto al oír el relato de la aventura de aquél y en las últimas contrasta poderosa­mente su solitaria y sórdida agonía con la entrada triunfal de Bolívar.

3) La acción se desarrolla en forma lineal en casi toda la novela, excepto en- los capítulos 2,3,4 y 5en los que se produce un salto hacia atrás en el tiempo, para retomar luego en el capitulo 6 el tiempo presente del capitulo 1. Con este salto se logra el siguiente efecto:
Al iniciar la novela con la anécdota de Bolívar relatada por el esclavo Espíritu Santo, con la posterior presentación de los principales personajes -:Fernando, Inés, el capitán David y Presentación Campos- y con la reiterada mención de la guerra, ubica de lleno al lector desde los primeros párrafos, en el te­ma del libro y frente a los seres que' habrán de moverse en sus páginas. Es una forma más dinámica y directa de comenzar, mucho más eficaz y atracti­va para el lector que si se hubiera ini­ciado con la historia de la familia de Fernando.
b) Mediante el salto en el tiempo y a tra­vés de la genealogía de los Fonta, de la infancia y adolescencia de Fernando y de su vida de estudiante, es decir, siempre a través de seres individuales y concretos, el narrador nos pone en contacto con la historia del país, con los orígenes del movimiento emancipa­dor y con el medio social de la colonia.
4) En la estructura interna de la novela se produce un entrecruzamiento de planos narrativas a través del cual se van tejien­do las vidas y destinos de los personajes. Veamos en forma sintética cómo es ese desarrollo:
a) En el capítulo 1 se menciona a Bolívar y se presenta a los personajes y el te­ma de la guerra.
b) En los capítulos II, III, IV Y V se pro­duce un salto hacia atrás en el tiempo para darnos a conocer la historia del país, de la guerra y de los personajes.

En el capítulo VI se retorna el presente en el que comienza la narración. Es el último intermedio de sosiego. y paz, en el que aún se mantiene el equilibrio y el orden impuesto por la estructura colonial, próximo a derrumbarse ya en forma definitiva. Contrasta fuertemen­te con la violencia con que son des­criptos en el capítulo anterior los orígenes de la guerra, la devastación del terremoto y los trágicos y cruentos desenlaces de la vida de algunos camaradas de Fernando. También contrasta con e1 siguiente, de tono más violento aún que el anterior, y por ello consti­tuye para el lector una tregua de dis­tensión dentro de la tónica general del relato.
El ambiente idílico de la hacienda, la tierna amistada de Inés y David y la figura romántica y un poco desasida de la realidad de este último no están en función de tener peso anecdótico en la novela, sino de completar la pintura de los personajes y de ex­presar la paz de la vida colonial, es­tableciendo un fuerte contraste con la imagen de ruina y devastación de ese mundo que se da en el capítulo siguien­te. Es también el último momento en que vemos reunidos a los personajes principales -Fernando, Inés, el capi­tán David, Presentación Campos-; a partir de aquí sus caminos se separan para siempre.
d) El capítulo VII es el punto central de la novela: aquí se produce la subleva­ción de Presentación Campos, el atro­pello a Inés, el incendio de "El Altar" y la partida de aquél hacia la guerra, aun sin saber en qué bando va a luchar. Desde este momento cada capítulo o unidad narrativa, hasta el X, se centra alternativamente en el destino de Pre­sentación Campos y de Fernando y sus camaradas, vale decir, en la suerte de los realistas y de los patriotas.

Esta alternancia o paralelismo en la es­tructura narrativa permite al autor dar una visión más objetiva y equilibrada de la guerra, mostrando ya a uno, ya al otro bando, cada uno con sus ele­mentos humanos propios y peculiares:
LOS REALISTAS con Presentación Cam­pos, un típico producto de la guerra, que le permite canalizar y dar rienda suelta a sus instintos brutales y agre­sivos, y que si se enrola en esas filas no lo hace por ningún tipo de convic­ción sino porque cree que allí le será más fácil medrar; con hombres como Zambrano y Boves, crueles y sangui­narios pero valientes y entregados a la acción bélica sin reservas ni temores;
LOS PATRIOTAS, con partidarios abúlicos y cobardes, como Fernando, o temero­sos de arriesgar su capital, como los reunidos en casa de Bernardo; con ro­mánticos idealistas, como el capitán David; con intelectuales sinceramente adheridos a la causa por una íntima convicción, como Bernardo, y con hom­bres simples y elementales, pero de gran coraje y de una cálida dimensión humana, como Rosa Díaz.
e) En el capítulo XI, otro momento de dis­tensión en el furor bélico de las lanzas coloradas, se resuelven los destinos de las dos figuras femeninas de la novela, Inés, perdida para siempre en busca de una venganza a la que no llegará nunca, y la Carvajala, sumida en una espera inútil. La intercalación de este nuevo plano narrativo enriquece la vi­sión de conjunto, pues implica mirar la guerra desde una perspectiva distin­ta, la de dos víctimas ajenas a la con­tienda pero igualmente arrolladas por ésta.
f)El capítulo XII es una síntesis de todo el libro: aquí confluyen todos los hilos narrativas, se deciden las suertes de los principales personajes -Fernando muere, Boves cae, Presentación Cam­pos es herido de muerte-, se unen en el campo de batalla republicanos y rea­listas, ambos con el mismo furor y encarnizamiento, se condensa el sentido histórico de la novela en la victoria de los patriotas reforzados por Bolívar, la presencia de éste se anuncia y domina tácitamente el escenario de la contien­da, la gesta emancipadora vive y pal­pita en este capítulo, en el que si bien el autor permanece atento a los des­tinos individuales de sus personajes, lleva a un primer plano a las grandes muchedumbres de combatientes cega­das en igual medida por la furia des­tructiva de la guerra. En este capítulo se acentúa la objetividad del narrador, que si bien como venezolano celebra la victoria de los insurgentes, como hom­bre subraya la brutal negatividad de la guerra como tal, en la medida en que desata los instintos destructivos que subyacen en todo ser humano, cual­quiera sea el bando al que pertenezca.
En el capítulo XIII todos los planos narrativas que se han movido a lo largo de la novela, ya se han resuelto. La acción ha cesado por completo, los des­tinos de cada uno ya están sellados en una u otra forma y la suerte de la guerra está decidida. Sólo resta la lar­ga agonía de Presentación Campos, pro­porcional en su sordidez, en la intensidad del sufrimiento y en su soledad, a la majestuosa y bárbara brutalidad animal que animara su vida. Desde el punto de vista estructural era necesario un broche como éste, lento, demorado, que marcara minuto a minuto la paulatina declinación de su vida, pues el peso del personaje en la trama novelesca, su significación dentro del panorama total de la guerra y su dimensión narrativa así lo requerían.

5) Hay dos capítulos de suma importancia en el relato por su cuidadosa elaboración, que están estructurados sobre la base de un MOTIVO CONDUCTOR:
a) Uno es el capítulo X, en el cual se repite con insistencia, hasta el punto de constituir el latido mismo del relato, la expresión:

"Boves invadía."
"Siete mil caballos cerreros en avalancha sobre los campos."
"Siete mil lanzas de frío hierro mortal."
expresiones que al acercarse el desen­lace del capítulo se repiten pero inten­sificadas y subrayadas por los signos de exclamación.
Es una de las. unidades mejor escritas de la novela. Se divide en dos partes:
LA PRIMERA es la angustiosa, terrible y agotadora espera de la invasión en un pueblo donde no quedan sino los habitantes más débiles e indefensos -mendigos, niños, heridos, ancianos-o Ocupa la mayor parte del capítulo y su ritmo es lento, pues refleja el tenso estado de ánimo de los personajes y se demora en una serie de pequeños incidentes que no hacen sino dilatar y acentuar el tiempo de la espera: la llegada de Bernardo, Fernando y David, su entrevista con Roso Díaz, el mensaje del cuartel general pidiendo refuerzos, el envío de David a la parroquia para su duración, las reacciones interiores de cada uno frente a la situación límite de la proximidad de la muerte, el terror incontrolable de Fernando, el arribo de un nuevo mensajero de La Victoria, el gesto de Roso Díaz que intenta salvar a Fernando, la aparición de los restos vencidos y destrozados de un des­tacamento republicano, como premoni­ción y anuncio de la inminente entrada de Boves. Todo se prolonga en prepa­rativos, mensajeros que traen nuevas cada vez más alarmantes, la prolija des­cripción de los conflictos y sentimien­tos de cada uno, el motivo conductor que machaca como golpe de martillo y que renueva constantemente la siniestra presencia de Boves, cerniéndo­se como una sombra de muerte sobre el desolado pueblito y la tensión que crece a cada instante hasta hacerse in· soportable:
"El cielo se despejaba perezosamente. El sol iba alto y su luz bañaba todas las cosas. Los ojos convergían en la hondonada del camino, de donde se esperaba que sur­gieran los invasores. A cada segundo el ansia ominosa· crecía. Bernardo contaba: uno, dos, tres ... , sin objeto para distraer sus nervios de aquella tensión insoportable. Los hombres sentían los pulsos ba­tiendo como campanas. Los más peque­ños ruidos t o m a b a n u n a significación monstruosa."
LA SEGUNDA PARTE comprende -la llega­da de Boves, el choque con los patrio­tas, en el que desaparece Roso Díaz, la violación de las puertas de la igle­sia, con todo lo que ocurre en su interior hasta el fusilamiento de Bernardo y David. A la larguísima preparación de la invasión, corresponde la rapidez con que todo se resuelve cuando Boves se hace presente: en un tiempo real breve, pero denso de acontecimientos, la acción se desencadena con ritmo ver­tiginoso y febril dinamismo. El sadismo y la crueldad de Boves y sus sol· dados, el fuerte contraste entre lo sa­grado del lugar y el carácter grotesco y siniestro de la música monótona y de la lúgubre danza, la imagen de Bo­ves a caballo en medio de la iglesia y sonriendo ante la cabeza tumbada del tambor y el sonido de la descarga del fusilamiento, configuran un cuadro sombrío y macabro que sintetiza a través de imágenes y sonidos, sin digre­siones conceptuales, todo el horror de la guerra.
b)El otro capítulo estructurado sobre la base de un motivo conductor y como una forma de respuesta al "Boves in­vadía con siete mil lanceros", es el XIII, en el cual con la misma técnica se reitera:
"Bolívar viene."
"El general Bolívar viene." "El Libertador viene." "¡Bolívar viene!"
"Bolívar venía."
"¡Viva el Libertador!"
Todo este capítulo, en el que no hay acción sino tan sólo el fluir entrecor­tado y confuso del pensamiento de Pre­sentación Campos durante su agonía, transcurre en un lapso real breve pero de tiempo psicológico intensísimo, con un ritmo lento que contrasta con la vertiginosa acción del capítulo ante­rior. Hacia el final, el fin inminente del personaje está expresado por la rei­terada alusión al sonido cada vez más próximo y ensordecedor de los tambo· res, por las voces que gritan cada vez con mayor intensidad "¡Viva el Liber­tador!" y por el ruido de los cascos de los caballos cada vez más cercano: son todos elementos sonoros, pues, en la oscuridad exterior de la prisión e interior de la agonía, Presentación Campos puede oír pero no llega a ver la triunfal llegada de su máximo an­tagonista.
6) Cada capítulo posee, como ya se di­jo, su propio ritmo narrativo, con sus curo vas y oscilaciones de mayor o menor ace­leración o lentitud según los vaivenes de la acción. Pero además, de la sucesión de las diversas unidades surge el ritmo de la novela como totalidad, como cuerpo na­rrativo unitario. En general, el ritmo es más bien lento cuando sobre la acción pre­domina la descripción de los conflictos interiores, y esto sucede cuando la presen­cia de Fernando es la dominante; por el contrario, es rápido y hasta vertiginoso cuando el relato se centra en la· figura de Presentación Campo y en bélica.
EL NARRADOR:
Narrador ES en tercera persona o narrador omnisciente
La novela está narrada en tercera persona, vale decir, que ­el autor se permite estar en todas partes ­Y penetrar en el interior de las conciencias de todos sus personajes para revelarnos sus cavilaciones, sus conflictos, dudas y sus más íntimas y secretas reac­ciones. Esto, que de por sí constituye artificio narrativo, se ve en parte atenuado en el caso de Las lanzas coloradas por el gran predominio de la acción exterior. Las escenas de guerra con los consiguien­tes movimientos de masas, muy difíciles de resolver si no media el relato objetivo de un narrador que se coloque fuera de: campo de batalla, o sea que la forma ele­gida es la más adecuada a la índole del tema.
IV) PERSONAJES
En general, los personajes de Las Lanzas coLoradas no sufren una verdadera evolu­ción interior a lo largo de la novela, lo que se modifica sustancialmente es su des­tino, su suerte, pero esto se produce al conjuro de una circunstancia ajena a ellos mismos, como es la guerra, que actúa a modo de gran catalizador que desencade­na en cada uno un cúmulo de reacciones y pone al descubierto su verdadera natu­raleza. Todos se ven enfrentados más tarde o más temprano a situaciones que reclaman una definición de la personalidad: la ne­cesidad de enrolarse en un determinado bando asumiendo una actitud consciente y decidida, el imperativo de entrar en ac­ción jugando la vida, la destrucción de un orden establecido por la larga calma de la Colonia, la pérdida de bienes y de fa­milia, la muerte. Frente a estas situaciones límite cada personaje actuará y reaccio­nará evidenciando su auténtica dimensión humana.

1) Fernando
Es un personaje minuciosamente plas­mado en su psicología, coherente en todas sus reacciones, definido por una aplastan­te acumulación de rasgos afines entre sí:

es pusilánime, tímido, vacilante, conflic­tuado siempre por ideas y valores opues­tos, indeciso, débil, cobarde, sobre todo cobarde, el miedo es el resorte último que mueve su personalidad. En un primer mo­mento, durante su vida de estudiante, se adhiere a los ideales revolucionarios por­que el ambiente de las reuniones de los patriotas -sótanos, misterio clandestini­dad, secreto- tiene para él todo el sabor de una aventura infantil en un reino in­fantil reconquistado. Su actitud ante todo esto es la de un niño deslumbrado: se emo­ciona frente a la mención de la Patria y del lazo de unión que lo liga a todos los hombres nacidos en ese mismo suelo, pero con un sentimiento confuso, sin convicción profunda, pasajero, sin arraigo, como to­do lo que experimenta Fernando. Por eso más tarde comprende que lo que en reali­dad prefiere es la vida cómoda y muelle de . "El Altar", porque aunque su espíritu comprenda todos los bellos impulsos y los generosos sacrificios, su carne es cobarde y desfalleciente. Su reacción frente a la destrucción de su hacienda y el ultraje a su hermana es igualmente infantil e inope­rante: agrede gratuitamente al único es­clavo que le ha permanecido fiel, luego llora como un niño y decide ir a la guerra en un arranque impensado, por canalizar su rabia pero no por convicción auténtica y firme. De ahí que, cuando su primera reacción violenta se aplaca, lo invade pri­mero el desaliento y luego el pánico: com­prende que carece de verdaderos motivos para ir a la guerra y estalla en un nuevo acceso de desesperación y de llanto que conmueve a Roso Díaz. Cuando se enfren­ta definitivamente con la muerte, le es imposible hasta último momento sumergirse en el corazón de la batalla, que le produce una atroz y profunda repugnan­cia, y si lo hace al fin es arrastrado por la feroz marejada y casi sin darse cuenta.

2) Presentación Campos
La técnica empleada en su trazado es la misma que en el caso de Fernando, del cual es antagonista y figura opuesta en todo. También en él se acumulan una se­rie de rasgos afines y orientados en la misma dirección: es fuerte, dominador, infatigable, altanero, ambicioso, nacido para mandar e imponerse, consciente y sa­tisfecho de su superioridad, desprecia al débil. Es la encarnación y el símbolo de la fuerza bruta, de la agresividad gratuita y animal, que no nace de motivación al­guna, sino de una simple dinámica inte­rior que lo lleva a querer la guerra por la guerra misma, porque sólo en ella sien­te la plenitud de la vida, porque su más profunda esencia es cruel, sanguinaria y destructiva. De ahí que decida ir al com­bate sin importarle en absoluto el bando en el cual alistarse, pues los ideales y las convicciones son ajenas por completo a su naturaleza.

3) El capitán David
Este párrafo lo define perfectamente:
"Él suspiró aparatosamente.' Como todos los hombres de la Europa de su tiempo, vivía y padecía en romanticismo: Sentía delectación en mostrarse ante los demás como un personaje extraño y misterioso, perseguido por el dolor y guiado por la fatalidad."
Durante casi todo el transcurso de la novela es, como dice el mismo autor, el personaje de su propia fábula, con sus grandes gestos teatrales, desasido de la realidad, flotando en una nebulosa román­tica de ideales vagamente definidos. Sin embargo, ante la muerte es el personaje que reacciona con una mayor entereza y serenidad, sorprendiendo al lector con un aplomo y una paz inusitados en su carác­ter, lo cual insinúa una forma de evolución, de maduración, con respecto a sus rasgos inicial es.
4) Bernardo
Es el hombre fiel e íntegro: fiel cama­rada de Fernando, fiel a los ideales revo­lucionarios, que ha abrazado con profun­da convicción, fiel a una conducta asumida y mantenida hasta sus últimas consecuen­cias. Tanto él como el capitán David brin­dan matices diferentes de actitud ante la gesta revolucionaria.
5) Inés
Es un personaje poco definido y secun­dario. Es melancólica, romántica y apagada, y su principal función consiste en representar para Presentación Campos el ama, en la cual cebará su furia destructiva.
Él la convierte en la víctima gratuita de la guerra que ha posibilitado el derrumbe de su mundo y su figura sólo adquiere una real dimensión trágica cuando se ex­travía para siempre, enloquecida por el dolor y el ansia de venganza, desfigurada por el incendio, buscando a Campos por
el camino del Sur que la alejará defini­vamente de él.
6) Personajes episódicos
a) Roso Díaz. Es tal vez el personaje más simpático y afectivamente más pró­ximo al lector de toda la novela. En él e acumulan y acentúan los rasgos positivos: el coraje indeclinable, el entusiasmo constante y sin claudicaciones por la causa re­volucionaria, su entrega sin reservas a la lucha, su astucia, que lo lleva a desconfiar en un primer momento de la sinceridad de Fernando, Bernardo y David, su carác­ter paternal, manifestado primero con el inglés y luego con Fernando, a quien in­tenta salvar sin enrostrarle su cobardía. Por eso es tanto más lamentable y patética para el lector la desaparición de su figura, perdida en el fragor del combate en el choque con Boves. La muerte de este magnífico personaje episódico hace más patente y terrible el horror de la guerra.
b)La Carvajala. A pesar de su breve intervención está muy bien perfilada co­mo personaje maternal y femenino de presencia mucho más concreta y real que Inés. Es la única nota de ternura que sua­viza momentáneamente la brutal existencia de Campos y a su recuerdo volverá en su agonía.
c) Los compañeros de Fernando durante su vida de estudiante. Antonio Zelina el estudiante de derecho; Gaspar Luiz, el teólogo; José Salguero, el estudiante de medicina; Carlos Irón, el músico, el pre­sidente de "Los Hijos de la Libertad", apa­recen en los capítulos III y IV para per­derse en el V. Su trazado es esquemático y sin demasiados matices psicológicos. Su función es, al principio, subrayar los vai­venes y conflictos del espíritu indeciso de Fernando, y más tarde, cuando se declara la guerra y la mayoría perece trágicamen­te -uno de ellos destrozado por la turba fanática- introducen al lector en el clima de cruento sacrificio que signará hasta el fin la gesta emancipadora.

2) Diálogos
Abundan en toda la novela y tienen por objeto matizar la monotonía de la narra­ción en tercera persona y lograr que lo personajes se den a conocer directamente al lector, sin la mediación del relator.

3) Descripciones
No son muy abundantes y en general son breves, porque el autor prefiere no entorpecer el fluir de la acción. Apuntan básicamente a "la presentación de tres ti­pos de realidades distintas:

a)Descripciones de personajes: son bre­ves pero evocan con suma eficacia la estampa y la presencia de aquellos per­sonajes en los cuales la imagen física complementa y corrobora el carácter moral y psicológico. Así, Presentación Campos:
"Bronceado, atlético, se alzó y llegó a la puerta de la habitación; el sol le labró la figura poderosa y el gesto resuelto." "Era un hombre atlético, alto, de hermo­sa presencia. El pelo crespo, la piel de bronce, vestido con un sencillo traje de tela blanca que hacía resaltar más su reciedumbre."
"Fernando era un poco grueso, con el ca­bello y los ojos oscuros y el gesto displi­cente. Su hermana Inés era una joven pálida, vestida de negro, con los ojos ilu­minados y las manos sutiles."
El capitán David:
"Por la escalera que del piso alto desem­bocaba junto a la puerta del patio, apare­ció una silueta. Un hombre rubio y esbelto. Alrededor del cuello y en los puños mucho encaje vaporoso; el cuerpo ceñido en una casaca de seda lila de hondos re­flejos, botas pulidas, el dorado cabello partido en dos trenzas ·que le caían sobre los hombros; patillas y bigote fino; los ojos azules como agua con cielo y con hojas."
Obsérvese cómo en el caso de este per­sonaje se detiene en cada detalle de su atuendo, porque éste contribuye a definir su carácter romántico, su refi­namiento y esa aureola de exotismo que contrasta violentamente con el me­dio en que transcurre la novela y que tanto agradará a Inés. Véase el con­traste con la escueta y vigorosa des­cripción de Roso Díaz:
" ... grandes bigotes, barbas cerradas y unos ojos amarillos como de vidrio. Junto
al catre, al alcance de la mano, un sable de puño de plata."
b)Descripciones de lugares: son muy es­casas. Se limitan a la ciudad de Cara­cas en el momento de la llegada y de la partida de Fernando y tienen por ob­jeto subrayar el punto de vista subje­tivo del joven, deslumbrado a su arribo por un panorama que le es por com­pleto desconocido y nuevo, y melancó­lico cuando abandona la ciudad para regresar a la hacienda, mientras su mirada se detiene con afecto y nostal­gia en cada casa, en los árboles, en las gentes, en la Plaza Mayor, en los con­ventos, en las calles, en " ... todas aque­llas cosas que lo habían ayudado a des­cubrir su alma".
También se describen algunos rincones de la agreste y salvaje naturaleza ve­nezolana desde el punto de vista del capitán David, para acentuar su asom­bro de extranjero ante una exuberancia que le es ajena y desconocida. Co­mo puede observarse, este tipo de des­cripción nunca cumple un simple papel decorativo y ni siquiera el de presentar un determinado escenario de la ac­ción, sino que está en función de presar la vivencia del personaje frente a ciertos paisajes que hablan de una manera particular a su espíritu.
e)Descripciones de batallas: son las más abundantes e importantes dada la índole del tema. Son también las más extensas, y, en algunos casos, como en el capítulo XII, dominan casi la totali­dad del relato. Es en ellas donde el autor hace alarde de un estilo más ela­borado, empleando un torrente de imágenes dinámicas, cromáticas, auditivas, metáforas, comparaciones, reiteracio­nes, enumeraciones, profusión de ver­bos, alternancia de períodos oracionales brevísimos con otros de mayor longitud, todo ello ensamblado de tal manera que sumerge al lector de lleno en la realidad viva, frenética y dolo­rosa de la guerra:
"-¡Que cargue todo el mundo!
Desde 'su lado,' la orden es llevada veloz a todos los extremos del campo. La orden
florece en todas las bocas y va haciendo desplazar grandes masas. El trueno de los cascos llena todo el ambiente. Los lance· ros que se atormentaban en la espera se precipitan a mezclarse en la vorágine. Co­rren los jinetes transmitiendo la orden, y las masas oscuras de caballería van avan­zando. Desde lejos es impresionante aquel desplazamiento de islas humanas que transportan florestas de lanzas.
Ya hay casi tanta gente tendida en tierra como los que se encarnizan batallando. Fernando adivina como la proximidad de algo inminente qué ya no puede eludir. Como si aquel hombre que había partido de su lado lo arrastrara indivisiblemente, como si las máscaras grotescas de los in­dios ensangrentados lo persiguieran. Había visto ya un pelotón de caballería penetrar entre los seminaristas y barrer­los con los pechos de los caballos, desga­rrarlos con los agudos hierros, pasarIos bajo los cascos. Algunos cuerpos flacos volteaban en el aire y luego caían mos­trando la carne blanca y muerta entre los desgarrones de la sotana.
Las visiones lo obsesionaban. Había puesto a marchar su caballo, a marchar hacia la trágica baraúnda. Veía la batalla sin darse cuenta de que estaba entrando en ella. Cada vez se aproximaba más. Apenas se daba cuenta del paso por el crujir del cuero de la montura. Se iba acercando irremisiblemente. Era su turno. Todas las fuerzas godas se desplazaban en un solo movimiento de ataque. En persona, sobre su caballo negro, Boves se lanza a la carga.
Boves carga. Lentamente pasa del paso al galope, del galope a la carrera. Junto a la crin desatada, el resplandor de lanza lo guía. Detrás, como el polvo de los cascos, como la sombra de unas infinitas alas sombrías, toda la caballería desbocada. La orden va pasando de boca en boca: -jA la carga todos!
-jA la carga todos!
Ya no hay nada quieto, ni la tierra misma, ni los árboles, ni el aire estremecido por los cañones, ni los muertos, .pisoteados, pisoteados por las bestias. Todo hierve, como las banderas, que el viento quiere deshilachar.
Ya nadie es un hombre; cada cual es tan sólo una ~osa fatal que sabe destruir, que quiere destruir, que no alienta sino para destruir."
4) En el último capítulo, dedicado a la agonía de Presentación Campos, el autor reproduce el fluir desordenado de su con­ciencia, en el que se mezclan las imágenes de la guerra, sus sentimientos dominantes, los personajes que ocuparon un lugar des­tacado en su vida, sus recuerdos y sus sen­saciones presentes, todo ello en forma por completo caótica. La técnica que utiliza aquí Uslar Pietri es muy similar al monó­logo interior, tan frecuente en la literatu­ra actual, pero con la diferencia de que en su mayor parte está expresada en ter­cera persona, con breves intervenciones directas del personaje en primera perso­na. Es un recurso muy eficaz, que corona de manera acertada la novela.
5) El estilo
Ya se ha aludido a muchos de sus ras­gos en los puntos anteriores: la agilidad de la prosa, el uso de todos los recursos del lenguaje poético en forma verdadera­mente caudalosa y torrencial para lograr las vívidas imágenes de la batalla, el em­pleo frecuente del diálogo, el hábil manejo de períodos oracionales muy breves para acelerar el ritmo de la narración y de otros largos para demorarlo.
Obsérvese la profusión de imágenes cro­máticas para lograr la descripción del cre­púsculo:
"Marchando por la orilla vieron celebrar­se el violento crepúsculo. El ambiente fue blanco, verde, cárdeno, rojo sangre. Luego, . todo azuleó y se hizo aéreo. Los colores
se fueron madurando de sombra. Volaba el canto penetrante de los pájaros de la tarde. En el resplandor azul el primer lu­cero enhebraba escamas de sardina."
Otro recurso que utiliza con mucha fre­cuencia, sobre todo en las descripciones de batallas, es la anáfora, que acentúa, a través de la reiteración, la intensidad de los sentimientos o la cantidad de hombres y caballos que se agitan en la contienda:
"Lo advierte el centinela, lo advierten los hombres sobre los techos, lo advierte Ri­bas, y da una orden rápida:"
" ... y -entonces ya los ojos encarnizados sólo ven terribles ojos duros y fríos cris­talizados de furia, pálidas miradas mor­tales en el vuelo de las lanzas, entre el relámpago de las lanzas, bajo el árbol frondoso de las lanzas. Ojos de vidrio de los muertos, ojos de aceite de los caballos, ojos punzantes del hombre que viene, que· puede herir con la mirada o con el arma, ojos que no se cierran porque apagarían la batalla; ojos del seminarista borrachos de sangre y muerte; ojos claros de Boves. Resplandores siniestros, aguaceros de res­plandores, ojos, ojos y lanzas sobre la ca­ballería tempestuosa."

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