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22 de agosto de 2017

Análisis de "Convivio" de Dante Alighieri


El Convivio o Convite fue la segunda obra de Dante. En ella se propuso cumplir un programa muy ambicioso: comentar catorce canciones doctrinarias suyas, proporcionando acerca de ellas una interpretación literal, alegórica, moral y anagógica, es decir, analizán­dolas según los cuatro sentidos que la doctrina de su época sugería buscar en las escrituras. 

A cada canción debía corresponder un tratado y, por lo tan­to, el Convivio hubiera costado de quin­ce partes, la primera de las cuales ser­viría de introducción a todo el libro. La obra habría resultado de vastas pro­porciones, una verdadera enciclopedia del saber medieval, pues Dante preten­día desarrollas minuciosamente todas las alusiones contenidas en los versos. Lo cual se hace evidente a través de la pequeña parte que realmente escri­bió (quizás interrumpió la redacción por la llegada de Enrique de Luxemburgo a Italia), donde, por ejemplo, el primer verso de una canción ("Vo­sotros que con entendimiento movéis el tercer cielo") le da ocasión de tratar extensamente sobre el ordena­miento de los cielos y sus movimien­tos, de las jerarquías de las inteligen­cias angélicas, de sus relaciones con la Divinidad y de su función.
Como se ha dicho, la obra quedó inconclusa. Dante compuso sólo cua­tro de los quince tratados: el prime­ro sirve de introducción y los demás comentan ampliamente la canción que ya mencionamos y otras dos: "Amor que en la mente me conversa" y "Las dulces rimas de amor que yo solía". En el primer tratado se explica, al comienzo, la razón del título. Dante concibe a su otara como un banquete (convivium) de sabiduría, aprestado para los innumerables hombres que no se han alimentado con ninguna doctrina a causa de las preocupacio­nes familiares o civiles o porque han vivido alejados de todo ambiente cul­to. Movido por la misericordia, ofre­cerá a estos "verdaderos pobres", que "siempre ' viven hambrientos", una parte de su "poca" doctrina. Las ca­torce canciones serán los "platos" en este alegórico banquete, y el comen­tario será el "pan", sin el cual el alimento de la sabiduría no podría ser asimilado.
Ya expuestas las razones del título, Dante se detiene a defenderse del pro­bable reproche' que le dirigirán los doctos por haber escrito en vulgar acerca de argumentos muy elevados, para los cuales tradicionalmente se empleaba el latín. Y no sólo se jus­tifica recordando la finalidad de su obra y demostrando que hubiese sido absurdo comentar en latín canciones en vulgar, sino que levanta una fiera protesta contra los "detractores" del vulgar italiano y lo exalta como digno de tratar todo argumento y admira­ble por su "dulcísima y amabilísima belleza". El segundo tratado, como dijimos, desarrolla la doctrina de los cielos y de los ángeles, y también se explaya sobre las ciencias medievales del trlvium y del cuadrivium. En el tercero se razona acerca del alma, del amor y de la filosofía. Por último, el cuarto trata de la nobleza enten­dida a la manera stilnovista, como conquista moral, del imperio romano y de su función, y, además, de los motivos por los cuales el hombre se precipita en el pecado. Esta obra fue escrita casi ciertamente entre 1304 y 1308; las canciones, por el contrario, ya habían sido compuestas en años precedentes. Por lo tanto, entre el Convivio y la Vida nueva median alrededor de diez años de dis­tancia, y las duras y complejas expe­riencias de la vida política, la amar gura del exilio y el trabajoso crecer del hombre sotare el joven soñador de la primera obra. Pero el Convivio documenta sobre todo una doctrina más amplia y más orgánica de la que se manifiesta en la obrita juvenil de Dante. Se hace patente un conocimien­to más profundo de los clásicos la­tinos y especialmente de Aristóteles, a través de Santo Tomás y de los comentarios de los árabes Averroes y Avicena, una asimilación de vigorosa de filósofos y teólogos medievales, desde San Agustín a Alberto Magno y a Egidio Colonna, una capacidad de meditación y un rigor lógico poco comunes. Intuimos en estas páginas la arquitectura doctrinal que habría de sostener la poesía de la Comedia, constituyendo a veces su límite, pero más a menudo su robusta sustancia. Finalmente, debe verse también en el Convivio el fin apologético de mos­trar la propia cultura, para purgarse de la "mácula de infamia" con que la desventura del exilio y de la po­breza habían manchado a Dante, y adquirir mayor autoridad frente a los señores que lo hospedaban y frente a la misma patria, en la cual esperaba aún "descansar su ánimo atribulado y terminar el tiempo que le había sido concedido".
FUENTE:CEAL, Capítulo Universal- La Historia de la Literatura Mundial Nº 8 /101, Buenos Aires, 1970.



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