LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Venus y Cupido
Siento, niños míos, introduciros en tan mala compañía como lo es la de los imaginarios dioses de la Mitología. Al considerar tanto dislate podréis convenceros de cómo se van perdiendo entre los hombres, cuando se apartan del Dios de la verdad y de la perfección, no sólo las nociones del bien y del mal, sino hasta el sentido común.
Venus era la diosa de la hermosura y de la Gracia: generalmente se creía que había nacido de la espuma del mar en las aguas de la isla de Citeres, en donde tuvo uno de sus más afamados templos. Otros autores dicen que fue hija del Cielo y de la Luz. Lleváronla las Horas al Olimpo, y al verla, todos los dioses se enamoraron de ella, hasta el señor Júpiter, y viendo que ella no le correspondía, por castigarla la casó con su horroroso hijo Vulcano; pero Venas no quería por marido sino a Marte, y habiéndola hallado aquél, a pesar de habérselo prohibido, hablando con Marte, los encerró en una sutil red de hierro que al intento fabricó en su fragua para convencer a Júpiter de la desobediencia de su mujer; después de lo cual se volvió a su fragua y quedaron divorciados. Casóse Venus con Marte. De su consorcio tuvo Venus dos hijos, Cupido, también llamado Eros, que es el dios del Amor, y el segundo llamado Anteros, que es el dios de la Correspondencia, o amor que corresponde al primero; son éstos dos diosecitos muy lindos, y no siempre están unidos. Represéntase al primero como un niño con alas, para indicar que pasa pronto, y con los ojos vendados para probar que no ve el mérito o demérito de la persona a quien se dirige, ni sus defectos, mientras se fija en ella. Lleva también un arco y una aljaba en que están las famosas flechas con que el picarillo hiere los corazones. Se le representa también con esos mismos atributos, como un joven que se enamoró de una princesa llamada Psiquis. Encargó a Céfiro que la robase y pusiese en un hermoso palacio encantado, en el que venía Cupido a verla; pero siempre de noche y a oscuras para que no lo conociese. Una noche que Cupido se quedó dormido, la curiosa Psiquis encendió una lámpara para conocerle, y habiendo caído una gota de aceite sobre su pecho, Cupido despertó y huyó. Psiquis desesperada acudió a Venus para que la reconciliase con su amante, pero ésta, celosa del amor que inspiraba a su hijo, la entregó e hizo prisionera de dos deidades crueles, que eran la Soledad y la Tristeza. -Cupido logró de Júpiter que la trajese al Olimpo, en donde bebió el néctar, y con esta bebida el don de la inmortalidad, celebrándose sus alegres bodas, en las que bailó la misma Venus, ya desenojada.
Eran consagradas a esta diosa, entre las flores, la rosa; entre las frutas, la manzana; entre los árboles, el mirto; entre los animales, el cisne, el gorrión y sobre todo las tórtolas; por eso se la representa casi siempre en un carro tirado por algunas de estas aves. También se la representa completamente desnuda, como a Eva en el Paraíso, para significar que mientras más cumplida es la belleza, menos adornos necesita.
Tuvo de su segundo consorte Baco tres hijas, Aglae, Talía y Eufrosina, que son las tres Gracias, que siempre se pintan unidas, y también desnudas, para significar que las gracias deben ser naturales, sencillas y exentas de pretensiones.
Como nada hay preciso ni exacto en la Mitología, que se compone en gran parte de metáforas o alegorías, para figurar con cosas materiales las morales, unos autores dicen que el Amor fue lo que antes que nada existió, y que de su consorcio con el Caos nacieron los dioses y los hombres; otros que fue hijo de la Noche y del Éter (el éter es el aire más puro de la más alta atmósfera). Otros dicen que hay dos amores, uno del cielo y otro de la Tierra, como pudiéramos decirlo nosotros los cristianos, que tenemos la dicha de conocer el amor a nuestros semejantes y la sin par suerte de conocer el divino.
Son muy nombrados los amores de Venus con un joven y bello príncipe, hijo de Mirra, nombrado Adonis. Marte, celoso, lo hizo despedazar por un enorme jabalí. -Venus, afligida, reunió sus esparcidos restos y los convirtió en la flor anémona.
BUSCAR EN ESTE BLOG
Mostrando entradas con la etiqueta LA MITOLOGÍA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LA MITOLOGÍA. Mostrar todas las entradas
30 de julio de 2010
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS-MINERVA
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Minerva
Enterados ya, según espero (si vuestras señorías han prestado un poco de atención), de los principales dioses y dueños del cielo, mar e infierno, según los griegos, que cayendo de error en error fueron creando su Mitología, seguiremos ahora con la nomenclatura de los demás dioses hijos de aquéllos, y empezaremos por Minerva, que es la diosa de la Sabiduría.
De mal humor Júpiter con Juno, por aquel hijo tan feo que le había parido, y que como recordarán ustedes echó su padre con un puntapié del Olimpo se dio una palmada en la frente y sacó de su cabeza a una hermosa mujer cubierta de una armadura completa, a la que hizo diosa de la Sabiduría, y que como tal se llama Minerva, y diosa de la Guerra, y en este concepto se llamaba Palas.
Algunos autores pretenden que fue siempre doncella, para significar que la prudencia, que personificaba también, debe obrar sola y sin extrañas influencias; otros dicen que tuvo por marido a Vulcano.
Represéntanla con una hermosura llena de sencillez y gravedad, lo que no impidió que fuese una de las tres diosas que se disputaron la manzana que la Discordia, como ya os he referido al hablar de la boda de Tetis, echó en la mesa del banquete, con un letrero que decía: «A la más hermosa», y que llevase muy a mal que no le fuese adjudicada por Paris, de quien juró vengarse; por lo que veis, que en aquella religión que carecía de todo destello divino, ni aun la diosa de la Sabiduría estaba exenta de vicios tan ridículos, como lo es el de la vanidad, y tan bajos como lo es el de la venganza. -Llevaba Minerva sobre su cabeza un yelmo, sobre su pecho su égida con la cabeza de Medusa, en una mano un escudo y en la otra una lanza; otros ponen en su mano una rama de olivo y es con este motivo: Disputáronse Neptuno y ella sobre el nombre que debía ponérsele a la capital del Ática; aquél quería fuese su nombre Posidonia, y ésta que llevase uno de los suyos, que era Atena. -Acudieron al tribunal supremo de los dioses para que fallase en su contienda, y éstos dijeron que tendría derecho a darle nombre a la ciudad aquel que crease la cosa más útil a los hombres. -Neptuno, golpeando la tierra con su tridente, hizo que surgiese el caballo, y Minerva hizo que de la tierra brotase el olivo, y obtuvo el premio.
Muchas cosas en ciencias y artes enseñó Minerva a los hombres. La más notable fue la construcción de la nave que tripularon los Argonautas, a la que puso un leño que hablaba, mandando y guiando la nave, haciéndole evitar escollos; lo que es un modo bonito y poético de designar el timón.
Los Argonautas, que tomaron su nombre de dicho barco, que se llamaba Argos, eran unos príncipes griegos, que en número de cincuenta y dos se embarcaron en ella para ir a Cólchida a vengar la muerte de Frixo y a rescatar el Toisón de oro o Vellocino.
Frixo y su hermana Hellé, huyendo de su padre Frino, rey de Tebas, que los quería sacrificar a los dioses para aplacar una epidemia que despoblaba el país, atravesaron subidos en un carnero de dorado vellón el brazo de mar que separa el Asia de la Europa; Hellé, asustada del ruido de las olas, cayó al mar y se ahogó, por lo cual tomó dicho brazo de mar el nombre que aún conserva de Helesponto. Llegado que hubo Frixo a Cólchida, en donde reinaba Eeste, sacrificó el carnero a Marte, y su zalea a toisón, o vellón, fue suspendida en un árbol guardada por dragones, que velaban de noche, y por toros bravos que tenían pies de bronce.
Habiendo concedido Marte al Toisón la virtud de que proporcionase felicidad y riqueza al que lo poseyera, Eeste, envidioso de Frixo por tan precioso tesoro, lo asesinó y se hizo dueño de él. Sabido esto por los príncipes griegos, determinaron vengar la muerte de Frixo y rescatar el Toisón, y esto fue la causa de aquella famosa expedición.
Minerva era muy amiga de enseñar, por lo cual la pintan con un búho para significar el estudio, porque vela de noche, y con un dragón, que significa la rígida virtud, a la que nadie se atreve, como al dragón.
Minerva
Enterados ya, según espero (si vuestras señorías han prestado un poco de atención), de los principales dioses y dueños del cielo, mar e infierno, según los griegos, que cayendo de error en error fueron creando su Mitología, seguiremos ahora con la nomenclatura de los demás dioses hijos de aquéllos, y empezaremos por Minerva, que es la diosa de la Sabiduría.
De mal humor Júpiter con Juno, por aquel hijo tan feo que le había parido, y que como recordarán ustedes echó su padre con un puntapié del Olimpo se dio una palmada en la frente y sacó de su cabeza a una hermosa mujer cubierta de una armadura completa, a la que hizo diosa de la Sabiduría, y que como tal se llama Minerva, y diosa de la Guerra, y en este concepto se llamaba Palas.
Algunos autores pretenden que fue siempre doncella, para significar que la prudencia, que personificaba también, debe obrar sola y sin extrañas influencias; otros dicen que tuvo por marido a Vulcano.
Represéntanla con una hermosura llena de sencillez y gravedad, lo que no impidió que fuese una de las tres diosas que se disputaron la manzana que la Discordia, como ya os he referido al hablar de la boda de Tetis, echó en la mesa del banquete, con un letrero que decía: «A la más hermosa», y que llevase muy a mal que no le fuese adjudicada por Paris, de quien juró vengarse; por lo que veis, que en aquella religión que carecía de todo destello divino, ni aun la diosa de la Sabiduría estaba exenta de vicios tan ridículos, como lo es el de la vanidad, y tan bajos como lo es el de la venganza. -Llevaba Minerva sobre su cabeza un yelmo, sobre su pecho su égida con la cabeza de Medusa, en una mano un escudo y en la otra una lanza; otros ponen en su mano una rama de olivo y es con este motivo: Disputáronse Neptuno y ella sobre el nombre que debía ponérsele a la capital del Ática; aquél quería fuese su nombre Posidonia, y ésta que llevase uno de los suyos, que era Atena. -Acudieron al tribunal supremo de los dioses para que fallase en su contienda, y éstos dijeron que tendría derecho a darle nombre a la ciudad aquel que crease la cosa más útil a los hombres. -Neptuno, golpeando la tierra con su tridente, hizo que surgiese el caballo, y Minerva hizo que de la tierra brotase el olivo, y obtuvo el premio.
Muchas cosas en ciencias y artes enseñó Minerva a los hombres. La más notable fue la construcción de la nave que tripularon los Argonautas, a la que puso un leño que hablaba, mandando y guiando la nave, haciéndole evitar escollos; lo que es un modo bonito y poético de designar el timón.
Los Argonautas, que tomaron su nombre de dicho barco, que se llamaba Argos, eran unos príncipes griegos, que en número de cincuenta y dos se embarcaron en ella para ir a Cólchida a vengar la muerte de Frixo y a rescatar el Toisón de oro o Vellocino.
Frixo y su hermana Hellé, huyendo de su padre Frino, rey de Tebas, que los quería sacrificar a los dioses para aplacar una epidemia que despoblaba el país, atravesaron subidos en un carnero de dorado vellón el brazo de mar que separa el Asia de la Europa; Hellé, asustada del ruido de las olas, cayó al mar y se ahogó, por lo cual tomó dicho brazo de mar el nombre que aún conserva de Helesponto. Llegado que hubo Frixo a Cólchida, en donde reinaba Eeste, sacrificó el carnero a Marte, y su zalea a toisón, o vellón, fue suspendida en un árbol guardada por dragones, que velaban de noche, y por toros bravos que tenían pies de bronce.
Habiendo concedido Marte al Toisón la virtud de que proporcionase felicidad y riqueza al que lo poseyera, Eeste, envidioso de Frixo por tan precioso tesoro, lo asesinó y se hizo dueño de él. Sabido esto por los príncipes griegos, determinaron vengar la muerte de Frixo y rescatar el Toisón, y esto fue la causa de aquella famosa expedición.
Minerva era muy amiga de enseñar, por lo cual la pintan con un búho para significar el estudio, porque vela de noche, y con un dragón, que significa la rígida virtud, a la que nadie se atreve, como al dragón.
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS-PLUTÓN Y ORCO
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Plutón y el Orco
Este nombre se deriva de una palabra griega que quiere decir «riqueza», para significar que la contiene la tierra en sus entrañas, y fue el que recibió el hijo de Saturno a quien tocó el reino subterráneo de los infiernos. No halló su majestad diosa que quisiese compartir con él su triste imperio, y tuvo que robar a Proserpina, hija de su hermana Ceres. El dolor que por este rapto sintió esta diosa, que corrió mucho tiempo tras del raptor y de su hija, es muy nombrado en la Mitología.
Había en los infiernos paganos varios ríos, que eran el Aqueronte, el Cocito, el Flegetón y el Styx. Pasaba a las almas a la orilla opuesta Carón, que era un viejo nexorable, hijo de Erebo (que era la noche) y del Caos. Las almas hallaban a la orilla opuesta el tribunal que las había de juzgar, compuesto por tres jueces, que eran Eaco, Minos y Radamanto. Las de los buenos iban a los Campos Elíseos, y las de los malos al Tártaro.
El portero de aquellos lugares era el can Cerbero, que era un perro de tres cabezas; hacían de verdugos las tres Furias, que se llamaban Alecto, Megera y Tisifone, y eran hijas de Aqueronte. Se pintan con teas y víboras en las manos y cabelleras de serpientes. Moraban allí también las tres Parcas, que hilaban y cortaban el hilo de la vida de los mortales. Lachesis tenía el huso, Cloto el hilo y Atropos, la más vieja de las tres, las tijeras con que lo cortaba. Forma la alegoría de lo pasado, de lo presente y de lo futuro.
Después de algún número de años pasaban las almas que iban a los Campos Elíseos de nuevo a vivir en el mundo; pero antes bebían en el Leteo, que es el río del olvido, para que olvidasen su anterior existencia.
Plutón se suele pintar como un rey muy grave, sentado en su trono con una corona de oro; tiene otros varios nombres, como son: Arco, Februo y Urgo.
Había otro personaje en aquel mustio reino, que era ministro de Plutón, y se llamaba Pluto. Era el dios de la Riqueza, y lo hacían hijo de Ceres y de Jusión, para significar que la agricultura era la verdadera madre de la riqueza.
Pluto tenía vista; pero habiendo dicho a Júpiter que sólo favorecía a la virtud, este dios lo cegó para que no pudiese discernir la virtud y el vicio.
Píntanlo como un anciano que trae en la mano un talego, acercándose con paso lento y alejándose con alas, para significar cuán despacio se adquieren y cuán aprisa se disipan las riquezas.
No saldremos de esta sombría mansión sin que os imponga de ciertos castigos inferidos allí a algunos criminales, porque han llegado a ser proverbiales, tal como lo es el tormento de Tántalo, que padece eterna hambre y sed, metido en un lago, cuyas puras y frescas aguas se retiran de sus labios cuando a ellas las acerca, y sobre cuya cabeza cuelgan ramas con sazonadas frutas, que se elevan a gran altura cuando su mano va a asirlas. Atribúyese este castigo a varias causas, siendo la más adoptada el haber robado de la mesa de los dioses el ambrosía, que era su alimento, y el néctar, que era su bebida, que ambos tenían la virtud de conservar la juventud y dar la inmortalidad. -Dicen autores griegos que este tormento de
Tántalo es una alegoría para pintar al avaro, que no disfruta de lo que tiene y cuya ansia no se aplaca nunca.
Es otro tormento el de Sísifo, hijo de Eolo, sobre cuyo crimen hay varias versiones, pero siendo la más general el que fuese un salteador de caminos, ladrón y asesino, por lo que está condenado a subir a un monte un peñasco que apenas llega a la cumbre cuando cae velozmente al pie de la cuesta, y el condenado se ve obligado a emprender de nuevo su tarea; por eso se dice de un trabajo que se hace muchas veces, sin lograr éxito, que es el de Sísifo.
Es también nombrado el castigo de las Danaides, que eran cincuenta hijas del rey de Egipto. Su hermano Egisto tenía cincuenta hijos, y pretendió casarlos con sus cincuenta primas. No siendo gustoso Dánao ni sus hijas en este enlace, pero no atreviéndose a rehusarlo por temor, se desposaron; pero aquella noche, habiendo recibido al efecto cada cual un puñal de su padre, mataron a sus maridos y huyeron a Argos. Una sola, llamada Hipermestra, se exceptuó de este crimen, por el que están las que lo cometieron condenadas a llenar de agua una cuba que no tiene fondo, por lo cual se dice de un trabajo inútil o inacabable que es el de las Danaides.
Hay también el tormento de Ixión, que está atado en una rueda rodeada de serpientes, que da vueltas sin cesar; su crimen fue haber muerto a su suegro, y perdonado por Júpiter pagó este beneficio con la osadía de enamorarse de Juno, que se quejó de ello a su marido, y éste condenó al malvado al referido castigo.
Plutón y el Orco
Este nombre se deriva de una palabra griega que quiere decir «riqueza», para significar que la contiene la tierra en sus entrañas, y fue el que recibió el hijo de Saturno a quien tocó el reino subterráneo de los infiernos. No halló su majestad diosa que quisiese compartir con él su triste imperio, y tuvo que robar a Proserpina, hija de su hermana Ceres. El dolor que por este rapto sintió esta diosa, que corrió mucho tiempo tras del raptor y de su hija, es muy nombrado en la Mitología.
Había en los infiernos paganos varios ríos, que eran el Aqueronte, el Cocito, el Flegetón y el Styx. Pasaba a las almas a la orilla opuesta Carón, que era un viejo nexorable, hijo de Erebo (que era la noche) y del Caos. Las almas hallaban a la orilla opuesta el tribunal que las había de juzgar, compuesto por tres jueces, que eran Eaco, Minos y Radamanto. Las de los buenos iban a los Campos Elíseos, y las de los malos al Tártaro.
El portero de aquellos lugares era el can Cerbero, que era un perro de tres cabezas; hacían de verdugos las tres Furias, que se llamaban Alecto, Megera y Tisifone, y eran hijas de Aqueronte. Se pintan con teas y víboras en las manos y cabelleras de serpientes. Moraban allí también las tres Parcas, que hilaban y cortaban el hilo de la vida de los mortales. Lachesis tenía el huso, Cloto el hilo y Atropos, la más vieja de las tres, las tijeras con que lo cortaba. Forma la alegoría de lo pasado, de lo presente y de lo futuro.
Después de algún número de años pasaban las almas que iban a los Campos Elíseos de nuevo a vivir en el mundo; pero antes bebían en el Leteo, que es el río del olvido, para que olvidasen su anterior existencia.
Plutón se suele pintar como un rey muy grave, sentado en su trono con una corona de oro; tiene otros varios nombres, como son: Arco, Februo y Urgo.
Había otro personaje en aquel mustio reino, que era ministro de Plutón, y se llamaba Pluto. Era el dios de la Riqueza, y lo hacían hijo de Ceres y de Jusión, para significar que la agricultura era la verdadera madre de la riqueza.
Pluto tenía vista; pero habiendo dicho a Júpiter que sólo favorecía a la virtud, este dios lo cegó para que no pudiese discernir la virtud y el vicio.
Píntanlo como un anciano que trae en la mano un talego, acercándose con paso lento y alejándose con alas, para significar cuán despacio se adquieren y cuán aprisa se disipan las riquezas.
No saldremos de esta sombría mansión sin que os imponga de ciertos castigos inferidos allí a algunos criminales, porque han llegado a ser proverbiales, tal como lo es el tormento de Tántalo, que padece eterna hambre y sed, metido en un lago, cuyas puras y frescas aguas se retiran de sus labios cuando a ellas las acerca, y sobre cuya cabeza cuelgan ramas con sazonadas frutas, que se elevan a gran altura cuando su mano va a asirlas. Atribúyese este castigo a varias causas, siendo la más adoptada el haber robado de la mesa de los dioses el ambrosía, que era su alimento, y el néctar, que era su bebida, que ambos tenían la virtud de conservar la juventud y dar la inmortalidad. -Dicen autores griegos que este tormento de
Tántalo es una alegoría para pintar al avaro, que no disfruta de lo que tiene y cuya ansia no se aplaca nunca.
Es otro tormento el de Sísifo, hijo de Eolo, sobre cuyo crimen hay varias versiones, pero siendo la más general el que fuese un salteador de caminos, ladrón y asesino, por lo que está condenado a subir a un monte un peñasco que apenas llega a la cumbre cuando cae velozmente al pie de la cuesta, y el condenado se ve obligado a emprender de nuevo su tarea; por eso se dice de un trabajo que se hace muchas veces, sin lograr éxito, que es el de Sísifo.
Es también nombrado el castigo de las Danaides, que eran cincuenta hijas del rey de Egipto. Su hermano Egisto tenía cincuenta hijos, y pretendió casarlos con sus cincuenta primas. No siendo gustoso Dánao ni sus hijas en este enlace, pero no atreviéndose a rehusarlo por temor, se desposaron; pero aquella noche, habiendo recibido al efecto cada cual un puñal de su padre, mataron a sus maridos y huyeron a Argos. Una sola, llamada Hipermestra, se exceptuó de este crimen, por el que están las que lo cometieron condenadas a llenar de agua una cuba que no tiene fondo, por lo cual se dice de un trabajo inútil o inacabable que es el de las Danaides.
Hay también el tormento de Ixión, que está atado en una rueda rodeada de serpientes, que da vueltas sin cesar; su crimen fue haber muerto a su suegro, y perdonado por Júpiter pagó este beneficio con la osadía de enamorarse de Juno, que se quejó de ello a su marido, y éste condenó al malvado al referido castigo.
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS-NEPTUNO Y LAS NINFAS MARINAS
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Neptuno y las ninfas marinas
También a este hijo suyo ocultó Cibeles en una cabreriza de Arcadia, llevando a Saturno, que se lo engulló, un potrito que le dijo haber parido. Cúpole en suerte el imperio de los mares, ríos y arroyos.
Enamoróse de Anfitrite, que no lo quiso hasta que un buen mediador, que fue un delfín, la persuadió que recibiese al dios de los Mares por esposo. Era este dios su abuelo, por ser padre del Océano, que lo era de Anfitrite, a quien tuvo de Doris, hija de Nereo y de Tetis. Tuvieron por hijos a los Tritones, las Nereidas, que eran las ninfas de la mar, y las Náyades, que lo eran de los ríos, que figuraban medio mujeres y medio pescados. Lo representan sentado en una concha de gran tamaño, tirado por hipopótamos unas veces, y otras por caballos marinos, cuyos cuerpos terminaban en cola de pescado, llevando en la mano un tridente que tenía tres puntas, para significar el triple poder que tenía de conservar la mar, de solevantarla y de apaciguarla. Habíanlo fraguado los Cíclopes, y tenía el poder de abrir la tierra cuando Neptuno la golpeaba con él.
Nereo, divinidad marina, hijo del Océano y de la Tierra, casó con Doris, y tuvo por hija a Tetis. Era ésta tan hermosa, que muchos dioses la pretendieron; pero habiendo sabido que un oráculo de Temis decía que Tetis tendría un hijo más famoso y más grande que su padre, todos desistieron en sus pretensiones, y Tetis tuvo que casarse con un simple mortal que fue Peleo, hijo de Eaco, rey de Egina. Fueron convidados a sus bodas todos los dioses y divinidades, menos la Discordia, que por vengarse tiró en la mesa del festín una manzana, con un letrero que decía: «A la más hermosa»; y queriéndosela apropiar todas las diosas, se la disputaron, tanto, que resultaron grandes males, como sucede siempre que todos quieren una misma cosa, a la que por amor propio o ambición creen tener opción o derecho; por eso se dice aún en nuestros días que ciertas cosas son la «manzana de la Discordia».
Scila y Caribdis son dos monstruos marinos. La primera había sido una bella ninfa de quien se enamoró Glauco, y no siendo correspondido logró que la hechicera Circe la transformase en un monstruo, de cuyo cuerpo salían porción de cabezas de perros, las que con sus continuos ladridos atemorizaban a cuantos se le acercaban. La pobre Scila desesperada se tiró al mar en el estrecho de Sicilia. Al frente está un peligroso remolino en que fue transformada Caribdis, que había robado los bueyes de Hércules; por lo cual se dice al que por huir de un mal paso o mal encuentro se halla otro, que salió de Scila para entrar en Caribdis, como suele suceder a los barcos en ese estrecho.
Las Sirenas, hijas del río Acheloo, poseían con tanta perfección la música, que habrían hecho hoy día gran papel entre los filarmónicos. Dicen que para castigarlas de la mala vida que llevaban, fueron transformadas en pájaros, conservando cabeza de mujer; pero comúnmente se les representa como mujeres de cintura arriba, y lo demás como pescados, que en las orillas del mar cantan para atraer a los navegantes a su perdición sobre los escollos. Así es que el canto de la Sirena sirve para definir una cosa suave y dulce que arrastra a un peligro. Conocéis, pues, los habitantes con los que la imaginación de los griegos pobló la mar. Después bajaremos a sus infiernos, que son menos divertidos.
Neptuno y las ninfas marinas
También a este hijo suyo ocultó Cibeles en una cabreriza de Arcadia, llevando a Saturno, que se lo engulló, un potrito que le dijo haber parido. Cúpole en suerte el imperio de los mares, ríos y arroyos.
Enamoróse de Anfitrite, que no lo quiso hasta que un buen mediador, que fue un delfín, la persuadió que recibiese al dios de los Mares por esposo. Era este dios su abuelo, por ser padre del Océano, que lo era de Anfitrite, a quien tuvo de Doris, hija de Nereo y de Tetis. Tuvieron por hijos a los Tritones, las Nereidas, que eran las ninfas de la mar, y las Náyades, que lo eran de los ríos, que figuraban medio mujeres y medio pescados. Lo representan sentado en una concha de gran tamaño, tirado por hipopótamos unas veces, y otras por caballos marinos, cuyos cuerpos terminaban en cola de pescado, llevando en la mano un tridente que tenía tres puntas, para significar el triple poder que tenía de conservar la mar, de solevantarla y de apaciguarla. Habíanlo fraguado los Cíclopes, y tenía el poder de abrir la tierra cuando Neptuno la golpeaba con él.
Nereo, divinidad marina, hijo del Océano y de la Tierra, casó con Doris, y tuvo por hija a Tetis. Era ésta tan hermosa, que muchos dioses la pretendieron; pero habiendo sabido que un oráculo de Temis decía que Tetis tendría un hijo más famoso y más grande que su padre, todos desistieron en sus pretensiones, y Tetis tuvo que casarse con un simple mortal que fue Peleo, hijo de Eaco, rey de Egina. Fueron convidados a sus bodas todos los dioses y divinidades, menos la Discordia, que por vengarse tiró en la mesa del festín una manzana, con un letrero que decía: «A la más hermosa»; y queriéndosela apropiar todas las diosas, se la disputaron, tanto, que resultaron grandes males, como sucede siempre que todos quieren una misma cosa, a la que por amor propio o ambición creen tener opción o derecho; por eso se dice aún en nuestros días que ciertas cosas son la «manzana de la Discordia».
Scila y Caribdis son dos monstruos marinos. La primera había sido una bella ninfa de quien se enamoró Glauco, y no siendo correspondido logró que la hechicera Circe la transformase en un monstruo, de cuyo cuerpo salían porción de cabezas de perros, las que con sus continuos ladridos atemorizaban a cuantos se le acercaban. La pobre Scila desesperada se tiró al mar en el estrecho de Sicilia. Al frente está un peligroso remolino en que fue transformada Caribdis, que había robado los bueyes de Hércules; por lo cual se dice al que por huir de un mal paso o mal encuentro se halla otro, que salió de Scila para entrar en Caribdis, como suele suceder a los barcos en ese estrecho.
Las Sirenas, hijas del río Acheloo, poseían con tanta perfección la música, que habrían hecho hoy día gran papel entre los filarmónicos. Dicen que para castigarlas de la mala vida que llevaban, fueron transformadas en pájaros, conservando cabeza de mujer; pero comúnmente se les representa como mujeres de cintura arriba, y lo demás como pescados, que en las orillas del mar cantan para atraer a los navegantes a su perdición sobre los escollos. Así es que el canto de la Sirena sirve para definir una cosa suave y dulce que arrastra a un peligro. Conocéis, pues, los habitantes con los que la imaginación de los griegos pobló la mar. Después bajaremos a sus infiernos, que son menos divertidos.
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS-JUPITER
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Júpiter
Después que este desterró a su padre, según os he referido, repartió con sus hermanos el imperio del Universo; dio el de las aguas a Neptuno, el de los infiernos a Plutón y se reservó el del Cielo u Olimpo. Mas en tanto la Tierra, mujer de Titán, furiosa contra Júpiter, porque había muerto a sus hijos los Titanes, crió los gigantes , hombres tremendos en estatura y fuerza. Fueron los principales entre éstos: Encelado, Briareo o Egeón, y Giges. Colocaron montañas sobre montañas para escalar el Cielo, pero habiendo sido rechazados por Júpiter con sus armas, que son los rayos y las centellas, quedaron sepultados debajo de las mismas montañas que habían amontonado. Los demás dioses que convocó Júpiter en su ayuda, se espantaron tanto con la vista de aquellos gigantes, que huyeron a Egipto, donde se disfrazaron de animales y plantas, y por eso en Egipto se rinde culto a muchas de éstas y de aquéllos. Sólo Baco, hijo de Júpiter, tuvo valor para combatir a los gigantes, lo que hizo tomando la forma de un león y animado por su padre, que le gritaba «Evoe, eu, uie», que quiere decir: valor, valor, hijo mío.
Egeón o Briareo tenía cincuenta cabezas y cien brazos. Encélado era el más poderoso; Júpiter lanzó sobre él el monte Etna, y en Sicilia cuando había temblor de tierra decían que provenía de los esfuerzos que hacía Encelado por libertarse del peso que le oprimía.
Cibeles había parido a Júpiter en Creta, donde permaneció escondido en su infancia en un antro denominado Dicté, al cuidado de dos ninfas llamadas Melisas, que lo sustentaron con la leche de la cabra Amaltea, que Júpiter premió después transformándola en estrella y a las ninfas dándoles un cuerno de Amaltea al que dio la virtud de contener cuanto se le pedía; éste es el famoso cuerno de la abundancia, que satisfacía todos los deseos, y la más ilusoria de todas las invenciones del paganismo. Los deseos de los hombres son como las cabezas de la hidra, cuando uno se satisface, nacen varios en su lugar. El verdadero cuerno de la abundancia es gozar de lo que se tiene, por poco que sea, y no desear más.
Cuando Júpiter hizo al hombre, los demás dioses celosos quisieron hacer otro tanto, y contribuyendo cada cual con algo, crearon a una mujer, que llamaron Pandora, que quiere decir formada por los dones de todos; Júpiter por castigar el orgullo de aquéllos en haber querido competir con él, dio a Pandora una caja que contenía todos los males. Pandora se la llevó a Epitemeo, que fue su marido, el que abrió la caja y todos los males se esparcieron por la tierra; de aquí provino al mundo la edad de hierro.
Júpiter tuvo muchas mujeres, lo mismo que el gran turco. De la primera y principal que reinó con él en.el Olimpo, que es Juno, tuvo cuatro hijos, que fueron Hichia, divinidad que presidía a los partos, y tuvo un templo en Roma; Menaque, algunos creen que era la luna; Hebe diosa de la juventud, y por último Vulcano; este pobrecito nació tan feo, que al verlo su padre le dio un puntapié y lo echó del Olimpo a la tierra, de cuya caída quedó cojo. Para indemnizarle lo hizo Júpiter forjador de sus rayos, por lo cual son tan renombradas las fraguas de Vulcano.
Los eruditos piensan que entre los reyes de Creta ha habido varios con nombre de Júpiter, que pueden haber sido el origen de este fabuloso dios. El más célebre, dicen, fue contemporáneo del patriarca Abrahán. Júpiter tuvo muchos nombres, que no es necesario retener, pero que es bueno saber para poderlos recordar si se viesen escritos. Son éstos: Opimo, Stator, Jove, Diespiter, Denio, Lapis, Tonante, Capitolino, Olímpico y Ammón, que es el más antiguo.
Júpiter
Después que este desterró a su padre, según os he referido, repartió con sus hermanos el imperio del Universo; dio el de las aguas a Neptuno, el de los infiernos a Plutón y se reservó el del Cielo u Olimpo. Mas en tanto la Tierra, mujer de Titán, furiosa contra Júpiter, porque había muerto a sus hijos los Titanes, crió los gigantes , hombres tremendos en estatura y fuerza. Fueron los principales entre éstos: Encelado, Briareo o Egeón, y Giges. Colocaron montañas sobre montañas para escalar el Cielo, pero habiendo sido rechazados por Júpiter con sus armas, que son los rayos y las centellas, quedaron sepultados debajo de las mismas montañas que habían amontonado. Los demás dioses que convocó Júpiter en su ayuda, se espantaron tanto con la vista de aquellos gigantes, que huyeron a Egipto, donde se disfrazaron de animales y plantas, y por eso en Egipto se rinde culto a muchas de éstas y de aquéllos. Sólo Baco, hijo de Júpiter, tuvo valor para combatir a los gigantes, lo que hizo tomando la forma de un león y animado por su padre, que le gritaba «Evoe, eu, uie», que quiere decir: valor, valor, hijo mío.
Egeón o Briareo tenía cincuenta cabezas y cien brazos. Encélado era el más poderoso; Júpiter lanzó sobre él el monte Etna, y en Sicilia cuando había temblor de tierra decían que provenía de los esfuerzos que hacía Encelado por libertarse del peso que le oprimía.
Cibeles había parido a Júpiter en Creta, donde permaneció escondido en su infancia en un antro denominado Dicté, al cuidado de dos ninfas llamadas Melisas, que lo sustentaron con la leche de la cabra Amaltea, que Júpiter premió después transformándola en estrella y a las ninfas dándoles un cuerno de Amaltea al que dio la virtud de contener cuanto se le pedía; éste es el famoso cuerno de la abundancia, que satisfacía todos los deseos, y la más ilusoria de todas las invenciones del paganismo. Los deseos de los hombres son como las cabezas de la hidra, cuando uno se satisface, nacen varios en su lugar. El verdadero cuerno de la abundancia es gozar de lo que se tiene, por poco que sea, y no desear más.
Cuando Júpiter hizo al hombre, los demás dioses celosos quisieron hacer otro tanto, y contribuyendo cada cual con algo, crearon a una mujer, que llamaron Pandora, que quiere decir formada por los dones de todos; Júpiter por castigar el orgullo de aquéllos en haber querido competir con él, dio a Pandora una caja que contenía todos los males. Pandora se la llevó a Epitemeo, que fue su marido, el que abrió la caja y todos los males se esparcieron por la tierra; de aquí provino al mundo la edad de hierro.
Júpiter tuvo muchas mujeres, lo mismo que el gran turco. De la primera y principal que reinó con él en.el Olimpo, que es Juno, tuvo cuatro hijos, que fueron Hichia, divinidad que presidía a los partos, y tuvo un templo en Roma; Menaque, algunos creen que era la luna; Hebe diosa de la juventud, y por último Vulcano; este pobrecito nació tan feo, que al verlo su padre le dio un puntapié y lo echó del Olimpo a la tierra, de cuya caída quedó cojo. Para indemnizarle lo hizo Júpiter forjador de sus rayos, por lo cual son tan renombradas las fraguas de Vulcano.
Los eruditos piensan que entre los reyes de Creta ha habido varios con nombre de Júpiter, que pueden haber sido el origen de este fabuloso dios. El más célebre, dicen, fue contemporáneo del patriarca Abrahán. Júpiter tuvo muchos nombres, que no es necesario retener, pero que es bueno saber para poderlos recordar si se viesen escritos. Son éstos: Opimo, Stator, Jove, Diespiter, Denio, Lapis, Tonante, Capitolino, Olímpico y Ammón, que es el más antiguo.
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS-CIBELES
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Cibeles
A Cibeles, mujer de Saturno, han dado los poetas varios nombres, que han tomado de las montañas de Frigia en donde más principalmente se la veneraba y que son «Dindimena, Berecinthia e Ida». También era nombrada Magna-Mater por ser la madre de los dioses de primera categoría, como asimismo «Ops y Tellus (Tierra)»; porque así como su marido presidía en el cielo, ella presidía en la tierra y procuraba socorros a los mortales. Representábanla sentada en tierra y con un tamboril en la mano y algunos animales a su lado; otras veces en un carro, del que tiraban leones, con una corona de murallas y torres o bien de ramaje, llevando en la mano una llave en señal de que en invierno encierra la vegetación y en la primavera la abre con mano liberal. Los sacerdotes de Cibeles se llamaban «Dáctilos», que significa «dedos»; por ser su número diez, el mismo que el de los dedos. Celebraban estos sacerdotes las fiestas de su diosa con gritos confusos, tamboriles y pífanos.
Algunos la han denominado Vesta, por lo que muchos eruditos han creído que había dos Vestas, y aun hay otra tercera más moderna que presidía al fuego. Numa Pompilio, rey de Roma, le consagró un altar, y ordenó que jóvenes doncellas que se llamaron «Vestales», cuidasen de tener en él siempre fuego encendido. Considerábase el que se apagase como una gran desgracia, y si sucedía por descuido de las Vestales, eran éstas severamente castigadas. Renovábase el fuego en marzo, y sólo debía encenderse por medio de los rayos del sol.
Cibeles
A Cibeles, mujer de Saturno, han dado los poetas varios nombres, que han tomado de las montañas de Frigia en donde más principalmente se la veneraba y que son «Dindimena, Berecinthia e Ida». También era nombrada Magna-Mater por ser la madre de los dioses de primera categoría, como asimismo «Ops y Tellus (Tierra)»; porque así como su marido presidía en el cielo, ella presidía en la tierra y procuraba socorros a los mortales. Representábanla sentada en tierra y con un tamboril en la mano y algunos animales a su lado; otras veces en un carro, del que tiraban leones, con una corona de murallas y torres o bien de ramaje, llevando en la mano una llave en señal de que en invierno encierra la vegetación y en la primavera la abre con mano liberal. Los sacerdotes de Cibeles se llamaban «Dáctilos», que significa «dedos»; por ser su número diez, el mismo que el de los dedos. Celebraban estos sacerdotes las fiestas de su diosa con gritos confusos, tamboriles y pífanos.
Algunos la han denominado Vesta, por lo que muchos eruditos han creído que había dos Vestas, y aun hay otra tercera más moderna que presidía al fuego. Numa Pompilio, rey de Roma, le consagró un altar, y ordenó que jóvenes doncellas que se llamaron «Vestales», cuidasen de tener en él siempre fuego encendido. Considerábase el que se apagase como una gran desgracia, y si sucedía por descuido de las Vestales, eran éstas severamente castigadas. Renovábase el fuego en marzo, y sólo debía encenderse por medio de los rayos del sol.
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS-SATURNO
LA MITOLOGÍA CONTADA A LOS NIÑOS
Saturno
Empezaremos nuestra relación como las amas cuando os cuentan sus bellos cuentos de encantamientos. Casáronse... ¿quién pensaréis? El Cielo y la Tierra. Al Cielo llamaron los latinos «Coelum» y los griegos «Uranus»; a la Tierra, «Vesta», y también «Rea».
Tuvieron dos hijos, era el mayor un tremendo gigante llamado Titán, y el segundo fue el Tiempo, llamado Saturno. Por incontestable derecho de primogenitura pertenecía a Titán el imperio del Universo. A instigaciones de su madre se lo cedió a Saturno; pero con la condición de que no había de criar ningún hijo varón, lo cual prometió; y habiéndose casado con Cibeles, cada vez que ésta paría un hijo varón, se lo engullía como si fuese un merengue. Observad, no obstante: la parte de alegoría que encierra este hecho horrible y disparatado, prueba que el tiempo engulle a sus hijos, esto es: un siglo a los años, los años a los meses, los meses a los días, los días a las horas, que son sus propios hijos.
En una ocasión tuvo Cibeles mellizos: escondió a uno, que era varón, y sólo enseñó a su marido a la niña. Otros dicen que le presentó un canto, que, sin descubrir el engaño, se tragó Saturno, sin que se le atorase, con lo que quieren demostrar que todo sin excepción lo consume el tiempo.
Titán supo esto, y que el niño (que era Júpiter) existía, y ofendido de ese engaño hizo la guerra a su hermano Saturno, a quien venció y puso preso. Pero cuando Júpiter llegó a ser hombre, libertó a su padre, y Titán y los demás Titanes, hijos de éste, fueron vencidos y exterminados por él.
El destino había predicho a Saturno que su hijo le quitaría el reino del cielo pagano, que se llamaba «Olimpo». Así fue que persiguió a su hijo; pero fue vencido por éste, que lo desterró del Olimpo. Saturno se refugió a la parte de Italia en que después fue labrada Roma, que recibió el nombre de «Latium», derivado de «latere», que significa estar escondido.
Representaban a Saturno como un viejo con grandes alas, para figurar lo aprisa que vuela el tiempo; tenía en una mano un reloj de arena y en la otra una hoz, con la que va segando las cosas todas, aun aquellas a las que él mismo ha dado existencia.
Las fiestas que se hacían a Saturno eran llamadas «Saturnales», y ¡qué tales no serían de descompuestas y groseras, cuando aun en nuestros días sirve esa voz para designar reuniones escandalosas y odiosas!
Ya estáis, pues, enterados del origen y del principio de la Mitología; de que el Cielo «Uranus» se casó con la Tierra «Vesta»; que tuvieron dos hijos, «Titán» y el «Tiempo» o «Saturno»; que éste tuvo por mujer a «Cibeles», y por hijos, primero a Júpiter y Juno, y más adelante a Neptuno, Plutón y Ceres, de quienes os hablaré más adelante; por ahora lo que os suplico es que no olvidéis lo referido, para que no esté yo haciendo este trabajo en balde.
Saturno
Empezaremos nuestra relación como las amas cuando os cuentan sus bellos cuentos de encantamientos. Casáronse... ¿quién pensaréis? El Cielo y la Tierra. Al Cielo llamaron los latinos «Coelum» y los griegos «Uranus»; a la Tierra, «Vesta», y también «Rea».
Tuvieron dos hijos, era el mayor un tremendo gigante llamado Titán, y el segundo fue el Tiempo, llamado Saturno. Por incontestable derecho de primogenitura pertenecía a Titán el imperio del Universo. A instigaciones de su madre se lo cedió a Saturno; pero con la condición de que no había de criar ningún hijo varón, lo cual prometió; y habiéndose casado con Cibeles, cada vez que ésta paría un hijo varón, se lo engullía como si fuese un merengue. Observad, no obstante: la parte de alegoría que encierra este hecho horrible y disparatado, prueba que el tiempo engulle a sus hijos, esto es: un siglo a los años, los años a los meses, los meses a los días, los días a las horas, que son sus propios hijos.
En una ocasión tuvo Cibeles mellizos: escondió a uno, que era varón, y sólo enseñó a su marido a la niña. Otros dicen que le presentó un canto, que, sin descubrir el engaño, se tragó Saturno, sin que se le atorase, con lo que quieren demostrar que todo sin excepción lo consume el tiempo.
Titán supo esto, y que el niño (que era Júpiter) existía, y ofendido de ese engaño hizo la guerra a su hermano Saturno, a quien venció y puso preso. Pero cuando Júpiter llegó a ser hombre, libertó a su padre, y Titán y los demás Titanes, hijos de éste, fueron vencidos y exterminados por él.
El destino había predicho a Saturno que su hijo le quitaría el reino del cielo pagano, que se llamaba «Olimpo». Así fue que persiguió a su hijo; pero fue vencido por éste, que lo desterró del Olimpo. Saturno se refugió a la parte de Italia en que después fue labrada Roma, que recibió el nombre de «Latium», derivado de «latere», que significa estar escondido.
Representaban a Saturno como un viejo con grandes alas, para figurar lo aprisa que vuela el tiempo; tenía en una mano un reloj de arena y en la otra una hoz, con la que va segando las cosas todas, aun aquellas a las que él mismo ha dado existencia.
Las fiestas que se hacían a Saturno eran llamadas «Saturnales», y ¡qué tales no serían de descompuestas y groseras, cuando aun en nuestros días sirve esa voz para designar reuniones escandalosas y odiosas!
Ya estáis, pues, enterados del origen y del principio de la Mitología; de que el Cielo «Uranus» se casó con la Tierra «Vesta»; que tuvieron dos hijos, «Titán» y el «Tiempo» o «Saturno»; que éste tuvo por mujer a «Cibeles», y por hijos, primero a Júpiter y Juno, y más adelante a Neptuno, Plutón y Ceres, de quienes os hablaré más adelante; por ahora lo que os suplico es que no olvidéis lo referido, para que no esté yo haciendo este trabajo en balde.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)