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4 de febrero de 2009

Análisis de CUÁL ES LA ONDA de JOSÉ AGUSTÍN






Frente a los cuentos pulidos hasta la perfección de los “monstruos sagrados”,Revueltas, Arreola y Rulfo, irrumpe el arte aparentemente caótico de José Agustín. Representante de la juventud alborotada que rechaza todos los valores de los treintones, Agustín rompe con la consagrada perfección formal del cuento, tradición que desciende de Poe y de Quiroga y que en México culmina en Arreola y Rulfo. Ni criollismo ni absurdismo, ni existencialismo ni realismo mágico, “Cuál es la onda” capta el mundo dinámico, anárquico y sentimental de la juventud revolucionaria.

Inspirado en las novelas de Cortázar, Cabrera Infante y Carlos Fuentes, este cuento luce una actitud verdaderamente internacional donde se funden preocupaciones lingüísticas, literarias, musicales, políticas y sociales.

El epígrafe de Tres tristes tigres anuncia que los personajes y el argumento ceden su papel primordial al lenguaje. El diálogo está no solamente salpicado de palabras inglesas, francesas, italianas, portuguesas y alemanas sino que los personajes hablan una especie de nuevo lenguaje internacional, donde entre otras cosas se inventan chistes bilingües (“a mand”, “a la gaucha”, “darlita”) y se juega con la sintaxis tradicional (“muda respuesta”-”respuesta muda”, “leer tus dedos”,-”leerte los dedos”; “se separaron”-”separáronse”). 

Las múltiples variaciones de los nombres Oliveira y Requelle constituyen otro ejemplo de la virtuosidad lingüística del autor y además se convierten en un motivo recurrente que da cierta unidad a esta sinfonía caótica.

Sin embargo, a pesar de todo el acento en los juegos lingüísticos y a pesar del tono antisolemne, no deja de haber cierto sentimentalismo en el cuento. Tanto como la “nueva música clásica” incluye los dos ramos del hard rock de los Rolling Stones y del folk rock de Bob Dylan, “Cuál es la onda” presenta debajo del exterior lúdico el viaje casi mítico de la pareja enamorada en busca de la felicidad duradera.

 A pesar de toda la aparente libertad sexual, Requelle nunca se entrega a Oliveira y acaban por llegar al registro civil. Es cierto que el juez no puede casarlos sin los papeles necesarios pero de todos modos ellos se consideran casados y dejan de buscar los hoteles de paso para alquilar un departamento bajo el nombre burgués del licenciado Rodríguez Ramírez, o Domínguez Martínez. 

Claro que el autor se está burlando de la manera muy mexicana de hablar de la señora de la casa pero al mismo tiempo la comunicación lingüística que existe entre Elota y su “mazorquito” refleja el encuentro del amor entre dos seres humanos, antítesis de la falta de comunicación entre los seres angustiados de la literatura existencialista.

Más que tratar de disimular —a la manera tradicional— las influencias literarias, Agustín las ostenta. Su personaje Oliveira lleva exactamente el mismo nombre que el protagonista de Rayuela, cuyo título se equipara con Requelle. Mientras los personajes de Cortázar son más aficionados al saxofón, que concuerda más con el tono contemplativo y filosófico de sus obras, el Oliveira agustiniano es baterista, que capta con su staccato la violencia del mundo de fines de la década del 60.

El segundo epígrafe, inspirado en Brecht, identifica a éste como uno de los precursores de los jóvenes rebeldes por su actitud irreverente tanto hacia la sociedad como hacia las formas literarias. Igual que Brecht, Agustín interrumpe de diversas maneras el diálogo de sus personajes para impedir que el lector se identifique emotivamente con ellos.
Estos jóvenes, al mismo tiempo que rechazan la idea de que el amor entre los seres humanos es imposible, tampoco aceptan la inevitabilidad de los gobiernos injustos. Por eso, están dispuestos a protestar tanto contra los “gorilas de la Casa Rosada” de la Argentina como contra la policía secreta y los programas de la Hora Nacional en México.
Iniciador del movimiento de los jóvenes escritores mexicanos con la publicación en 1964 de la novela La tumba, José Agustín es el que mejor ha logrado expresar su visión del mundo dentro de los límites tradicionalmente estrechos del cuento. Al hacerlo, abre nuevas perspectivas para la evolución del género.

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[1944]

Mexicano. Nació en Guadalajara. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores en 1966-1967. Polígrafo, estrenó a los veinte años con una novela, La tumba, (1964). En sus otras obras narrativas De perfil (1966), Inventando que sueño (1968) y Abolición de la propiedad (1969), quedan borrosos los límites genéricos entre el cuento, la novela y el teatro. Además ha publicado una autobiografía (1966), un libro de ensayos sobre el rock, La nueva música clásica (1968) y escribe canciones y guiones de cine. En las últimas décadas publicó la pieza Círculo vicioso (1974), dos tomos de cuentos, La mirada en el centro (1977) y No hay censura (1988), y tres novelas: El rey se acerca a su templo (1978), Ciudades desiertas (1982) y Cerca del fuego (1986). En 1978 fue profesor visitante en la Universidad de Denver y en la Universidad de California, Irivine. Actualmente trabaja en el cine mexicano y vive en Cuautla. “Cuál es la onda” se publicó en Inventando que sueño.


FUENTE: SEYMOUR MENTON
El Cuento Hispanoamericano
ANTOLOGÍA CRÍTICO-HISTÓRICA-
COLECCIÓN POPULAR
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO

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