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16 de julio de 2021

Las tramas textuales: narrativa, descriptiva, explicativa, dialogal, instruccional, argumentativa. Los géneros discursivos primarios y secundarios.

 

Cuando un emisor produce un texto, lo hace con una determinada intención y, al hacerlo, lo adapta a un tipo textual o patrón determinado, compartido y cono­cido por la comunidad. Ese tipo textual tendrá un modo de organización interno llamado trama.

En todos los textos predominan, entonces, una función del lenguaje (referencial, emotiva, poética, apelativa, fática y metalingüística) y una trama, que va a dar cuenta de esa intencionalidad.

Las tramas textuales son seis y cada una presenta una serie de elementos o mar­cas lingüísticas distintivas.

Cuando se relatan hechos en forma cronológica y siguiendo una relación de causa-consecuencia, se utiliza la trama narrativa. En ella, los hechos (acciones o eventos finalizados, con verbos en tiempo pretérito) se organizan en intro­ducción, conflicto y desenlace y responden a la pregunta ¿qué sucedió? Si bien predomina en los textos literarios (cuentos, novelas, leyendas), en los que inter­vienen un narrador y varios personajes, se utiliza también en géneros no ficcionales, como la crónica periodística, los relatos históricos, las anécdotas o algunas publicidades.

Si el emisor desea presentar características o rasgos distintivos de objetos, lugares, personas, animales o procesos, utiliza la trama descriptiva, que responde a la pregunta ¿cómo es? Entre los elementos que la caracterizan se pueden señalar: sustantivos y adjetivos calificativos, coordinación y yuxtaposición, y ausencia de relaciones causales y temporales. Esta trama aparece en algunos pasajes de textos con trama predominantemente narrativa (descripción de personajes y lugares en una novela, por ejemplo), en los retratos, las publicidades, los avisos clasificados y los folletos turísticos.

En algunos casos, el emisor tiene la intención de hacer comprender algo al re­ceptor y, para lograrlo, utiliza la trama explicativa. Esta responde a la pregunta ¿qué es? y se caracteriza por el uso de un lenguaje objetivo, un vocabu­lario especifico, verbos en modo indicativo y presencia de re cursos explicativos (ejemplos, comparaciones, relaciones de causa y efecto, definiciones, reformulaciones, etcétera). Se utiliza en textos de estudio, enciclopedias, artículos tratados científicos o exposiciones orales.

Para sostener una postura con respecto a un tema polémico, el emisor utiliza la trama argu­mentativa. Como su objetivo es convencer a su interlocutor, expone argumentos que justifican o fundamentan su tesis. Un texto con trama argumentativa suele responder a la pregunta ¿qué opina? y se estructura en una introducción (presentación del tema y postura del emisor), un desarrollo (despliegue de argumentos) y conclusiones (consecuencias o resultados). Se utilizan recursos tales como subjetivemas, conectores lógicos, primera persona pronominal, ejemplos, comparaciones y citas de autoridad. Este tipo de  trama predomina en los textos de opinión, jurídicos, críticas, ensayos y avisos publicitarios.      

Si el objetivo del emisor es presentar en el texto la alternancia  de voces entre distintos interlocutores, utiliza la trama dialogal o conversacional. Esta se estructura como un diálogo: se organiza en en turnos de habla y las voces se introducen mediante recursos como rayas  de diálogo, comillas o "verbos de decir". En esta trama, es frecuente el uso de pronombres personales. Responde a la pregunta ¿qué dicen? y se utiliza en las conversaciones cotidianas, los interrogatorios, las obras de teatro, las entrevistas y los guiones de cine o televisión.

Cuando el emisor quiere dar una orden, un consejo o explicar cómo hacer algo, utiliza la trama instruccional. Esta se caracteriza por el uso de la segunda persona, del modo imperativo y del infinitivo, y responde a la pregunta ¿cómo se hace? Predomina en manuales de uso, recetas de cocina, reglamentos, prospectos de medicamentos y capacitaciones, o actividades que implican el seguimiento de diferentes pasos.

Si bien los discursos suelen combinar distintas tramas textuales, siempre hay una que es predominante. Por ejemplo, en una obra de teatro puede haber segmentos narrativos, explicativos o descriptivos en las acotaciones o los parlamentos de los personajes, pero la trama predominante es la dialogal.

Los géneros

Los enunciados permiten la comunicación humana. Así, un mensaje de texto, una receta de cocina, una lista de compras, una conversación telefónica y una demanda judicial tienen en común, a pesar de sus diferencias, el hecho de representar las distintas maneras en que las personas se expresan por medio de la lengua. El uso de uno u otro enunciado en particular depende del ámbito social en que se producen. Esto implica que se adaptan a un contexto determinado.

Los tipos relativamente estables de enunciados asociados a una esfera de la actividad humana se denominan géneros discursivos. Cada uno tiene funciones comunicativas específicas y juntos establecen una base común sobre la que los hablantes pueden producir, interpretar y comprender enunciados, agilizando los intercambios entre ellos.

Los géneros discursivos son heterogéneos (dado que cada tipo tiene sus características específicas), infinitos (porque responden a las innumerables actividades humanas) y perduran a través del tiempo (ya que son medianamente estables). Cada uno cuenta tanto con una temática, un estilo y una estructura similares, como con la presunción de un tipo de destinatario y un objetivo determinado. También responde a una necesidad social en particular. Las personas interiorizan las particularidades de cada género y producen discursos que se adecúan a las diferentes situaciones comunicativas.

 Géneros primarios y secundarios

 El lingüista ruso Míjail Bajtín (1895-1975) clasificó a los géneros discursivos en dos grupos: simples, o primarios, y complejos, o secundarios. En el caso de los géneros discursivos primarios, son los que se producen en la comunicación cotidiana y, por lo tanto, son más o menos informales, espontáneos y orales (o con elementos de la oralidad) ya que suponen una relación más cercana entre los participantes y el contexto. Los diálogos, los chats, los chistes, las cartas y los mensajes de texto son ejemplos de géneros primarios.

Los géneros discursivos secundarios, en cambio, son los que se producen en situaciones comunicativas previamente pautadas y requieren cierta elaboración. Se transmiten, en general, en forma escrita. Por ejemplo, los textos académicos, periodísticos, literarios, administrativos, legislativos y jurídicos son géneros secundarios o complejos.

Existen, entonces, ciertos rasgos que permiten identificar los distintos géneros discursivos y, a la vez, diferenciarlos de otros discursos. En todos, existe una estrecha relación entre el contexto en que se produce la situación comunicativa, la intención de quienes participan en ella, el tema y la forma que adopta el discurso en cada caso. Los géneros funcionan como moldes que estructuran los enunciados siguiendo reglas específicas, que posibilitan su interpretación y producción.

Los géneros en uso

Para tratar un tema determinado, el emisor opta por el género que mejor se adapte a él. Por ejemplo, si se quiere vender un producto, se elegirá el discurso publicitario y no el literario. También hay que tener en cuenta  que los géneros discursivos dialogan permanentemente entre sí: se usan unos a otros y aparecen unos dentro de otros. Tal es el caso de un escrito judicial en el que se incluye el texto de un chat como evidencia.

Sin embargo, existen situaciones en las que se mezclan y confunden  los géneros discursivos y se desarticula la configuración del discurso establecida en un contexto determinado. Por ejemplo, cuando se incorpora el discurso conversacional en el discurso político, como una manera de acercamiento a los ciudadanos, se introduce un tono informal, o perteneciente a un género simple, en otro más complejo.

El caso más claro de interrelación de géneros se observa en las obras literarias, en las que es permanente el diálogo del género literario con otros géneros, tanto primarios como secundarios. Dentro de una novela, un cuento o una obra de teatro, se pueden encontrar cartas, informes, avisos fúnebres, recetas de cocina, declaraciones policiales, noticias periodísticas, poemas, etcétera.

Los medios de comunicación televisivos, radiales y periodísticos ofrecen, a su vez, distintos productos para informar o entretener. El  reality show, el noticiero, los programas de cocina, los de preguntas y respuestas, y las telenovelas son ejemplos de géneros mediáticos. Estos se estructuran de un modo previsible, de acuerdo con el tipo de relación que pretenden establecer con el público y, si bien son una transposición de géneros pertenecientes a otros ámbitos, están relacionados con la oralidad y, por lo tanto, son más inestables.

Existen también los denominados géneros de la subjetividad instantánea. Estos surgen a medida que avanzan las nuevas tecnologías y, si bien tienen formatos más o menos fijos, son inestables y efímeros. Algunos ejemplos de estos géneros son las publicaciones en las redes sociales.

FUENTE: Prácticas del lenguaje III- Serie Huellas, Ed Estrada, Buenos Aires, 2017-

 

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