Cyrano, romántico personaje de un escritor romántico: Edmond Rostand, creador de un teatro auténtico, de forma acabada y que suscita grandes emociones
Cyrano de Bergerac es una obra de teatro que presenta a un héroe de capa y espada, poeta y enamorado del amor, basado en un personaje histórico que vivió en París en el siglo XVII. Cu-riosamente, su autor, el dramaturgo francés Edmond Rostand, de fines del siglo XIX, vivió en un mundo moderno, totalmente diferente del de la obra, en el que las capas y las espadas ha¬cía rato que habían "pasado a la historia".
¿Por qué un hombre como Rostand que conoció los vertigi¬nosos cambios que se dieron en Europa en los inicios del siglo XX (teléfonos, automóviles, los comienzos del cine y otras ma¬ravillas tecnológicas) dio vida a seres tan lejanos en el tiempo? ¿Por qué desempolvó un personaje tan antiguo y lo convirtió en un héroe romántico? ¿Por qué Cyrano fue y sigue siendo tan po¬pular, por qué nos divierte y nos emociona aún hoy a nosotros, lectores y espectadores del siglo XXI? Éstos son enigmas que merecen que nos pongamos a pensar y a investi¬gar.
La vida del verdadero Cyrano
El Cyrano histórico, que dio origen al personaje de Rostand, nació en París en 1616 y se llamaba Savinien de Cyrano (agre¬go a su nombre el de la tierra de su familia en Bergerac, en la región de Bordeaux). Tuvo como condiscípulo a Henry Le Bret, cuya amistad conservó hasta sus últimos días.
Cuando termió sus estudios, comenzó a llevar una vida de tabernas, juegos y fiestas. Cuando su padre, preocupado por su irresponsabilidad, le cortó los víveres, se vio obligado a entrar como cadete, junto asu amigo Le Bret, en la Guardia de Carbon de Castel-Jaloux, compañía militar de soldados en su mayoría gascones18. Con este grupo participó en las campañas de Champagne (1639) y de Picardie (1640) durante la Guerra de los Treinta Años. Fue herido durante el sitio a la ciudad de Arrás (cercana a la frontera actual con Bélgica) en manos de los es¬pañoles y su estado de salud lo obligó a dejar el ejército.
Cyrano inició, entonces, sus estudios de filosofía y cobró cierta fama por actos no precisamente filosóficos, como una pe¬lea en la Puerta de Nesle en la que, en defensa de su amigo Lig¬niere, mató a dos hombres, hirió a siete y dispersó a una pandi¬lla de asaltantes. Admirado por su fama de valiente, el mariscal de Gassion le ofreció su protección, pero Cyrano la rechazó. Es¬tos episodios son retornados por Rostand en el Acto I de su obra para destacar el coraje del personaje.
En 1645, su comportamiento alocado puso en riesgo la for¬tuna de su padre y, enfermo de sífilis, decidió llevar una vida más calma, comenzando su vida literaria con El pedante juga¬do y El otro mundo, esta última una novela utópica cuyas au¬dacias hacían peligrosa su publicación, y luego, las Cartas, sa¬tíricas y amorosas, en las que el elemento preciosista que apa¬rece es paródico y burlón. Después de haber publicado, en 1849, dos volúmenes de sus obras y su tragedia La muerte de Agrípina (que cuando fue estrenada en el Teatro de Bourgogne produjo un verdadero escándalo a causa de un verso blasfema¬torio) sus escritos, en general, oscilaron entre el virtuosismo literario y el compromiso político y filosófico.
De su existencia, bastante caótica por cierto, Rostand respe¬tó la línea general y tomó las anécdotas más pintorescas, resca¬tó su extraña figura, su nariz, su gusto por la provocación y su tendencia a la verborragia. Pero dejó de lado al Cyrano filosófico, pensador, ateo y materialista que era para dotarlo de sentimientos profundos, de nobles actitudes y del amor platónico por Roxana, rasgos que no respetan su verdadera personalidad, la de un libertino poco inclinado a las delicadezas del corazón.
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