Corazón. l. El corazón, órgano central del
individuo, corresponde de manera muy general
a la noción de centro. Si Occidente
hace de él la sede de los sentimientos, todas
las culturas tradicionales localizan ahí por el
contrario la inteligencia y la intuición: ocurre
quizás que el centro de la personalidad se
ha desplazado, de la intelectualidad a la
afectividad.
El corazón es efectivamente el centro vital
del ser humano, en cuanto asegura la circulación
de la sangre. Por esta razón se ha
tomado como símbolo -y no por supuesto
como sede efectiva- de las funciones intelectuales.
El corazón
del creyente, se dice en el islam, es el Trono
de Dios. Si, igualmente, en el vocabulario
cristiano, se dice que el corazón contiene el
Reino de Dios, es que este centro de la individualidad,
hacia el cual retorna la persona
en su andadura espiritual, representa el estado
primordial, y por tanto el lugar de la
actividad divina. El corazón, dice Angelus
Silesius, es el templo, el altar de Dios; puede
. contenerlo enteramente
2. El doble movimiento (sístole y diástole)
del corazón hace de él también el símbolo
del doble movimiento de expansión y
de reabsorción del universo.
. En la antigüedad grecorromana el corazón
no tenía significación simbólica muy
precisa.
En la tradición bíblica, el corazón simboliza
el hombre interior, su vida afectiva, la
sede de la inteligencia y la sabiduría. El corazón
es al hombre interior lo que el cuerpo
es al hombre exterior. Es en el corazón donde
se encuentra el principio del mal; el
hombre se arriesga siempre a seguir a su corazón
malvado.
en la Biblia la palabra corazón
se emplea una decena de veces para
designar el órgano corporal, mientras que se
encuentran más de mil ejemplos en los cuales
su interpretación es metafórica. La memoria
y la imaginación remplazan al corazón,
así como la vigilancia, de ahí esta frase:
«Yo duermo, pero mi corazón vela.» El corazón
ocupa un lugar central en la vida
espiritual: piensa, decide, esboza proyectos,
atirma sus responsabilidades. Quitar el corazón
a alguien es hacerle perder el control de
sí (Cant 4,9-10).
El corazón está asociado al espíritu y a veces
los términos se mezclan debido a sus
significaciones idénticas. De ahí las expresiones:
«espíritu nuevo y corazón nuevo»
(Ez 36,26); «corazón contrito y espíritu contrito
» (Sal 51,19).
Fuente: DICCIONARIO DE LOS SÍMBOLOS
Bajo la dirección de
lEAN CHEVALlER
con la colaboración de
ALAIN GHEERBRANT
BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1986
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