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7 de mayo de 2011

Edgard Alan Poe

Edgar Alan Poe (Boston 1809 - Baltimore 1849) fue un escritor norteamericano. A
los tres años quedó huérfano y fue adoptado por Frances y John Allan, una rica
familia de Virginia, en el sur de los Estados Unidos. Durante su infancia recibió una
educación inteligente y esmerada. Se destacaba por su destreza y sensibilidad.
Su breve paso por la Universidad le va a marcar nuevos y desventurados rumbos.
Su vida inestable lo acerca al juego por dinero y al alcohol que lo alejarán de
su padre adoptivo, quien no aceptará esa forma de vida. Por estas razones Poe se
vio obligado a ganarse la vida por sus propios medios. Posteriormente, se acercó
a su familia biológica, se mudó con ellos y se dedicó a lo único que sabía hacer:
escribir. Así, a los 18 años empezó su destacada y brillante carrera literaria, pero
no faltaron los altibajos; su talento siempre fue reconocido pero le pagaban poco
y sufría penurias económicas.
A los 25 años se casó con su prima Virginia; ella y su madre, la tía de Edgar,
fueron siempre para el autor fuertes sostenes emocionales. Por eso la enfermedad
y posterior muerte de su mujer lo arrojaron nuevamente al alcohol y terminó
perdiendo el dominio sobre sí mismo.
Los relatos de Poe pintan magistralmente la muerte y el mundo de lo fatídico,
lo horripilante y lo grotesco (un buen ejemplo puede ser La caída de la casa Usher
o Ligeia).
Es autor también de las primeras narraciones policíacas, todo lo cual ha influido
muy considerablemente en el desarrollo de la historia corta.
Por otro lado, su poesía y sus escritos teóricos (La Filosofía de la Composición, 1846),
en las que se subraya el proceso de creación consciente prepararon el camino al simbolismo
y al esteticismo francés e influyeron, a través de Francia, en la lírica moderna.
Sus relatos más importantes son: Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de
Marie Roget, La carta robada, El corazón delator, El gato negro, El escarabajo de oro,
El pozo y el péndulo, El extraño caso del señor Valdemar, El retrato oval.
Fue el creador del cuento moderno y quien estableció sus reglas funcionales.
Consideraba que todo cuento es una construcción lógica, una especie de composición
o mecanismo de relojería, en el que se cuentan historias intrigantes y que
debe funcionar con exactitud.
Dice Poe, en Hawthorne y la teoría del efecto en el cuento:
Si me pidieran que designara la clase de composición que, después del poema tal
como lo he sugerido, llene mejor las demandas del genio y le ofrezca el campo de
acción más ventajoso, me pronunciaría sin vacilar por el cuento en prosa tal como lo
practica aquí Mr. Hawthorne. Aludo a la breve narración cuya lectura insume entre
media hora y dos. Dada su longitud, la novela ordinaria es objetable por las razones
ya señaladas en sustancia. Como no puede ser leída de una sola vez, se ve privada de
la inmensa fuerza que se deriva de la totalidad. Los sucesos del mundo exterior que
intervienen en las pausas de lectura modifican, anulan o contrarrestan en mayor o
menor grado las impresiones del libro. Basta interrumpir la lectura para destruir la auténtica
unidad. El cuento breve, en cambio, permite al autor desarrollar plenamente
su propósito, sea cual fuere. Durante la hora de lectura, el alma del lector está sometida
a la voluntad de aquel. Y no actúan influencias externas o intrínsecas, resultantes
del cansancio o la interrupción. Un hábil artista literario ha construido un relato. Si es
prudente, no habrá elaborado sus pensamientos para ubicar los incidentes, sino que,
después de concebir cuidadosamente cierto efecto único y singular, inventará los incidentes,
combinándolos de la manera que mejor lo ayude a lograr el efecto preconcebido.
Si su primera frase no tiende ya a la producción de dicho efecto, quiere decir que
ha fracasado en el primer paso. No debería haber una sola palabra en toda la composición
cuya tendencia, directa o indirecta, no se aplicara al designio preestablecido.

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