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6 de septiembre de 2008

Análisis de El proceso de Franz Kafka

Análisis de El proceso de Franz Kafka

"K. hizo un ademán como para arran­carse de los dos hombres que, no obs­tante, se mantenían lejos de él, y quiso continuar su camino.
-No- dijo el que estaba junto a la ventana -usted no tiene derecho a salir, está detenido.
-Así parece -dijo K.(…) y añadió enseguida- ¿Y por qué? -

No estamos aquí para decírselo. Vuelva a su habitación y espere. El procedimiento está en marcha y lo sabrá usted todo en el momento opor­tuno. Yo me excedo en mi misión al hablarle tanto. Si sigue usted teniendo en todo tanta suerte como sus guar­dianes, puede tener esperanza".
Este fragmento, que pertenece al primer capítulo de El proceso, señala un es­quema completo de las situaciones que luego desarrolla circularmente la no­vela.

José K. es sorprendido, una mañana, por dos hombres quienes le in­forman que se le ha iniciado un proce­so. Estos mismos guardias subalternos le proporcionan las dos claves a las que estará en adelante sujeto: la espera y el azar.
Atenerse a ellas significaría co­menzar a entender el mecanismo de la justicia; violarlas -como lo intenta constantemente K.- representa la muerte. Conocer es morir: como el condenado de "La colonia penitenciaria" K. recién entiende cuando el cuchillo de los verdugos se ha clavado en su cuerpo.
En El proceso, la identidad de cada uno de los miembros de la pirá­mide burocrática es doble, invisible o simulada: los guardias son a la vez ladrones (le roban a K. sus camisas) y "parecen" vulgares comisionistas; los verdugos, pobremente vestidos, se asemejan a viejos actores de una compañía de segunda; los códigos sobre la mesa del juez de instrucción no son sino libros pornográficos; el pintor Ti­torelli pinta retratos donde los jueces inferiores aparecen revestidos de una dignidad y magnificencia que nunca po­seyeron.
Por otra parte, también el co­nocimiento de los hechos es incierto, incompleto porque la maquinaria de la justicia está rodeada de misterio: "La jerarquía de la justicia comprendía grados infinitos, entre los cuales se perdían los propios iniciados. Ahora bien, los debates ante los tribunales permanecían secretos en general, tan­to para los pequeños funcionarios co­mo para el público".
Existe una básica negación de la posibilidad de conoci­miento y las preguntas que se plantean al principio de la novela quedarán sin respuesta hasta la muerte de K., quien por lo menos logra en apariencia entender su ejecución. K. se pregunta:

"La cuestión esencial es saber de qué soy acusado. ¿Qué autoridad dirige el proceso? ¿Son ustedes funcionarios?":
Ninguna respuesta es posible: tanto los guardias como el abogado le dicen que interroga como lo haría un niño, y que ése no es, por cierto, el camino de la comprensión.

Por eso K. no logra entender nunca el carácter de su pro­ceso y todos sus actos se encaminan a influir negativamente sobre su situa­ción: su mayor error es la impaciencia, que lo precipita en los constantes equivocas donde se confunde.
Estos equívocos son propios de la realidad con la que K. debe enfrentarse, puesto que nadie asume, en ella, la apariencia que seria natural a su función: la comisión investigadora, por ejemplo, sesiona en una casa mísera -en realidad la casa del ujier-; cuando K. llega frente al juez de instrucción siente que ese "tribunal" se parece bastante a una reunión política en la que existen dos bandos antagónicos que lo aplauden o abuchean; actúa como si esta impre­sión suya correspondiera con la realidad y por lo tanto se equivoca; en vez de contestar con humildad (actitud propia del procesado) a las preguntas, pronuncia un larga discurso, violando todas las convenciones.

Pone en duda la autoridad del juez de instrucción y la pertinencia del proceso mismo. En una palabra, desconoce las leyes del juego y pierde su oportunidad: "Quie­ro simplemente -dijo el juez- hacer ­notar que usted mismo se ha frustrado hoy, por no haberse dado cuenta de la ventaja que un interrogatorio repre­senta siempre para un acusado".

Sin embargo, ni siquiera el juez puede con­fiar demasiado en la solidez y perma­nencia de sus propias palabras; la mu­jer del ujier -que es seducida por K., como todas las que encuentra en el transcurso de su proceso, quizás a cau­sa del hecho mismo de ser un conde­nado- le dice que el juez ha informa­do largamente por escrito sobre los resultados del interrogatorio, tal como si éste hubiera existido realmente.

Según Marthe Robert, " ... dos formas de arte se ofrecen sucesivamente como salida para la novela: en primer lugar la autobiografía de José K., que repre­senta evidentemente la explotación de la literatura para dudosos fines de au­todefensa. Por otra parte, el arte del pintor Titorelli (. . .) que es, pese a to­do, el pintor oficial de la Justicia, o en otros términos de la colectividad, y co­mo tal, puede comunicar a José K. in­formaciones claras y seguras respecto del funcionamiento del misterioso Tribunal".


En estas consideraciones de Marthe Robert vuelven a replantearse los pro­blemas de la palabra (es decir la literatura, el arte) en relación con la sal­vación o la condena. Las mayores crueldades pueden ser desatadas por las palabras que se pronuncian sin in­vestigar sus complejos significados en el contexto: K., embriagado de pala­bras durante su discurso en la comisión investigadora, había asentado una acusación contra los guardias. Días después los encuentra en un desván del banco donde trabaja; son allí azo­tados a causa del delito que K. les ha­bía atribuido. Las palabras que K. había pronunciado se habían independizado y originado un nuevo proceso que se resolvía en ese castigo.


K., además, tiene una peligrosa procli­vidad a creer en la palabra propia y desconfiar de la palabra ajena: no tie­ne fe en las defensas que pueden orga­nizar sus abogados. Opina que él mismo podría escribirlas mejor, compo­niendo un informe auto biográfico que, lógicamente, se postula como alterna­tiva frente a los procedimientos tradi­cionales y codificados de la justicia.

K. se engaña de nuevo al pensar que es el primer acusado que sabe defender­se. En realidad nada sabe y lo que pro­pone es un trabajo imposible: escribir esa defensa puede ser tarea intermina­ble que le torna insoportables todas sus otras responsabilidades concretas, toda su vida anterior ordenada alrede­dor de su empleo (tanto K. como Kaf­ka se proponen escribir de noche o pe­dir largos períodos de vacaciones para hacerlo).
La otra salida que parece dis­puesto a adoptar es la que propone el pintor Titorelli. Titorelli es el que le brinda la mayor cantidad de informa­ción concreta y organizada: "Se pre­sentan tres posibilidades: la absolu­ción real, la absolución aparente y la prórroga ilimitada. Que yo sepa no hay nadie que pueda determinar una absolución real".
De esta forma se nie­ga la posibilidad de la inocencia; sólo el Tribunal Supremo, al cual ni siquie­ra el pintor (y mucho menos los abo­gados) pueden acceder, tiene la facul­tad de pronunciar absolución definitiva; en consecuencia todo procesado es culpable, ya que la justicia inferior ni admite ni está en condiciones de con­siderar las pruebas de la inocencia. Lo único que se puede obtener son remi­siones periódicas de la culpa, plazos que separan al procesado de su des­tino final.

El tercer camino, más bloqueado que los anteriores, es señalado a K. por un sacerdote. Mediante la parábola sobre un procesado que espera hasta muerte frente a una puerta que nunca pudo franquear pero que sin embargo existía sólo para que él la traspusiese , K. termina de entender que su situa­ción es desesperada: el Tribunal Su­premo es el único que puede aceptar las pruebas de su inocencia, pero nunca podrá llegar a él; un centinela ( la sociedad y sus fuerzas) se lo impedirán cada vez que lo intente. El sacerdote se lo dice explícitamente: " .. .me temo que termines mal. Se te tiene por culpable, tu proceso no saldrá quizás del resorte de un pequeño tribunal. Por el momento se considera al menos tu falta como probada."

Desde ese instante, y aunque nadie le anuncie su lle­gada, K. espera a los enviados. Cuando estos llegan, K. siente que su deber sería arrebatarles el cuchillo y hundirlo él mismo en su cuerpo. Pero no lo intenta: su muerte, que hubiera podido parecer un suicidio como el de Georg Bendemann, ya ni siquiera le pertenece. Y muere "como un perro como si "la vergüenza debiera sobrevivirle". No ha podido conocer su culpa concreta, ni saber si todo se debe a un malentendido.

El planteo de Kafka es formal: K. es condenado por sus errores a partir del momento en que el proceso comienza, mientras que la culpa desencadenante ya se ha borrado de las perspectivas del juicio. Una vez que la máquina de la justicia se ha puesto en marcha desaparece para siempre la posibilidad de la inocencia, todos los enjuiciados son culpables.

Así, el sentido del tribunal en sus instancias es administrar el castigo en lugar de averiguar una verdad ­verificable.
K. ha luchado por descifrar una compleja estructura de informaciones simbólicas y contradictoria; ­ha cometido todos los errores posibles en el proceso de ese 'desciframiento” e ignoró su culpa pero la asumió como natural para poder avanzar dentro de su proceso. Sin embargo (oscuramen­te lo intuía) todo estaba decidido desde un comienzo: K. no pudo asumir la ilogicidad que gobierna todas las etapas del juicio y, lo que es aún peor, in­tentó comprender y racionalizar.
En un mundo irracional, arbitrario y surdo, Kafka parece afirmar que la razón es la mayor culpa.

27 comentarios:

Diego Espinoza Chaparro dijo...

No puedo creer que su entrada aún no tenga comentarios, porque sin duda recibe muchísimas visitas y es bastante esclarecedora.

Cuando busqué "El proceso Franz Kafka Análisis" su blog fue el primer resultado que Google me dio, y sin duda leer su análisis me ha ayudado bastante a comprender una novela tan densa como El Proceso. Uno pensaría que se encuentra frente a una metáfora o referencia a algún fenómeno, pero no, hay que pensar el texto desde sus profundidades y no exteriormente. Así podemos llegar a las conclusiones que usted expuso en su entrada.

Muchas gracias por su trabajo y dedicación.

Diego.

Mariana dijo...

Gracias Diego por tu comentario y por el tiempo que te has tomado en él. Comentarios como éste nos permite y nos alienta a seguir publicando. De nuevo ¡gracias!

Anónimo dijo...

exelente!!! muchas gracias

Alejandro O.

Unknown dijo...

Sin duda un libro muy tenso, algo complejo de entender al principio y aún así me cuesta tener una certera opinión con respecto a este.
Tu analisis esta excelente.

Saludos!

dark wolf dijo...

hola:
cuando empece a leer tu analisis
me parecio muy bueno, y cuando lo termine dije lo mismo.
es un gran aporte.
FELICIDADES.

Anónimo dijo...

muy logico y conciso tu analisis.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por el análisis! Hace poco terminé de leer esta obra y me pareció bastante compleja. Ahora intentaré darle una segunda leida, este artículo ha sido más que beneficioso

Anónimo dijo...

hola soy estudiante de literatura y pues la lectura de este libro me parecio realmente densa pero el analisis que haces es my esclarecedor, resolvio muchos interrogantes, creo que estoy lista para abordarlo de nuevo.
gracias

Anónimo dijo...

hola de verdad el libro es confuso y un tanto dificil de entender, pero con el analisis q se presenta las ideas son mas completas y se entiende a la perfeccion.

Anónimo dijo...

en realidad considro que la obra de kafka nos muestra esa dualidad del hombre entre lo claro y lo oscuro de si mismo lo mbueno y lo malo que todos poseemos pero es tan confusa hay tanto que se puede desentrañar creo que nunca se lograra compredelo

Nico dijo...

Gracias por compartir esto,
la verdad que a veces siento que vivo lo que leí en ese libro...

Anónimo dijo...

gracias me salvaste la vida...............

Anónimo dijo...

excelente analisis!!!!!!!!!!
crei que no habia entendido nada, desp de leer tu analisis, me doy cuenta que habia entendido algo y luego con tu ayuda, el resto. Densa pero enjundiosa.-

Vicky dijo...

Muy completo el anlisis que se hace en esta pagina, no se te escapa nada, pero sobre todo da paz y tranquilidad a mi pertubada mente, la cual se sumio en sensaciones impotentes al no encontrar en la misma historia, respuestas a mis dudas. Kafka lo que en realidad escribió fue un verdadero libro interactivo, porque permite a cada uno de los lectores, crear su propia historia.

Limabeco dijo...

Que buen análisis, la verdad al terminar el libro me venía a la mente la duda de si había entendido el libro, pues no encontraba la causa del proceso, pero al final y luego de leer esto entendí que el libro narra un proceso más no su causa.

Gracias

betti dijo...

muy interesante analisis, extraido de una antigua publicacion del CEAL, no?

Cristina dijo...

Buenos días, estoy buscando influencias de "El Proceso" ya bien sea en literatura o en el cine

:) Gracias!

BRENDA dijo...

EL ANALISIS ME PARECE PERFECTO. LEI LA OBRA Y ME QUEDARON ALGUNAS DUDAS, QUE POR SUPUESTO ENTENDI LUEGO DE LEER SU ANALISIS.

Yorker dijo...

@ Cristina: No sé si te sirva la película como tal de esta obra, es muy buena, dirigida por Orson Welles:

http://www.taringa.net/posts/arte/8199702/Equot_El-ProcesoEquot__-Franz-Kafka-Orson-Welles_.html

cristian ojeda casais dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Mariana dijo...

Gracias, Cristian. Tenés mucha razón: para todos los que se mueven en ámbitos penales, sean abogados o bien que estén acusados de algún delito (inocentes o no), el texto de Kafka impresiona por su actualidad y muchos sienten que han vivido en carne propia lo que en él se relata. Gracias de nuevo: Mariana

Mariano dijo...

Me surgen varias dudas que espero me puedan aclarar:
En un estudio preliminar que tengo en mi libro de "El Proceso" (Editorial Gradifco)habla de que K. es condenado por el sólo hecho de existir, del sentido de existir, de encontrar un pleno sentido a la vida. mi pregunta es ¿esto quiere decir que K. tiene una vida rutinaria, aburrida, sin dirección y por eso es condenado?

En segunda instancia veo que al final del análisis se dice que K. es condenado porque es un ser pensante en una sociedad que no lo es (eso entendí yo) ¿Se podría decir que Kafka plantea que estamos condenados a vivir en un ambiente donde no está permitido pensar?(que cada vez compruebo que pensar es una actividad que parece haber quedado fuea de moda)

Por último, aunque tenga más dudas, K. se arrepiente al final de haber querido hacer las cosas por su cuenta y se culpa por no haber aprendido nada.. No entiendo.. ¿se tendría que haber sometido al poceso y terminar como Block?

Espero su respuesta.. Gracias

MARIANA dijo...

Hola, Mariano. Trataré de responder a tus preguntas. En principio y con respecto al punto “estudio preliminar a “El proceso”, de Ed. Gradifco, donde se dice que K es condenado por el solo hecho de existir, te recuerdo que en lo que a Literatura se refiere, no existe una ÚNICA INTERPRETACIÓN de los textos, sino que cada lector va construyendo un posible sentido del mismo. Con esto quiero decir que el autor del prólogo mencionado encontró ESE sentido, pero puede haber muchos más y estará correcto mientras esa interpretación pueda sostenerse con el texto( en este caso, con “El proceso” ). Caso contrario, caeríamos en lo que Umberto Eco denomina “decodificación aberrante”.
En segundo lugar, los lectores no sabemos el porqué K es condenado. Te recuerdo las palabras de Albert Camus con respecto a Kafka:" "Todo el arte de Kafka es obligar al lector a releer –sus desenlaces o sus secuencias de desenlace sugieren explicaciones pero no se revelan claramente y exigen, para parecer fundamentales, que la historia sea releída desde otro ángulo-. A veces, hay una doble posibilidad de interpretación, de donde la necesidad de dos lecturas. Es lo que buscaba el autor. Pero nos equivocamos al querer interpretarlo todo detalladamente en el caso de Kafka".
Con respecto a tu último comentario ( K “se culpa por no haber aprendido nada”), Kafka en un momento dijo: "Nada se afirma con tanta rapidez en la mente como un sentimiento de culpa sin fundamento – no se lo puede eliminar mediante ninguna fórmula de arrepentimiento o redención”.
Espero haber contribuido a esclarecer en algo tus dudas.
Un saludo : Mariana

Anónimo dijo...

Al principio y con forme me adentre en el libro creí que el objeto de kafka era hacer una sátira al sistema de justicia de su época o de todas las épocas. Burlarse de los jueces (códigos y leyes que en realidad son revistas, mediocres libros de actas, oficinas y tribunales asquerosos que ni si quiera son directamente para ello, la torpe opulencia de los jueces menores al ser retratados por el pintor...)y señalar la imposibilidad al acceso de justicia. pero al finalizar el libro hay algo que no me deja creer que ese haya sido el sentido del mismo. y la sensación de culpa con que mura K me siguiere otro sentido. A K le incoan un proceso por vivir como vive. Por ser quien es. K es culpable de vivir rutinariamente, sin un sentido real. y todo el proceso lo que demuestra es el absurdo e irracionalidad de la existencia, donde no importa lo que se haga siempre no hay defensa posible y siempre se sera culpable y condenado a morir.

mariano dijo...

Creo que kafka hace una radiografia del poder ominoso, contradictorio, vago, invisible de las burocracias que corrompe y deshumaniza a quienes lo sufren y a quienes lo ejercen. Una vez aclarado esto, más allá de todo análisis posterior la novela canta por si misma.
Saludos!

David Camino dijo...

maravilloso ,un análisis claro y objetivo , me ayudo mucho en un análisis para la universidad gracias mil gracias

Atun rojo dijo...

¿Sabéis eso de que en El sexto sentido Bruce Willis estaba muerto casi desde el principio? Pues El proceso no es más que el recorrido vital de cualquier cristiano a la espera del juicio final, y esta obra pretende representar la agonía que este camino provoca.
Desde las pistas de Titorelli (las vías de la salvación, los tres cuadros idénticos que aluden a la santísima trinidad, la localización, su empresa...) pasando por las alusiones directas a la Iglesia, y llegando hasta la sirvienta del abogado (Santo) que le acompañará durante el proceso, todo hace indicar que la intención del autor no era otra que exponer esa angustia, esa culpa, que sí han sabido encontrar la mayoría de analistas entre sus líneas. Es una lástima que no se hable de la grandeza del estilo Kafkiano, un superrealismo que camina desde lo abstracto hasta lo concreto, estilo que se reconoce en todos sus textos, pero que alcanza su zenit al final de esta obra cuando, después del clímax en la catedral, K. termina su vida sin que lo entierren en campo santo, como si diera puta vergüenza reconocer que aquel genio judío puso en jaque a los expertos, eruditos que no han llegado a comprenderle durante casi un siglo.

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