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25 de julio de 2017

Tiempo de descripciones

Tiempo de descripciones

Enseñar Prácticas del lenguaje implica reflexionar sobre el sistema lingüístico, sus normas y el uso que hacemos de él. De acuerdo con los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios “…involucra un conjunto de saberes que tienen como rasgo común el hecho de poner los sonidos, las palabras, las oraciones, los textos, etc., en el lugar de objeto de conocimiento y reflexión.”

Hay instancias necesarias de actividad metalingüística a partir de la exploración de textos, de la escritura y de la lectura. Éstas acrecientan las posibilidades de comunicación, de comprensión y producción de mensajes orales y escritos.

Es habitual que la reflexión sobre algún aspecto particular surja en el momento en que se está llevando a cabo alguna experiencia ligada con prácticas de intercambio oral, con la lectura o con la escritura, pero también es necesario propiciar espacios especiales para trabajar con contenidos de Lengua.

Un aspecto para tener en cuenta son las descripciones. Aparecen en diferentes oportunidades, en circunstancias de oralidad y escritura, en textos descriptivos, narrativos, expositivos, argumentativos...

Nuestras prácticas del lenguaje están teñidas de valoraciones y de intención de influir sobre el destinatario, de modo tal que la información que estamos brindando se ve combinada con aportes expresivos que van más allá de la información propiamente dicha.

Como primer paso, haremos una distinción de conceptos: connotación y denotación. La denotación consiste en la comunicación básica o de primer nivel. Los mensajes se agotan en lo que explícitamente dicen. El lenguaje, en este caso, es neutro.

La connotación es un mensaje de segundo nivel, “un sobremensaje”, agrega un plus a la comunicación básica. Los mensajes, entonces, además de denotar, connotan, es decir: sugieren. Solamente a través de la connotación logramos plasmar lingüísticamente  nuestros intereses.

Connotar no se trata sólo de nombrar, sino de incorporar vivencias e intencionalidades a nuestra expresión. Muchas veces el uso de la ironía muestra claramente el poder de la connotación. Por ejemplo: cuando decimos “qué suerte que te aplazaron”, en realidad estamos sugiriendo algo totalmente contrario a lo que decimos textualmente.
Cada palabra, entonces, posee un significado establecido, fijo, “el que podemos hallar en un diccionario”, pero para cada persona, además, puede presentar diversos matices.

Por ejemplo: “corazón”, si lo buscamos en el diccionario enciclopédico, es el órgano principal del aparato circulatorio. Es un órgano musculoso y cónico situado en la cavidad torácica. Funciona como una bomba, impulsando la sangre a todo el cuerpo. Su tamaño es un poco mayor que el puño de su portador. El corazón está dividido en cuatro cámaras o cavidades: dos superiores, llamadas aurícula derecha (atrio derecho) y aurícula izquierda (atrio izquierdo), y dos inferiores, llamadas ventrículo derecho y ventrículo izquierdo.

Sin embargo, esta palabra sugiere a cada hablante asociaciones y recuerdos que tienen que ver con sus experiencias personales, con sus saberes, con su emotividad. Por eso decimos habitualmente frases como: “tiene un corazón de oro”, “me parte el corazón”, “su mirada me tocó el corazón” y tantas otras.
Cada vocablo abre la puerta a otros a través de la imaginación. Decimos en este caso que connota, porque sugiere, posibilita el ingreso de un nuevo significado en nuestra imaginación.En una descripción el lenguaje connota a partir de diversos procedimientos, entre otros:

  • Metáforas
  • Hipérboles
  • Comparaciones
  • Imágenes sensoriales
  • Imágenes cinéticas
  • Reiteraciones
  • Prefijos o sufijos
  • Exclamaciones
  • Diminutivos o aumentativos
  • Construcciones sintácticas especiales
  • Vocabulario particular
  • Utilización de fórmulas fijas



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