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20 de agosto de 2017

Dante y la Divina Comedia: El drama místico- Significados literal, alegórico, moral y el anagógico o suprasentido

Dante y la Divina Comedia: El drama místico- Significados literal,  alegórico,  moral y el anagógico o suprasentido

Los tres cánticos constituyen tres actos de un místico drama que contiene una gradual revelación, es­pecialmente visible en los tres finales. En el Infierno, los traidores se­pultados en el hielo y los Gigantes encadenados que los rodean ilustran las extremas consecuencias de la gran­deza sólo material. En el Purgatorio, el encuentro de Dante con Beatriz, que lo reprende duramente por sus pecados, señala la culminación de la lucha entre el espíritu y la carne, que se resuelve en las purificadoras lá­grimas del poeta. En el Paraíso, la estática visión del Empírico marca la meta del alma, que comprende la Verdad eterna y se libera definitiva­mente de las falacias terrenas.


Los significados trascendentes
Según la costumbre de la poesía didáctico-alegórica del Medioevo, el via­je dantesco constituye varios planos de significado. En efecto, la Comedia puede leerse según los cuatro senti­dos que Dante enumera en el Convi­vio (II, 1) y en la epístola a Cangrande della Scala: el literal, el alegórico, el moral y el anagógico o suprasentido.
 Literalmente narra el viaje que Dante, por voluntad de Dios, puede realizar vivo a través del triple reino de ultra­tumba, hasta llegar purificado en su presencia, comprenderlo y salvarse. Alegóricamente es la historia de su alma, que, nacida para realizar no­bles ideales, pero desviada por las pasiones mundanas, se redime primero con la ayuda de la Razón Humana (Virgilio) y luego de la Razón Divi­na (Beatriz), por intercesión de la Virgen y bajo el amparo de la Gracia Iluminante (Santa Lucía).
 Moralmente enseña a los hombres qué fácil es entrar en la vida peca­minosa (la selva oscura) sin siquiera darse cuenta, pues las pasiones ador­mecen la conciencia (la somnolencia del poeta), y qué difícil salir de ella y volver a la vida virtuosa (el alto cerro), a causa de la resistencia de las pasiones (impedimento de las tres fieras), y, más aún, imposible, sin la trabajosa meditación acerca de la suer­te reservada a las almas según sus culpas y méritos (viaje por los tres reinos), y sin el largo estudio de las cosas humanas y divinas (guía de Virgilio y de Beatriz).
Anagógicamente, significa las tenebro­sas condiciones de la humanidad (la selva) y la necesidad de salir de ellas bajo la divina protección (las "tres mujeres benditas" Jnf., II, 14), si­guiendo con ordenada disciplina al Imperio, en las cosas temporales (Vir­gilio desde la selva al Paraíso terre­nal), y a la Iglesia en las espirituales (Beatriz del Paraíso terrenal al Em­píreo), unidos ambos por el bien de los hombres (diálogo entre Beatriz y Virgilio por la salvación de Dante, Inf., II, 52).
Dante y la Divina Comedia : La poesía de la Comedia y la grandeza de Dante
El Poema constituye una gran alegoría, en la que el hombre medieval recorre las distintas fases de ese camino moral que ha de condu­cirlo hasta la beatitud eterna, y que su valor, por lo tanto, reside única­mente debajo del ornato retórico de los versos. Pero el contenido concep­tual y el apostolado ético que im­plica no hubieran sido suficientes para elaborar la grandeza de la Divina Comedia. En cambio, todas aquellas elevadas meditaciones han dado for­ma y tangibilidad a una miríada de imágenes y, como sentimiento del mundo, se han convertido en su alma secreta.
 El Poema ha transferido sobre un escenario dramático todas las ex­periencias de Dante, de modo que frente al lector surgen y se imponen a su atención y sensibilidad no con­ceptos, sino figuras. Ciertamente el poeta, concentrado en su misión pro­videncial y ligado a las doctrinas medievales, concibió que el valor de su obra residía esencialmente en el mensaje moral y religioso en él con­tenido, y con esa convicción se la leyó e interpretó en un principio. Sin em­bargo, quien hoy sigue al peregrino a lo largo de su viaje, no busca ya las enseñanzas éticas o las elevadas ver­dades que encierra la Comedia, sino que contempla admirado las soberbias figuraciones nacidas de la fantasía de Dante. Y ello no se debe solamente al hecho de que las concepciones esté­ticas de nuestro tiempo han variado fundamentalmente, sino porque ha sido la poesía la que ha hecho in­mortal al Sagrado Poema.

Frente a Pier della Vigna, por mencionar un ejemplo, no pensamos ya en la vileza y el error que implica el suicidio, sino quedamos atónitos por el poder y el ambiente que lo rodea, y percibimos agudamente la atmósfera de pesadilla y de tristeza que envuelve la tota­lidad del canto. Del mismo modo, a lo largo de los cien cantos de la Di­vina Comedia admiramos el relieve individual de los condenados, la coral y suave melancolía de los penitentes, el regocijo hecho luz y canto de los bienaventurados. Aun los personajes más evidentemente alegóricos, como Virgilio y Beatriz, poseen en el Poe­ma una vida propia ligada en mayor medida a su existencia terrena o le­gendaria —tal como se grabó en el ánimo del poeta— que al acato de su significación trascendente. El Poema, pues, confirma la grande­za espiritual de Dante y testimonio el continuo fundirse en él de cielo y tierra, de humano y divino, de par­ticular y de universal, y revela bajo la forma de eterna poesía una de las más altas cumbres que jamás haya alcanzado la literatura universal.

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