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4 de enero de 2011

SIMBOLOGÍA: ANIMAL

SIMBOLOGÍA: Animal. El animal en tanto que arquetipo
representa las capas profundas de lo inconsciente
y del instinto. Los animales son símbolos
de los principios y las fuerzas cósmicos, materiales o espirituales. Los signos del
Zodíaco, que evocan las energías cósmicas,
son ejemplo de ello. Los dioses egipcios están
provistos de cabezas de animales, los
evangelistas son simbolizados por animales,
el Espíritu Santo se figura por una paloma.
Tocan
los tres niveles del universo: infierno,
tierra, cielo. La mitología de los maya nos
muestra por ejemplo un cocodrilo abriendo
sus fauces monstruosas que son las de un
monstruo del inframundo que devora al sol en el
crepúsculo.
En Egipto la zoolatría es muy antigua:
las bestias deben cuidarse y adorarse, porque
son «el receptáculo mismo de las formas
buenas o temibles de la potencia divina. En
cada ciudad el dios tribal, desde tiempo inmemorial,
se encama en una especie protegida
por tabú».
U n egipcio, dice Heródoto, deja quemar
sus muebles, pero expone su vida por sacar
un gato del brasero. Existen innumerables
momias de bestias. Cuidar los sepulcros de
los animales era un deber en el que los devotos
ponían su orgullo
3. En el simbolismo chino sólo intervienen
los animales salvajes; los animales domésticos
no cuentan, no desempeñan ningún
papel, a no ser, las más de las veces, el papel
de iluso en las supersticiones y los cuentos.
No tienen jamás el poder de transformarse
en hombre o de evocar las cualidades humanas,
como puede tenerlo el zorro y algunas
veces el tigre. El tigre, por ejemplo, está dotado
del poder de distinguir, gracias a un
resplandor que se encuentra sobre la cabeza
de un hombre, si éste es bueno o no.
Los animales fabulosos son los más numerosos
en el arte chino.
Los seres más fabulosos,
los brujos más extraños, los animales
con las formas más
5. «Los turcos requerían de un hábil guía
del ejército las cualidades de diez animales:
la bravura del gallo, la castidad de la gallina,
el coraje del león, la agresividad del jabalí,
la astucia del zorro, la perseverancia del perro,
la vigilancia de la grulla, la prudencia
del cuervo, el ardor en el combate del lobo,
la gordura del yagru, animal que, a pesar de
toda pena y todo esfuerzo, permanece gordo
» (Al Mada' Ini, autor árabe del siglo IX,
citado en ROUF, 233). Otro autor árabe un
poco anterior habla, en una enumeración
análoga, de las cualidades de guerrero: el tesón,
la sangre fría, la fuerza del lobo, el
coraje del oso, la sed de venganza del yak, la
castidad de la urraca, la perspicacia del
cuervo, el ingenio del zorro rojo, la sed de
venganza del camello garañón, el coraje del
león, la facultad de vigilia del búho. La simbólica
de los pueblos turcos añade que el
caballo es bravo y el buey fuerte, que los
corderos son débiles y temerosos, que el león
no puede reprimir su cólera, que el potro es
turbulento, el tigre bravo y valeroso. M.M.
6. Desde el punto de vista bíblico, citamos
solamente dos casos: los animales son presentados
a Adán; los animales, agrupados en
la Biblia, aparecen provistos de un sentido
particular. Los animales que Adán nombra
significan, según Filón, las pasiones humanas
comparables a las bestias salvajes que
conviene domesticar (Leg. A/l., 2,9-11). Filón
considera diferentes grupos de animales.
A propósito del sacrificio por Abraham de
un buey, una cabra, una oveja, una paloma
y una tórtola, dice: «La naturaleza de esos
animales ofrece un parentesco con las partes
del universo: el buey con la tierra, como labrador
y cultivador; la cabra con el agua,
porque es un animal iracundo y el agua es
agitada e impetuosa, como lo atestiguan las
corrientes fluviales y las mareas; el morueco
se asemeja al aire por su violencia, y también
porque ningún animal es más útil al
hombre, ya que le proporciona sus vestimentas;
en cuanto a los pájaros, el elemento
que se les emparenta es el cielo, repartido en
diferentes esferas; se pueden referir los planetas
a la paloma, pues es un animal dulce y
los planetas nos son propicios; las estrellas a
la tórtola, pues ésta gusta de la soledad. Se
puede añadir también que las aves se emparentan
con las estrellas, pues su vuelo se
parece al movimiento de las estrellas y su
canto a la música de las esferas» (Quaesliones
in Genesim, 3,3).
Insistiendo sobre este tema, Filón establece
otras analogías entre estos animales y el
hombre, analogías que volveremos a encontrar
en el arte cristiano. El buey presenta un
parentesco con el cuerpo en razón de su docilidad,
la cabra se relaciona con los sentidos,
y particularmente con el impulso de
éstos. El morueco evoca el Logos por el hecho
de su carácter macho y activo. La paloma
corresponde a la razón en el acto de
aprehender el mundo visible, la tórtola
amante de la soledad busca la realidad invisible
(Quaesliones in Genesim, 3,4), etc.,
(OANP,131-132). M.-M.D.
7. Los animales, que tan a menudo intervienen
en los sueños y las artes, forman
identificaciones parciales al hombre; aspectos,
imágenes de su naturaleza compleja;
espejos de sus pulsiones profundas, de sus
instintos domesticados o salvajes. Cada uno
de ellos corresponde a una parte de nosotros
mismos, integrada o por integrar en la unidad
armonizada de la persona.
«La profusión de los símbolos animales en
las religiones y las artes de todos los tiempos
no subraya solamente la importancia del
símbolo. Muestra también hasta qué punto
es importante para el hombre integrar en su
vida el contenido psíquico del símbolo, es
decir, el instinto ... El animal, que es en el
hombre su psique instintiva, puede llegar a
ser peligroso cuando no es reconocido e integrado
en la vida del individuo. La aceptación
del alma animal es la condición de la
unificación del individuo y de la plenitud de
su bizarría» (JUNS, 238-239). [Cr. también
para la simbólica cristiana de los animales:
Bestiaire roman, Zodiaque 1977; Ramon
Llull, El !libre de les beslies, Barcelona
1905.]

FUENTE: DICCIONARIO DE SÍMBOLOS DE JEAN CHEVALIER

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