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7 de febrero de 2011

Simbología: Alfombra-estera

Simbología: Alfombra, estera. l. La alfombra, para los
orientales, no es, como para muchos occidentales,
un objeto cualquiera del mobiliario;
«es un elemento importante de la vida
personal, familiar y privada. Su ornamentación
no se debe en absoluto a simples casualidades,
sino que viene condicionada por
ideas y sentimientos varias veces milenarios
» (GENT). SU ornamentación no carece
de cierto valor mágico: el rombo y el octógono
de corchetes o de pequeños triángulos
laterales pueden representar el escorpión y
la tarántula, contra los cuales uno quiere
protegerse.
Igualmente mágicos y simbólicos, y no solamente
estéticos, son: el camello, que representa
la fortuna de los nómadas y cuya
imagen es un testimonio de felicidad y de riqueza
para el fabricante y el propietario de
la alfombra; el perro, que aparta de la morada
en la que se coloca el tapiz, a todos los
indeseables, brujos, enfermedades personificadas
tales como la viruela; el pavo real, ave
sagrada tanto en Persia como en la China; la
paloma, símbolo del amor y de la paz; el árbol
de la vida, símbolo de la eternidad, lo
mismo que el ciprés; la granada en flor, el
germen de girasol, la cápsula de semillas,
símbolos de riqueza y de abundancia; y el
clavel, símbolo de la felicidad.
2. En cuanto al color de las alfombras,
amarillo oro es símbolo de poder y de
grandeza; conviene a las alfombras destinadas
a los palacios y a las mezquitas; -blanco:
pureza, luz, paz (bandera primitiva de
los árabes hasta el fin de los ommeyas); -7
rojo: felicidad, gozo (bandera de los seldjúcidas
y las dinastías otomanas); -7 negro: destrucción,
revuelta (adoptado por los abbasidas
sublevados contra los ommeyas); ~ verde:
renuevo, resurrección, vestidos de los
habitantes del paraíso (color de los partidarios
de Alí, chiítas persas; luego, a partir del
siglo XIV, de todos los descendientes del profeta
y de los peregrinos de La Meca); ~ azul
celeste: adoptado por lo~ emperadores de Bizancio,
color nacional del Irán, visto sin
embargo como color de duelo en todo el
Oriente; púrpura (violeta tapetado, o incluso
claro): distintivo de los reyes, color del lábaro
de Constantino, influyó en varios pueblos
orientales; sinople, llamado verde profeta,
que caracteriza a muchas alfombras de oración,
que luego deben enrollarse, sin pisarlas
nunca. Las .«marcas» de fabricación de las alfombras
se transforman en elementos decorativos
y poseen también virtud mágica: así,
el signo que representa un peine con cinco
trazos, simboliza la mano de Fátima, que
exorcisa contra el mal de ojo.
En algunas regiones de Marruecos, cuando
un extranjero penetra en una casa en
donde se encuentra una hermosa alfombra
nueva (zaráiya), la mujer que la ha fabricado
quema un trocito de su orla, a fin de
expulsar el mal de ojo; entre los ait warain,
se hace exactamente lo mismo cuando se
lleva una alfombra nueva al mercado para
venderla.
Tras la muerte de alguien, ciertos ritos populares
afectan a las alfombras. Así en Fez
las que cubren el suelo de la casa del difunto
deben ser remplazadas por esteras traídas de
una mezquita. Se las deja sobre el suelo de la
casa durante tres días, contando el día de
la defunción (WERS, 429,468,540).
4. La «alfombra de oración» es exactamente
un templum, es decir un espacio sacralizado,
delimitado con respecto al mundo
profano. Los santos se representan a veces
(así Sidi Uali Dada, en Argelia) navegando
sobre una alfombra de oración tirada por
peces (OERS, 184).
En cuanto símbolo estético, la alfombra
expresa a menudo la noción de jardín, inseparable
de la idea de -7 paraíso. Hay en ella
flores, árboles, animales y pájaros, reales o
míticos. «El medio empleado impide una
imitación demasiado realista... de manera
que es el jardín en sí y sus características formales
y universales lo que estas alfombras
expresan; no un jardín individual, sino el
gozo permanente ofrecido por los jardines.
Es así como un alfombrero de la época islámica
dice en un poema: Aquí, en el jardín
fresco florece una primavera siempre maravillosa,
que no atacan ni los vientos de otoño
ni las tormentas de invierno» (ENCI,
4,4 7). Se trata de una abstracción -la del tapiz-
destinada a hacer sentir en invierno las
delicias de la primavera.

La alfombra resume en sí la simbólica de
la morada, con su carácter sagrado y con todos
los deseos de felicidad paradisíaca que
ella implica.




DICCIONARIO DE LOS SÍMBOLOS
Bajo la dirección de
lEAN CHEVALlER
con la colaboración de
ALAIN GHEERBRANT
BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1986

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