EL ROMANTICISMO
HISPANOAMERICANO- CONTEXTO HISTÓRICO- CARACTERÍSTICAS
Aunque el Romanticismo
hispanoamericano surge como una revolución estética, no sólo apunta a una libertad
literaria, sino también política, considerada como meta de la "evolución de
la sociedad".
¿Qué
significa Romanticismo?
La palabra Romanticismo
significa, etimológicamente, una concepción de vida semejante a la de los pueblos
románicos, los primeros que desarrollan el genio de la Edad Media.
En la Inglaterra
del siglo XVII se usa romantic para calificar los acontecimientos que sólo
ocurren en las novelas. En Alemania, roman es sinónimo de novela, y romántico,
"romantisch", quien cuenta, en forma oral o escrita, los hechos que
conforman el mundo novelístico.
Pero Romanticismo
adquiere su significado actual en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando nace
en Alemania como movimiento individualista que se opone a la estricta sistematización,
consagrada por los clásicos sobre la base de reglas y modelos invariables, en pro
de la intuición, del sentimiento y de la espontaneidad.
Del alemán se transmite
al francés ("romantisme", "romantique"), y de ahí al español
y al italiano ("romanticismo", "romántico"); es decir, la
nueva estética se difunde por Europa, donde siembra su afán por representar lo infinito
y por buscar lo sublime; lo maravilloso y lo fantástico.
Esta verdadera
insurrección contra el estatismo dieciochesco realiza el trágico esfuerzo de religar
la vida al ideal, para obtener la ansiada coincidencia entre el sueño y la realidad .
El
Romanticismo hispanoamericano y la
influencia europea –Contexto histórico
La literatura
hispanoamericana se hace romántica por influjo de Europa. El 9 de diciembre de
1824 se libra la batalla de Ayacucho, que señala el fin
de las guerras de independencia y, por ende, de la dominación española,
y el establecimiento de las repúblicas. Los territorios que la Península poseía
en América -excepto Puerto Rico y Cuba- nacen a la vida libre y se definen
desde el punto de vista histórico, social y natural.
Desde la década de 1810 hasta 1870, la sociedad sufre
cambios de importancia: queda abolida la esclavitud y la servidumbre de
los indios; en el orden económico, se implanta el sistema liberal; se propician
reformas educativas y se fundan escuelas; desde el punto de vista filosófico, es
decisiva la influencia de Francia, Inglaterra y Alemania. El siglo XIX está dominado
por el positivismo que sólo reconoce el método experimental y acepta como
verdadero lo que puede comprobarse mediante la observación.
El arte no muestra mayores logros: apenas
sobrevive la pintura religiosa y sólo el retrato, característico de la época
colonial, conserva su originalidad. Se importa de España y de Francia el estilo
neoclásico. Méjico y la Argentina, los dos extremos del mundo hispanoamericano,
desarrollan un arte relativamente propio a través de las creaciones de pintores
"criollistas" y populares. El tema criollo, tratado por los artistas viajeros
en el Río de la Plata, culmina en la obra del saboyano Carlos Enrique Pellegrini.
La pintura descriptiva de tinte nacional está representada por hombres nacidos
y formados en nuestro país: Carlos Morel (1813-1894) exalta la vida del gaucho
y Prilidiano Pueyrredón (1823-1870) toma como tema de inspiración la sociedad
platense de mediados de siglo . Desde Pueyrredón, la influencia italiana se une a la
francesa, hasta el triunfo del impresionismo.
Respecto de la escultura, no
manifiesta rasgos originales, pues los monumentos públicos son obra de artistas
oriundos de Europa.
La música continúa la tradición
colonial. Los organistas y maestros de capilla interpretan aún a Tomás Luis de
Victoria (1540-1607 Ó 1608), a Juan Pierluigi (Palestrina) (1562-1594), a Juan
Sebastián Bach (1685-1750) y a Francisco José Haydn (1732-1809). Se escuchan
óperas, sonatas, cantatas, misas, sinfonías y cuartetos.
El proceso político
hispanoamericano conduce a la libertad de cultos, pero es más relevante la
inclinación por el catolicismo. España deja de ser el camino que conduce la cultura
europea a la América hispana; ocupa su lugar Francia, que se convierte en modelo
digno de imitación.
A pesar de que las
mencionadas manifestaciones artísticas no logran, durante el Romanticismo, optimar
sus obras, la
literatura, no ajena a los avatares de la política, encuentra, sobre
todo en la poesía, un
arma espiritual de combate para gritar su verdad. De ahí que los literatos hispanoamericanos
sean también hombres entregados, con auténtico apasionamiento en muchos casos,
a la vida pública. Y, junto a la novedad del asunto, buscan la forma nueva para
expresarlo. No se resignan a haber alcanzado la liberación política; anhelan también
la intelectual, el nacimiento de una literatura nacional que los represente
geográfica, física, humana, histórica y espiritualmente, sin ligaduras con la
española.
Introducción
del Romanticismo en la América hispana
El Romanticismo,
primer movimiento literario en la vida libre del Nuevo Mundo, llega a América a
través de dos vías:
·la del Atlántico,
con el escritor argentino Esteban Echeverría (1805-1851);
·la del Pacífico,
con los literatos españoles Fernando Velarde (1821-1880) y José Joaquín de Mora
(1782-1864).
Esteban Echeverría viaja a París
en 1825 con el objeto de iniciar estudios de Física, Química, Matemática y otras
ciencias, pero se siente atraído por la literatura, especialmente por la poesía
que se cultiva en esa época, y a ella se entrega. Cuando regresa a Buenos Aires,
en 1830, ya es un poeta que no oculta su admiración por Chateaubriand , Lamartine y Víctor Hugo. Los jóvenes que comulgan
con la nueva orientación estética, reciben de él un Romanticismo de sello auténticamente
francés. Su poema Elvira o La novia del Plata (1832) inaugura el
Romanticismo en las letras argentinas, que no sólo se anticipan así a los demás
países de lengua española, sino también a España, ya que su primera obra romántica,
El moro expósito , de
Ángel Saavedra Ramírez de Baquedano, duque de Rivas (1791-1865), data de 1833. De
la Argentina, el movimiento se extiende a Chile y al Uruguay.
La segunda vía, la del Pacifico,
introduce un Romanticismo de signo
español , José
Joaquín de Mora llega a la Argentina en 1826 y permanece aquí hasta la caída de
Rivadavia; va, entonces, a Chile, desde donde viaja a Bolivia; más tarde, visita
el Perú. Sus Leyendas españolas, en las que late el espíritu byroniano, son
verdadero modelo para sus émulos.
Velarde
reafirma los principios de Mora, pero, a diferencia de éste, es poeta grandilocuente
y desbordante, y se lo respeta y admira como maestro. Divulga su poesía en Cuba,
Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia y Guatemala, y, muy pronto, se convierte
en ídolo de la juventud. Melodías románticas y Cánticos del Nuevo
Mundo deleitan a no pocos principiantes; pero junto a la inspiración inagotable
reinan también el desorden y el mal gusto. En 1861 fija su residencia en Nueva York
y diez años más tarde, en Londres, donde muere en 1880.
Venezuela y Colombia, sin desconocer
el nuevo ideario romántico, permanecen aún fieles al espíritu clásico, y Méjico,
a los modos y motivos populares .
SUS
ANTECEDENTES
Aunque se
considera que 1830 es el año del nacimiento del Romanticismo hispanoamericano,
hallamos, en obras anteriores, atisbos de la nueva sensibilidad . Así lo demuestran Andrés Bello (1781-1865), en Venezuela;
Juan Cruz Varela (1794-1839), en la Argentina, y José María de Heredia (1803-1839),
en Cuba, abordando temas como la naturaleza
americana (Andrés Bello,
Alocución a la Poesía; la mujer ángel (Juan Cruz Varela, La Elvira); el indio ( Juan Cruz Varela, En
el regreso de la expedición contra los indios bárbaros, mandada por el Coronel D.
Federico Rauch);la noche, la luna y las
estrellas (José María de
Heredia, En el Teocalli de Cholula).
LA EMANCIPACIÓN
ESPIRITUAL
Hispanoamérica
desea tenazmente la reivindicación de una autonomía intelectual, la ciudadanía
en política, en literatura y en arte. La divisa de la época es la libertad en todos
los órdenes. Intenta desasirse, pues, de las tradiciones peninsulares, definir su
cultura, mostrar su distinta realidad. Pero este antihispanismo no es tan
severo como muchos lo consideran, ya que algunos de nuestros escritores, por ejemplo,
hallan solaz en no pocas páginas de Espronceda, Larra, el duque de Rivas, Zorrilla
y Bécquer. Sienten simpatía por la "Joven España", es decir, por el
conjunto de hombres que en ese tiempo lucha en la Península por la renovación y
por la libertad.
No obstante,
América no quiere ser España ni Europa. Necesita expresar su personalidad
mediante su literatura y así lo hace. Nace, entonces, el americanismo literario.
EN BUSCA DE LA VOZ DEL ALMA
El Romanticismo,
a pesar de ser un movimiento predominantemente literario, se halla sustentado por
una filosofía. El hombre no acepta su entorno, entonces lucha o se evade. Surge
así, en la obra literaria, otra concepción de la realidad, que podríamos llamar
realidad simbólica.
Los denominados temas románticos son
verdaderos símbolos que ocultan un yo -ese imperio del yo - en pugna por ser lo que considera debe ser y que no encuentra
su centro por estar demasiado encerrado en sí mismo. La suma de esos símbolos
da a luz otro: la falta de libertad.
El romántico se
siente cautivo , porque
ese abismo entre lo que siente que es y lo que considera su deber ser lo coarta
desde el punto de vista de la acción . Sepultado el edificio colonial, la
sombra de la guerra, después de largas y costosas experiencias, el desorden político
y moral, pesan sobre él y lo lanzan a la búsqueda de su mundo interior. De ahí su necesidad
de proyectar en su entorno lo que vive dentro de sí: tristeza, melancolía, desilusión, impotencia, duda;
suele refugiar su soledad en las sombras, símbolo de su confusión de valores, o
en el lúgubre panorama de un pasado en ruinas, símbolo de una vida muerta que
renace luminosa en el recuerdo, único asilo o "tercer reino" para
gozar, con los ojos abiertos, el sueño de la libertad.
La incapacidad
para conseguir su ideal -su "flor azul", como Enrique de Ofterdingen,
en el poema en prosa homónimo de Novalis , genera ese estado de alma. Desde
su punto de vista, la realidad refleja un desorden; esto explica su violencia
contenida o su rebeldía ante la falta de respuestas. No es feliz, porque no
goza de la verdad. La felicidad se torna una infinita e irrealizable
aspiración, trascendente al mundo. El romántico quiere reconstruir su vida
-restablecer el orden perdido-, herida por tantos sufrimientos. El desolado
presente es, entonces, su prisión; por eso recurre al pasado o al porvenir.
Sus características sobresalientes son:
·una existencia
vacía y silenciosa;
·la eterna lejanía
de la dicha;
·un fatalismo
terrible: nadie puede huir de su destino;
·la superstición;
·su estada entre
la vida y la muerte;
·el concepto de
la eternidad como sombra pavorosa que todo lo envuelve.
Recurre, pues, a los siguientes temas-símbolos para
proyectar su yo:
1) La naturaleza, prolongación de la sensibilidad . Hispanoamérica
ama su naturaleza pródiga; nace en esta época un sentimiento regional. El paisaje
que describe el romántico, simboliza su inmenso yo y le ofrece la pausa creadora
. Se solaza en pintar
su tierra, su suelo natal . No
se trata de una descripción rigurosa y objetiva de su ámbito cotidiano; surge
de una meditada selección de elementos del pasado, reunidos en torno de su
valor afectivo . El
paisaje exterior es espejo de su paisaje interior. Entre los escenarios preferidos
por los románticos sobresalen la naturaleza y la ciudad, pero se inclinan por la
primera y la muestran con fruición, generalmente en su forma salvaje, en
libertad . Esa
naturaleza sobrevive al hombre y sus obras; de ahí la referencia continua a las
ruinas, a las tumbas y al cementerio.
El paisaje
romántico carece de luz: la noche, apenas iluminada por una pálida luna o por
las estrellas, es la hora del amor, del ensueño, la del vuelo hacia el ideal nunca
alcanzado. También crea el clima propicio para la irrupción de lo terrorífico y
de lo sobrenatural, sobre todo, cuando es azotada por una gran tempestad. A veces,
el atardecer invita a la meditación y a las lágrimas. El mar suele aparecer
como símbolo de libertad.
2) La
valoración de la Historia. El tema político. El
romántico se interesa por la historia nacional y por el porvenir político de su
patria. Anhela el renacimiento de una patria más pura. Cuestiona la sociedad en
que vive y toma postura ante sus problemas. En el Romanticismo argentino, Juan
Manuel de Rosas aparece como el antihéroe, tirano cruel, insensible, frio,
despiadado e inflexible con los que persigue. No pocos escritores lanzan su feroz
diatriba sobre el que les usurpó la libertad y los alejó del solar amado. En la
Argentina no es la historia, sino el porvenir, el que conforma la esencia
nacional.
3) Ideales
de libertad y de progreso. El romántico quiere ejercer su
libertad sin amenazas ni limitaciones. Espontaneidad y autenticidad constituyen
la fórmula que él defiende. La libertad política es un medio para lograr, a
través del arte, una· libertad suprema que dé forma artística a la expresión
apasionada e ineficaz del yo. No concibe la libertad de expresión sin la
libertad política.
Además, su
búsqueda es más honda: anhela también la libertad espiritual, es decir, liberar
su mundo interior de las trabas que le impone la realidad exterior.
La idea del
progreso, heredada del Neoclasicismo, enciende en el romántico el sueño de
estar en el amanecer de una vida nueva y fecunda.
4) El
amor a la patria. El destierro
involuntario trae el recuerdo querido de la patria lejana.El regreso mitiga
siempre, con la esperanza de un mañana promisorio, el dolor sufrido.
5) Voluntad
de gloria. La búsqueda silenciosa de la gloria responde a su íntimo
deseo de ser el centro del mundo que lo rodea, de perdurar en él.
6) El héroe.
El Romanticismo ha creado más tipos que caracteres; de ahí que los personajes no
presenten cambios psicológicos. Su conducta se ordena según un conjunto de
notas fijadas definitivamente.
En general, el protagonista
masculino es fiel a sus ideales políticos hasta la muerte; noble, apuesto, valiente,
orgulloso, aunque, a veces, débil, celoso, melancólico, solitario, apasionado
e inerme frente al amor de una mujer .
El
héroe presenta distintas facetas:
·histórico, casi
legendario;
·patriótico;
·sombrío y fatal:
el bandido romántico que se rebela contra los hombres y, aun, contra Dios, y se abandona a
fuerzas extrañas que lo arrastran al abismo;
·codicioso; sus
actos sólo están signados por la ambición de riquezas; el fin justifica los medios,
aunque trunque con su proceder la felicidad de otros seres menos aventajados que
él;
·el viajero
desconocido que viene de tierras lejanas y oculta misteriosamente
un pasaje de su vida;
·el gaucho, hombre
de la tierra, impertérrito,que esgrime su fuerza contra la injusticia y contra
los abusos de la autoridad .
Estos personajes
expresan con gestos o actitudes su confusión interior. A veces, son más símbolos
que sujetos, pues el escritor los trata desde un punto de vista social.
Otros personajes
no alcanzan la envergadura de héroes: el reo de muerte, el verdugo, el sacerdote
sacrílego.
7) La familia. Es una característica
de los románticos hispanoamericanos evocar la vida del hogar. El regreso al pasado
feliz atempera su angustia.
8) La eternidad
del amor. El romántico siente un amor pasional, irreflexivo,
sublime, que no pocas veces acaba con la muerte o el alejamiento definitivo del
ser amado; o bien, un amor melancólico, soñado, que signa la frustración desde
el comienzo. En las obras literarias, adquiere distintas características:
·el amor imposible,
·el amor
frustrado,
·el amor posesivo,
·el amor furtivo,
·el amor sacílego,
·el amor maternal,
·el amor
ultrajado,
·la traición de
amor,
·la muerte del
enamorado o de la enamorada,
·la muerte del hijo,
·la locura final
de la amante.
9) La mujer. Forma
parte de un mundo superior espiritual izado. Es el "ángel" del Romanticismo,
un ser celestial. Reúne todos los atributos que la convierten en el ideal que
persigue el hombre: buena, de voz dulce, suave, bella, generosa, inocente y llena de virtudes.
Él se siente feliz a su lado y desea más su compañía para purificar su espíritu que para satisfacer
su pasión.
La mujer romántica
sueña con todos los héroes y también con un amor sublime y único. Cuando
éste llega, le entrega su alma y sus ojos reflejan el nuevo sentimiento; permanece fiel
a ese amor y por él lucha hasta la locura o hasta la muerte.
La antítesis de
la mujer-ángel es la mujer-demonio, que aparece con menos frecuencia en las
obras literarias.
10) Las cartas
y las flores. La correspondencia que se envían los
enamorados es un lugar común en las páginas románticas, sobre todo cuando los
separa la distancia y necesitan liberar sus sentimientos. El amor es fuerza
que los oprime y los deleita al mismo tiempo. Por eso escriben y, al hacerlo, se
confiesan ardorosamente. Las flores constituyen el símbolo de ese amor puro.
11) Lo exótico. Hispanoamérica reemplaza el regreso
a la Edad Media europea por la evocación de la herencia indígena y de la época
colonial. El indio aparece como preocupación del escritor romántico, quien asume
su defensa o lo considera un mal que debe
exterminarse. Su entorno exótico lo cautiva. Defendido, idealizado o escarnecido,
el indio no surge, sin embargo,' como ideal de vida o de cultura. Lo mismo sucede
con el negro. Ambos, en conflicto constante con el blanco, luchan hasta la muerte
por su libertad.
12) Lo fantástico o el vuelo hacia las inmensas
regiones de la imaginación. La desazón del romántico reside, fundamentalmente,
en que la realidad no puede adecuarse a su mundo imaginativo, de ahí que cree esa
otra realidad que llamaremos fantástica. Recurre, entonces, a sueños y visiones,
a apariciones de seres sobrenaturales, que, en general, presagian la muerte o algún suceso nefasto para los personajes.
13) Exaltación
del yo, única medida y única norma. El
carácter eminentemente subjetivo del Romanticismo se trasunta en el uso constante
del pronombre de primera persona, que responde, sobre todo, a un anhelo de autoafirmación.
El romántico "es" en el mundo,
aunque éste se le oponga. De ahí ese constante indagar en su interioridad y ese ver todo con los
ojos del alma.
14) La vida y la muerte. El anhelo de evasión.
Para el romántico, el mundo real sólo ofrece
tristezas y hastío; se refugia, entonces, en la soledad para soñar con un ideal siempre inalcanzable.
Todo es relativo y fugaz, aun la vida. La angustia de vivir halla en la muerte la
paz Iiberadora, el anhelado silencio del reposo definitivo. La vida es, pues, la
irrealización, la pérdida constante de esa verdad subjetiva que él esgrime como
única; la muerte, la promesa de la luz. Por eso, muchas veces la busca mediante
el suicidio o se lanza a los mayores peligros, seguro de perecer. En criptas, grutas
y subterráneos , donde
sueña descubrir riquezas o vida, encuentra el horror o la muerte. El sueño es el
símbolo del hombre que quiere escapar de su existencia terrena y de los límites
de su cuerpo. La Iocura se transforma en el supremo recurso y en la verdadera
cordura.
Ese estado de
profunda depresión desemboca en el llanto y en las confesiones
dolorosas, pero las lágrimas no logran mitigar la congoja de su alma.
15) El inexorable destino. El
romántico se queja contra el destino y al mismo tiempo, guiado por un sentimiento
fatalista, cree en él ciegamente. Sabe que nada podrá cambiar sus designios y se entrega sin ánimo de lucha. Además,
piensa constantemente en el porvenir, pues
allí está el oasis de salvación.
16) La religión. La actitud religiosa del romántico responde a su
sensibilidad . Anhela comunicarse con Dios sin
aspirar, por supuesto, a la unión mística. Cree en su existencia y lo invoca con fervor, pero su fe no parece sólida, de ahí que se hable
de un cristianismo básico, no dogmático. Presagios y presentimientos conforman una atmósfera de superstición que distorsiona
el recto concepto religioso y enriquece ese continuo estado de catástrofe que reina
en su vida interior.
En general, Dios es sólo un sentimiento, porque el romántico vive
desde sus sentimientos; a veces se endiosa y
otras se entrega con total sumisión al Ser
Divino. No se halla abierto a lo Trascendente. Implora protección, para que Dios
trace nuevo rumbo en el camino de su vida, para que lo consuele en el dolor, o
bien, se rebela contra Él.
17) El costumbrismo. El romántico trata de exaltar los modos de vivir nacionales,
no sólo describe su paisaje, sino también los tipos y costumbres de su país o región, y expresa así lo individual. Los temas costumbristas son:
·lo peculiar de los ambientes;
·lo típico de los personajes;
·la crítica de los malos gobiernos;
·los paisajes;
·los animales.
Esta revalorización de lo popular implica la búsqueda de lo folclórico,
un retorno a todo lo que sea creación anónima; de ahí el valor de las leyendas.
El gaucho es el personaje por excelencia; con él surge la literatura gauchesca.
EL ARTE DE LOS ROMÁNTICOS
Liberados de los preceptos neoclásicos, los románticos se oponen a la
clasificación de los géneros literarios; unen la poesía a la prosa e introducen
innovaciones en la métrica y en la combinación de las estrofas. Escriben leyendas,
cuentos, tradiciones, libros de memorias,
diarios íntimos, autobiografías, novelas, relatos de viaje, dramas y poemas.
Fuente: AAVV: Las letras en la América Hispana
Ed. ESTRADA, Bs.As.
5 comentarios:
Muchas gracias, muy util para mi examen de la literatura Hispanoamericana I que me entra desde la literatura precolombina hasta el modernismo.
Me gustaría saber si la información expuesta es una transcripción exclusivamente del libro que cita al final. Tengo esta duda porque estoy haciendo una monografía sobre este tema y la verdad que donde vivo no hay material disponible, ni siquiera el libro que menciona como fuente.
Sí, es una transcripción del libro citado. Puedes citar el libro, año de edición 1994 (libro muy difícil de conseguir). O bien puedes citar esta página como fuente, ya que todo lo que se publica en ella tiene un respaldo bibliográfico. ¡Saludos!
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS! Estoy a horas de la entrega de mi monografía y esperaba su respuesta.Citaré las dos, su blog y el libro en el que se basó :)
Ya sé para tener en cuenta este blog.
¡Saludos!
Stefanía Rodríguez Sarmiento
Simplemente, gracias. Excelente.
¡Saludos!
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