Simbología: El bosque
Para el analista moderno, por su obscuridad y su arraigamiento profundo, el bosque simboliza lo inconsciente. Los terrores del bosque, como los terrores pánicos, estarían inspirados, según Jung, por el temor de las revelaciones de lo inconsciente.
Entre los Antiguos, griegos y latinos, como para otros pueblos, los bosques estaban consagrados a las divinidades: simbolizaban la morada misteriosa de Dios.
Cada dios tiene su bosque sagrado: aunque dentro de él inspira un temor reverencial, recibe también en él los homenajes y las plegarias. Los romanos no podían cortar los árboles de los bosques sagrados sin sacrificio expiatorio. La selva o el bosque sagrado es un centro de vida, una
reserva de frescor, de agua y calor asociados, como una especie de matriz. También es un símbolo maternal. Es la fuente de una regeneración.
Interviene a menudo en este sentido en los sueños, descubriendo un deseo de seguridad y renovación. Es una expresión fortísima de lo inconsciente. El sotobosque, con sus altos y profundos oquedales, se compara también a las grutas y cavernas.
Innumerables pinturas de paisaje no intentan sino destacar esta semejanza. Todo ello confirma el simbolismo de una inmensa e inagotable reserva de vida y un conocimiento misterioso.
Los poetas son más sensibles al misterio ambivalente del bosque, el cual genera a la vez angustia y serenidad, opresión y simpatía, como todas las poderosas manifestaciones de la vida. «Menos abierto que la montaña, menos fluido que el mar, menos
sutil que el aire, menos árido que el desierto, menos obscuro que la gruta, pero cerrado, arraigado, silencioso, verdoso, sombrío, desnudo y múltiple, secreto, el bosque.
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