Brasil: resumen de su
historia y su literatura
La república brasileña
tiene una historia reciente: su proclamación data de 1889. Apenas un año antes
se declaró abolida la esclavitud, base de su sistema económico desde la
conquista, si bien hacía tiempo que su importancia había declinado ya que era
mano de obra asalariada la que a finales del siglo XIX proveía al Brasil de su principal producto de
exportación: el café.
Brasil es, sin duda, el
país que registra los mayores contrastes en su desarrollo. Mientras tiene los
más altos índices de progreso industrial y científico de Latinoamérica, vastas
zonas de su territorio permanecían sumergidas en un atraso anacrónico. El otrora
poderoso noreste, bastión de la producción azucarera durante la colonia, es ya
en el siglo XIX una de las zonas más pobres del país. La riqueza cafetalera se
concentró en San Pablo y Río de Janeiro en cuyas áreas de influencia se
aglomera la población urbana, destinataria de los productos industrializados en
el siglo XX.
El nacionalismo y los comienzos de la industrialización
En el plano político
surge hacia 1920, el "tenientismo" movimiento con influencias en el
ejército e inclinaciones nacionalistas y populares que expresaba el crecimiento
de las fuerzas productivas del país. Del mismo surgió como una historia que
toca la leyenda, la "Columna Prestes" por el nombre de su líder, el
capitán Luis
Carlos Prestes, cuyas largas marchas en el interior pauperizado del
Brasil, castigando los abusos de los terratenientes y eludiendo con habilidad y
heroísmo militar el hostigamiento de las tropas, han pasado a formar parte de
la tradición política brasileña.
Las tendencias
nacionalistas iban a encontrar su caudillo en Getulio Vargas, combativo
político del Estado de Río Grande, cuyo movimiento de prolongada influencia
secular, las representó con ambigüedades y vacilaciones en su línea. Asciende
al poder a través de la revolución de 1930 en momentos en que la situación
mundial, trastornada por la "gran depresión", hacía peligrar la
confiada prosperidad de toda América.
Vargas comienza una
política de protección y estímulo a la industria nacional y busca democratizar
el sistema, incorporando ciertas concesiones a la clase obrera. Sin embargo la
oposición iniciada desde la Alianza Nacionalista Libertadora, liderada por Luis Carlos
Prestes desata una política represiva. Hacia la década del 40 Brasil
reorienta su política hacia los EE.UU. y rompe con las potencias del Eje. El
golpe de Estado que derroca a Vargas en 1945 para restaurar el régimen constitucional no logra desalojarlo del escenario político brasileño:
vuelve al poder en 1950 a través del voto popular. Este segundo período que habrá de durar
hasta el suicidio del líder populista en 1954, se caracterizó por
medidas de corte nacionalista como la constitución del monopolio estatal del
petróleo y por una amplia agitación popular realizada por su ministro de
Trabajo, Joao
Goulart, transformado en heredero del varguismo.
La
fórmula Kubistchek-Goulart—triunfadora en las
elecciones del '55— continúa el esquema del caudillo desaparecido aunque las
condiciones internacionales hacen fracasar el viejo proyecto de atraer al
capital extranjero, al mismo tiempo que se elabora toda una ideología del
desarrollo nacional de la que participan numerosos técnicos y economistas. Durante su
gobierno se traslada la capital a Brasilia.
En 1961, por renuncia
del presidente Quadros,
sucesor de Kubistchek el parlamento asume el poder ante la amenaza
de golpe de estado. Se vota una reforma constitucional que establece el
parlamentarismo. En esas condiciones accede al gobierno el vicepresidente Joáo Goulart.
Se suceden años de agitación popular y huelgas obreras, alentadas por el
ejemplo de la revolución cubana y acicateadas por la deteriorada situación
económica.
Del milagro a la crisis
El golpe de Estado del
64 cierra toda una etapa de vida constitucional. La dictadura militar que en
sus comienzos desata una política represiva lleva adelante, a partir de 1967,
una vez anulada la oposición, un plan de desarrollo industrial fundado en el
capital extranjero. Para ello elabora toda una concepción mística del Brasil-
gran potencia a la que concurren incluso, los éxitos deportivos. Sin embargo,
el clima de euforia tiene corto alcance. A comienzos de 1985, con una situación
económica deteriorada por una gigantesca deuda extrna, el gobierno militar cede
su lugar a un presidente civil elegido por el Parlamento, Tancredo Neves. Este muere antes
de asumir sus funciones luego de una prolongada agonía y en un clima de
conmoción popular, se hace cargo del ejecutivo el vicepresidente electo José Sarney.
Entre sus primeras
medidas de gobierno se cuenta la moratoria de la deuda externa en 1986 junto
con el lanzamiento del Plan Cruzado para combatir la inflación. Los resultados
parecieron ofrecer cierto alivio y prosperidad. Sin embargo sus efectos fueron
pasajeros y la inflación volvió a descontrolarse. En las elecciones municipales
de 1988 creció el caudal de votos de los partidos de izquierda y centro.
A fines de 1989 se realizaron las
primeras elecciones directas para presidente —luego de la reforma constitucional—
en 29 años. Los candidatos más votados fueron Fernando Collor de Mello, un
político joven, representante de las fuerzas conservadoras y Luiz Inacio
"Lula" da Silva, líder del Partido de los Trabajadores.
Resultó electo el
primero con 42,75% de los votos contra 37,86% de su oponente. Las políticas
implementadas por el nuevo gobierno para contener la inflación resultaron a la
larga infructuosas. La presión de la deuda externa —Brasil es el principal
deudor de América Latina— se hacía sentir sobre los sectores mayoritarios. El 29 de diciembre de 1992, en
medio de un escándalo de proporciones y luego de haberse expedido la Comisión
Parlamentaria, Collor
de Mello renuncia a su cargo acusado de corrupción y malversación de
fondos públicos. Quedó a cargo del poder ejecutivo el vicepresidente Itamar Franco.
La principal preocupación del gobierno es la de contener la inflación que
alcanza niveles inusitados. Para ello han emprendido planes de ajuste que
agudizan el descontento social y el aumento de los niveles de pobreza de
amplias capas de la población en donde aflora la violencia y la marginación.
Los acuerdos para la
constitución del MERCOSUR junto a Argentina, Paraguay y Uruguay proporcionan
una oportunidad especialmente favorable a Brasil —que cuenta con un mayor
desarrollo industrial que sus vecinos—para aprovechar sus ventajas.
Las elecciones de 1994 plantean la alternativa del triunfo de las
fuerzas de izquierda lideradas una vez más por Luiz Inacio "Lula" da
Silva.
LA LITERATURA
Una literatura vital y
compleja corresponde a ese país vital y complejo. Ya en el romanticismo hubo
prosistas como Joaquim
de Macedo, quien refleja tipos humanos que se hicieron famosos,
"a moreninha", dentro de la veta del costumbrismo, y José de
Alengar, que en su novela O gaucho (el gaucho de Río
Grande do Sul) intenta un esbozo social. Pero el novelista más importante del
Brasil finisecular es Euclides da Cunha (1866-1909) el autor de Os sertoes1 (Los sertones) quien,
según Henriquez Ureña (Las corrientes
literarias en América Hispana, FCE, 1954) encuadra la
historia de un místico rural "que congregó en torno suyo, una multitud fanática, en una
especie de ensayo de geografía humana del sertón, esa zona vasta y peculiar del
interior del Brasil". Esta multitud reunida en comunidad rebelde al
gobierno, resistió tres intentos de sojuzgamiento, hasta que fue aniquilada. El
peruano Vargas
Llosa retomó el tema en nuestros días en La guerra del fin del mundo.
Recién en 1922 surge un
movimiento literario cohesionado y renovador, el "modernismo",
iniciado por poetas: Manuel Bandeira, Murilo Mendes, Cecilia Meireles, Carlos
Drummond de Andrade, Mario de Andrade, pero que también alcanzó con
su hábito renovador a la prosa. Además, la mayoría de estos escritores son
también prosistas, especialmente cuentistas. El modernismo brasileño no es una
prolongación tardía del modernismo rubeniano; alejado del preciosismo, busca
una expresión a la vez coloquial y vanguardista; volcado a su lengua y a su
pueblo logra realizaciones experimentales, sencillas y densas.
El realismo de
intención social dio a Brasil algunos de sus escritores más difundidos: Ramos, con su Vidas
secas, y Jorge Amado, quien después de
muchos libros donde el proselitismo político vencía a la literatura, encontró
la ecuación creadora adecuada en una mezcla de sensualismo, humor, fantasías,
costumbrismo, sin deponer su combativismo social (merced a la inclusión de contextos como diría Carpentier,
desde el lumínico hasta el culinario). Doña Flor y sus dos maridos, llevada al cine, es
quizá la de lectura más gozosa. También su mujer, Zelia Gattai, ha escrito,
evocando en buena prosa sus memorias de juventud.
Guimaráes Rosa traspuso todas las
fronteras de la traducción con su novela: Grande sertao: veredas. Como cuentista publicó:
Sagarana, Primeiras estarías, Tutaméia: Terceiras
estarías (póstuma, falleció en
1967). Su estilo complejísimo, con un puente tendido al realismo mediante los
diálogos, es de una óptima calidad estética.
Clarice Lispector, a nuestro juicio
mejor cuentista que novelista (pensar en la prosa faulkneriana de La manzana en la oscuridad) tiene cuentos de clima
opresivo y morboso y otros de humor corrosivo y poético.
Se podrían citar
muchísimos nombres, a riesgo de ser injustos por omisión, debido a la abundancia
y calidad de la narrativa breve brasileña. Incluimos, sin embargo, algunos
nombres que han superado las fronteras del idioma: Dalton Trevisan, con más de
veinte títulos de narraciones cortas; Rubén Fonseca, Los Prisioneros y El juego de la muerte (libros de cuentos); Caio Fernando Abreu, Inventario de Memediável; Luiz Fernando Emediato, con textos que se empezaron a traducir en 1977; Marcelo Rubén Paivo, conocido
por su libro Feliz Ano Velho y Luiz
Vilela, con varios libros de narraciones cortas y la poética novela
de gran repercusión, Estorbo, del cantautor Chico Buarque de Hollanda. También señalaremos
tendencias: el regionalismo, el realismo, lo social, el humor, la pura
fantasía, la introspección en lo sicológico, la ciencia ficción relacionada con
lo cotidiano, el tremendismo que transita por zonas humanas "malditas"
(la demencia, entre tantas), la indagación en el alma infantil.
Fuente: Antología de cuentistas latinoamericanos
Ed.Colihue,Bs.As., 1999