Colombia: resumen de su
historia y su literatura
Los albores de
la modernidad
Colombia, parte principal del Virreinato de Nueva Granada y custodia
del poder militar español sobre el estratégico mar Caribe, aportaba a la
metrópoli el fruto de sus minas de metales preciosos. La agricultura del tabaco
que se consolidó luego no se extendió más allá de ciertas áreas reducidas.
Su vida independiente
nacida tras violentas luchas, se inicia junto a Venezuela y Ecuador, en el
territorio de la Gran Colombia, proyecto bolivariano cuyo fracaso, hacia 1830,
consumó la fragmentación de las naciones latinoamericanas y truncó
definitivamente el sueño de la Patria Grande. Los comienzos del siglo auguraron
una nueva pérdida para Colombia: su provincia, Panamá, se declaraba
independiente y Estados Unidos comenzaba con la virtual ocupación de la zona:
la construcción del canal.
En lo económico la república colombiana se
vincula al mercado mundial a través de las exportaciones de café que permiten
la modernización del país dentro de los límites de la estructura
agroexportadora. El poder político, reducido a un escaso círculo de familias
señoriales, se disputa entre liberales y conservadores. La aspereza de esta oposición
culmina en una devastadora guerra civil, "la guerra de los mil días", en los últimos
años del siglo XIX.
Un nuevo auge cafetalero en la primera posguerra alienta las mejoras
en las comunicaciones y la expansión de la frontera agrícola. A la vez, coincidiendo
con transformaciones a nivel mundial, aumentan las inversiones norteamericanas
que se asientan en dos nuevos rubros de exportación: banano y petróleo.
La huelga de obreros bananeros contra la United
Fruit Company en 1928, recreada por García Márquez en "Cien años de
soledad" y reprimida por el gobierno con una feroz matanza, es una
muestra del nuevo orden reinante en donde el enclave norteamericano constituye
el factor real de poder.
La república liberal
Desde comienzos de
siglo la estructura de la vieja Colombia había ido modificándose al crecer los
centros urbanos relacionados con la exportación y formarse incipientes ciudades
manufactureras como Medellín, destinadas a abastecer el cada vez más populoso
mercado interno.
La gran depresión de 1930 y el derrumbe de los precios del café hacen
posible el cambio político y la instauración de la república liberal. Se
encaran reformas de corte progresista como la institucionalización del
sindicalismo y cierto control estatal sobre la deteriorada economía.
Como contrapartida, la "nueva ley
del petróleo" de 1931 legaliza los privilegios y exenciones de
las compañías concesionarias alentando la instalación indiscriminada. La
república liberal sucumbe hacia 1945 ante su incapacidad para resolver los
problemas nacionales.
La violencia
generalizada
Es en ese contexto,
marcado por la segunda posguerra, que surge la figura de José Eliecer Gaitán, líder de un
movimiento popular con arraigo en los sectores rurales que habían emigrado a
las ciudades. Su aparición como nueva fuerza en el escenario político a través
de la movilización de masas de 1945 provoca nuevas definiciones en el poder. En
efecto, el nuevo gobierno, surgido de la alianza de conservadores y sectores
liberales, fórmula que en lo sucesivo tendrá carácter permanente, decreta la
¡legalización de las luchas sociales y de los sindicatos. Las elecciones del 46
otorgan la victoria al conservador Mariano Ospina Pérez, pero Gaitán, jefe de la
facción liberal extrema, obtiene la mayoría parlamentaria. Durante este
gobierno se acentúa la política represiva que culmina con el asesinato de
Gaitán el 9 de abril de 1948 cuando la popularidad del líder había llegado a su
máxima expresión. La violenta reacción popular que provocó este hecho constituyó
el denominado
"bogotazo" en el que la ciudad quedó prácticamente
devastada por la indignación espontánea de amplios sectores que se volcaron a
la calle en un clima de altísima tensión política. Ospina decretó la supresión
del congreso y de las garantías constitucionales.
Ese mismo año en el marco mundial de la "guerra fría"( se ha denominado así a uno de
los períodos de mayor tensión en el enfrentamiento entre EE.UU. y los países
socialistas. Las relaciones entre ambos bloques se endurecieron a partir de
1950 y el peligro de un enfrentamiento armado no decayó hasta comenzar la
década de! 60. Esta situación, considerada de guerra virtual, permitió a los
EE.UU. exigir de sus aliados latinoamericanos muestras de adhesión y
concesiones de todo tipo), se celebró en Bogotá la Conferencia
Panamericana presidida por el Gral. G. Marshall, secretario de estado de los
Estados Unidos, que dio nacimiento a la Organización de los Estados Americanos
(OÉA) con sede en Washington D.C. Colombia adhirió inmediatamente a
la doctrina norteamericana de las fronteras ideológicas y rompió relaciones con
los países socialistas.
Con el gobierno de Laureano Gómez,
sucesor de Ospina, la violencia estatal asume ribetes trágicos. Como
contrapartida, se desarrolla un poderoso movimiento guerrillero que recibe el
apoyo de campesinos y de núcleos opositores marginados de toda participación en
la vida política de su país. En un clima de turbulencia inusitada, se produce el golpe militar del 13 de junio de 1953
que lleva al poder al Gral. Gustavo Rojas Pinilla. Éste toma medidas
de corte nacionalista y restablece las libertades democráticas. Sin embargo,
sus reformas se rebelan insuficientes para paliar la crisis de la república. Un nuevo golpe
militar lo derroca en 1957.
La junta de generales, surgida del golpe, entrega
el poder al Frente
Nacional Bipartidista, constituido por los dos partidos
tradicionales que acuerdan un sistema de hegemonía, bajo la forma
constitucional de alternancia en el gobierno. Pese a la aparente estabilidad
de una fórmula que continúa vigente, han surgido, desde entonces, grupos de
oposición, a veces disidencias de los partidos tradicionales, que proponen
nuevos rumbos para encarar los principales problemas del país.
En tanto, el crecimiento de la guerrilla con
firme sostén en amplias zonas rurales, la ha convertido en un insoslayable
factor de poder que impone, palmo a palmo, su inclusión entre las fuerzas
políticas del país. En 1984 los principales grupos armados realizaron dos
acciones trascendentales, dirigidas a lograr ese objetivo: la negociación de
una tregua con el
presidente conservador Belisario Betancur y el anuncio de su
decisión de organizarse legalmente para concurrir a las elecciones
presidenciales de 1986.
También en 1984, las
poderosas redes del narcotráfico que vinculan a Colombia con la mafia
estadounidense, hicieron sentir su presencia inquietante con el asesinato de
Rodrigo Lara Bonilla, el ministro de justicia que se había atrevido
a desafiar la impunidad que gozaban.
En junio de ese mismo año, Colombia acogió en
Cartagena a once países de Latinoamérica para encarar conjuntamente la difícil
y común problemática de la deuda externa.
En enero de 1985, Betancur inició el ajuste
económico a través de un plan que implicó medidas antipopulares como la
reducción del gasto público, el incremento de los impuestos, incluso a los
artículos de primera necesidad; aumento de los precios de los combustibles y
del transporte, etc., compensados por reajustes salariales inferiores al alza
del costo de vida. A lo largo de la gestión del gobierno conservador la
situación social y económica de Colombia sufrió graves deterioros. El terrorismo
de los grupos paramilitares y de las bandas del narcotráfico creció
hasta alcanzar niveles de violencia desconocidos en los anteriores 30 años de
lucha política armada. Los organismos de derechos humanos denunciaron
permanentemente la aplicación de torturas, las ejecuciones clandestinas y las
desapariciones de militantes y prisioneros políticos.
Durante
la presidencia de Virgilio Barco (1987-1990) fueron asesinados dirigentes políticos de varias tendencias. Como
represalia, Barco inició una confrontación en gran escala contra el Cartel de
Medellín, dirigido por Pablo Escobar Gaviria. En 1989 autorizó la
extradición de los narcotraficantes a los EE.UU., atacó las bases de producción
y elaboración de drogas e interfirió algunos de sus tradicionales circuitos de
comercialización. La respuesta del cartel fue la movilización del grupo
terrorista conocido con el nombre de "Los extraditables",
que bajo el lema de "preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en
Estados Unidos", desencadenó una guerra sin cuartel contra el Estado
colombiano. El
mismo Escobar Gaviria ofreció el pago de la deuda externa de su país a cambio
de no ser extraditado.
Según el Banco de la República de Colombia, las finanzas de los
carteles de las drogas en este país (los mayores son los de Medellín y Cali) se
elevan a 25 mil millones de dólares. Y de acuerdo a informaciones de la
agencia antidroga norteamericana —DEA—, la organización encabezada por Escobar
Gaviria, comercializaba alrededor del 60% de la cocaína consumida en los
Estados Unidos.
En las elecciones
presidenciales de mayo de 1990 resultó ganador el candidato del Partido
Liberal, Cesar
Gaviria Trujillo. Éste, al iniciar su gobierno, comprometió los
esfuerzos necesarios para terminar con el narcoterrorismo. En función de este
objetivo presentó su política de sometimiento a la justicia, que implicaba,
entre otras condiciones, la derogación de las extradiciones a los EE.UU. Escobar Gaviria
y sus lugartenientes se acogieron a ella. Recluidos en una cárcel de alta
seguridad, fugaron en julio de 1992. Recién el 3 de diciembre de 1993, Pablo Escobar Gaviria
pudo ser abatido en un enfrentamiento con la policía. Su muerte,
presentada como "un triunfo sobre la criminalidad", tuvo
repercusiones políticas y sociales contradictorias. Desde las esferas
oficiales latinoamericanas, europeas y norteamericanas se felicitó al gobierno
de Colombia por su éxito en la lucha contra uno de los "mayores enemigos
de la humanidad". Los sectores postergados de la sociedad colombiana, por
su parte, concurrieron multitudinariamente a su sepelio. Nadie puede vaticinar
sin embargo, que con su muerte se han debilitado las causas de la violencia ni
que cesará el tráfico de cocaína hacia los mercados occidentales,
particularmente, los EE.UU.
LA LITERATURA
Del Realismo o Naturalismo de intención social al despegue mágico de
la realidad
Aunque consideraremos etapas posteriores, no podemos dejar de mencionar al
padre de la prosa colombiana, Jorge Isaacs (1837-1875) con su novela Maria (1867) que ha hecho llorar a varias generaciones. Luis Harss inicia una recorrida por la
literatura colombiana a partir de la expresión de García Márquez referida a la
misma: "Inventario de muertos", ya que considera que desde la época
de La Vorágine de Rivera, "la literatura americana
parece estar en su último suspiro".
En esta recorrida llega hasta la generación
inmediatamente anterior a García Márquez y rescata como representante de ella,
a José
Osorio Lizarazo (1900-1964), autor de El hombre bajo tierra, referida a la vida de
los mineros, que explotó con fines didácticos el naturalismo. En su prosa, como
dice Ernesto Volkening2, "cruelmente desnuda y penetrante...
palpita un tremendo patetismo que se nutre de encono tenaz, ¡levado a
demoníacos extremos."
Pero esa prosa carece tal vez de méritos todavía suficientes para
catapultar la literatura de Colombia al resto del mundo. Fue necesario el
advenimiento de un nuevo grupo de escritores colombianos, el que se inscribe en
la vanguardia literaria de Latinoamérica. A esta nueva generación pertenecen Gabriel García
Márquez y Cepeda Samudio.
Rodolfo Terragno en "Caimán y el rebelde de Latinoamérica" , Clarín, 26/1/84 cuenta: "Tuve
acceso de este modo a las actas no escritas del grupo de Barranquilla, aquella
bandada de bebedores pintorescos como personajes del Pagnol, que devoraban a
Joyce y Hemingway en la boca del Magdalena y que —según me contó uno de ellos,
el mismo García Márquez— se emborracharon, enloquecieron y cantaron hasta el
amanecer del día que la Academia Sueca le dio el premio Nobel a William
Faulkner". Todas estas menciones de autores son clara alusión a las
influencias que los escritores de esta generación han recibido.
Así lo confirma el
mismo García Márquez cuando confiesa a Harss que en Faulkner y también en
Virginia Wolf había encontrado un arte y un estilo: "Cuando leí a Faulkner
pensé: tengo que ser escritor".
Estas citas corroboran la conocida adhesión de García Márquez
a Faulkner —todo escritor elige un maestro— pero para comprender la
importancia de su obra, la cabal transformación que ella proporciona a la
literatura colombiana, hay que considerar que, más allá de la fidelidad al
espíritu de su mentor, García Márquez supera toda influencia, todas
las barreras de la seducción y logra crear un estilo en que lo mágico, lo real,
lo tierno, lo humorístico son propios y son colombianos, latinoamericanos.
Si se recuerda la
asfixiante falta de humor o de ternura en Faulkner (apenas insinuada en Mientras yo agonizo y en algún cuento) se
notará más las diferencias, aún frente a la manifiesta intención de
"Gabo" de no romper el cordón umbilical con su maestro. Para
Colombia, particularmente, el estallido combinatorio de formas reales y
fantásticas en la escritura de García Márquez modifica las limitaciones de la
prolongación del naturalismo en que se encerraban sus predecesores.
Fuente: Antología de cuentistas
latinoamericanos
Ed.Colihue, Bs.As., 1999