HISTORIA
DE CHINA: RESUMEN Y DESARROLLO
Resumen:
EL PAÍS
China, uno de ¡os
países más grandes del mundo, se halla surcada por cuatro grandes ríos: el Blanco, el Amarillo, el Azul y el Rojo, que fertilizan sus
extensísimos valles y permiten en ellos inmensas aglomeraciones de habitantes.
El sur del país es muy
caluroso y bien regado: produce arroz, té y moreras.
El norte, en cambio, es muy frío
en invierno y caluroso en verano, apto para el cultivo de todos los cereales.
EL PUEBLO
Los chinos pertenecen a
la raza mongólica o "amarilla", y son originarios del centro de Asia. Las
primeras noticias que se tienen de sus orígenes se remontan al año — 2000,
cuando China era un pequeño reino a orillas del río Amarillo. Luego los
emperadores fueron extendiendo las fronteras hacia el sur, en dirección al río
Azul, durante muchos siglos, pero a medida que el país se agrandaba se introducía la anarquía entre los
jefes militares y los grandes señores feudales.
Hacia el año —220 el
emperador Chin-Hoang-Ti centralizó el gobierno y dio comienzo a la "época clásica",
que duró 400 años. Fue la más brillante de la historia de China.
Luego, a partir del año
200 de nuestra era comenzaron las invasiones extranjeras, sucediéndose los hunos, los turcos, los mongoles y los manchúes, hasta que hace poco tiempo,
en 1912, una revolución convirtió a China en República.
LA CULTURA
Políticamente, el país
ha sido siempre regido por emperadores absolutistas considerados "Hijos
del Cielo", y ayudados en sus funciones por grandes señores o
"mandarines".
• Socialmente, el padre de familia tiene mucho poder. Toda la vida
social del pueblo se basa en el culto a los antepasados.
• Muy religiosos, los chinos son, con todo, materialistas y escépticos.
Sus tres cultos principales no son en realidad religiones sino "códigos
morales":
— El confucianismo es la
creencia de la mayoría y se basa en el culto a los antepasados y el respeto al
prójimo.
— El taoísmo, religión de la minoría, predica el amor a la naturaleza y a la vida frugal y
sencilla.
— El budismo, importado de la India.
• El arte chino nos ha dejado magníficos aunque frágiles palacios y pagodas, y
dos monumentales construcciones: la Gran Muralla y el Canal Imperial.
La cumbre artística
china la constituyen sus incomparables sedas y porcelanas.
• La ciencia de los chinos fue muy alabada en toda la antigüedad. Ellos fueron los
inventores del papel, de la imprenta, de la brújula y de la pólvora, muchos
siglos antes que los europeos.
"Si sabes tan poco de la vida, ¿qué podrás
saber de la muerte?" En esta frase del más grande de los maestros de China
se halla resumida toda la filosofía práctica de estas inmensas masas de hombres
que forman la cuarta parte de la humanidad.
Contrariamente a sus vecinos los hindúes,
obsesionados por los problemas del más allá, la preocupación china consiste en
resolver el dilema de su vida: hallar el arroz de cada día.
La India es el país del sacerdote, del brahmán;
China lo es del sabio. Buda fue un monje; Confucio, un ordenador de los
placeres de la vida. El primero predicó el ascetismo; el segundo, la cortesía.
La India legó a la humanidad el álgebra y los números; China, la pólvora, Los
hindúes inventaron el ajedrez; los chinos, la brújula para moverse sobre la
tierra...
DESARROLLO
Sumario
I. El
País: Ríos, zonas, clima,
producciones
II. El
Pueblo:
Tiempos heroicos: Señores feudales
Época clásica: Dinastía Chin
Decadencia: Hunos, turcos, mongoles,
manchúes
III. La Cultura:
• Organización social: La familia
• Religión: Lao-Tsé Y Confucio
• Artes:
Arquitectura
Escultura
Artesanía: Seda, Porcelana
Literatura
Invenciones
Matemáticas
Astronomía
I. El
País
En el extremo este del continente asiático se
halla el vastísimo territorio de China. Con sus 11 millones de kilómetros
cuadrados de superficie, puede contener dentro de sus fronteras todo el
continente europeo.
Este inmenso país está surcado por cuatro grandes
ríos que nacen en el centro mismo del Asia, en la meseta del Tibet, y
vuelcan sus aguas en el Pacífico.
Los dos del centro, el Hoang-Ho o río
Amarillo y el Yang-Tsé-Kiang o río Azul, se
cuentan entre los más grandes cursos de la tierra, principalmente este último,
con sus 5.000 kilómetros de longitud, 35 de ancho en su desembocadura, y
navegable en más de 500 kilómetros.
Estos gigantescos ríos, así como los otros dos,
el Pei-Po o río Blanco al norte, y el Si-Kiang o río Rojo, al
sur, recorren extensísimos valles y con sus crecientes periódicas van
fecundando los inmensos campos que constituyen el corazón de la China. Por ello
no debe extrañarnos que desde un principio toda la población se haya
establecido en los terrenos aluvionales de la costa. Aún hoy, allí se aglomeran
centenares de millones de hombres formando las mayores concentraciones humanas
del globo.
De hecho, en la desembocadura de cada uno de
estos ríos han florecido las ciudades más grandes del país: en el río Blanco
se halla la imperial ciudad de Pekín; sobre el río Amarillo se fundó Singan-Fu,
la primera capital de China; en el río Azul, Nankín, asiento
de la milenaria corte imperial; y en el río Rojo, Cantón, el
mayor centro comercial del país.
- El norte de China, a partir del río Azul, es una inmensa
llanura reseca, cubierta de una capa de limo amarillo de muchos metros de
espesor. De clima extremo, muy frío en invierno y demasiado caluroso en verano,
se presta muy bien para el cultivo de los cereales, principalmente trigo,
algodón y centeno.
El sur, en cambio, de clima invariable, es una comarca de
colinas cubiertas de una capa aluvional de greda roja. Es. mucho más fértil que
la anterior, y como cuenta con numerosos ríos, constituye la región ideal para
el cultivo de los grandes productos chinos, el arroz y el té, así como también
de muchos otros: la caña de azúcar, el maní y el algodón. Es además la patria
de la morera y asiento de la gran industria de la seda.
II. El
Pueblo
Los 700 millones de chinos que hoy habitan este
inmenso país forman parte de la gran familia mongólica o amarilla,
junto con sus hermanos de raza los japoneses, malayos, esquimales, finlandeses,
turcos y húngaros.
Se cree que provienen del centro del Asia y que
desde allí, empujados tal vez por los arios, hacia el año — 3.000 iniciaron
la "marcha hacia el este". Atravesaron el gran desierto de la
Mongolia hasta las fuentes del río Amarillo y remontándolo llegaron a los ricos
terrenos aluvionales de su desembocadura. Allí se establecieron esos primeros
clanes haciéndose sedentarios, luego de dominar a los primitivos ocupantes de
la región. Allí también sobre el río Amarillo, y por obra de su primer caudillo
Yao, comenzó su organización política.
Su historia. Las crónicas chinas
hablan de centenares de reyes emparentados con los dioses, que gobernaron el
país durante miles de años. La verdad es más modesta. Sólo podemos creer que
hacia el año — 2.200 todos los clanes y principados del valle del río
Amarillo se unieron en un solo reino, bajo la autoridad del primer emperador
Ya. Con él comenzaron las dinastías imperiales que, hasta hace poco tiempo, se
sucedieron en el trono de China.
Tiempos Heroicos
Desde el río Amarillo y con el correr de los
siglos este pequeño Imperio se fue extendiendo hacia el sur en dirección a las
zonas más fértiles de los ríos AzuL y Rojo. Es el período de las grandes
conquistas y de las hazañas militares, muy rico en héroes y hechos fabulosos.
Hacia el año —1.100
puede afamarse que ya casi todo el país se halló en poder de los invasores.
Y al mismo tiempo que
la conquista, se fue extendiendo la civilización. La cultura se hizo más
refinada y florecieron las artes y se perfeccionaron las industrias de la seda
y la cerámica. Es la época de las fastuosas construcciones, de los palacios y
torres de porcelana, pero es también la época de los reyes holgazanes y
de la decadencia política.
Finalizada la
conquista, el gobierno imperial se debilitó, al paso que creció el poder de los
nobles y guerreros hasta llegar a fraccionarse el Imperio en más de 1.500 principados.
ÉPOCA CLÁSICA: Con la exageración del
feudalismo, los señores llegaron a proclamarse reyes e iniciaron
interminables guerras civiles en medio del mayor desorden. Finalmente, en el
año —220, el principe Orin-Hoang-Ti, luego de exitosas campañas, logró
centralizar todo el poder en sus manos y se proclamó emperador. Con él comenzó
la dinastía Chin, que ha dado su nombre al país.
Este príncipe fue uno
de los personajes más extraordinarios de la Historia universal y por sus
obras políticas y militares mereció ser llamado el César chino. Con su
reinado comenzó el apogeo del gran Imperio: reorganizó el gobierno aboliendo el
feudalismo y dividió al país en 55 provincias; trazó numerosos caminos y
combatió el regionalismo excesivo, trasladando poblaciones enteras; además,
unificó la legislación y protegió el desarrollo de las ciencias y las artes.
Entre sus obras gigantescas merece destacarse la construcción de la Gran
Muralla, para defender al país contra los tártaros, y que constituye uno de los
trabajos cumbres de la humanidad.
El apogeo logrado por
Chin-Hoang-Ti continuó durante cuatro siglos, hasta el año 200 de nuestra Era y
se la llama época clásica. El Imperio adquirió su completo desarrollo:
se redondearon las fronteras y sus límites se extendieron desde el Pacífico
hasta el Turkestán. Se establecieron además los primeros contactos con
Occidente, en época del emperador Trajano, pasando por Mesopotamia y Siria, a
través de lo que luego se llamó el "camino de la seda". Fue en
realidad la edad de oro de China.
Decadencia
Los hunos, pueblo
amarillo, que dio tanto trabajo a Europa, fueron también de fatales
consecuencias para sus hermanos de raza. En efecto, hacia el año 280, atravesando
la Gran Muralla se lanzaron a la conquista de China, y adueñándose del norte
del país establecieron la capital en Nankín.
Con ellos comienzan los
siglos de decadencia: eternas guerras del norte contra el sur y continuas
divisiones y reunificaciones del país.
Hacia el año 1200, los mongoles
de Gengis-Kan lograron establecer su dominio. Siglos después fueron
desalojados por los manchúes, quienes lograron conservar el poder hasta
el año 1912, en que una revolución nacionalista transformó a China en República.
III. La
Cultura
No en vano los chinos se han considerado siempre
como la nación más culta del mundo. Su inalterable régimen social, así como su
ciencia y arte, se remontan a los primeros tiempos de su historia. Y además,
estos elementos, junto con su pensamiento filosófico, constituyen aún hoy día
la base de la cultura de numerosos pueblos del Oriente.
Organización Social.
En China ha imperado siempre un fuerte régimen
patriarcal. No se concibe al individuo solo sin familiares y sin antepasados a
quienes se está ligado. Toda la existencia de la persona gira alrededor de sus
obligaciones sociales.
—El padre de familia es
todopoderoso. Su mujer y sus hijos le están totalmente sometidos, teniendo
sobre ellos plenos derechos, incluso el de venderlos como esclavos.
—Del mismo modo, se
considera que la nación constituye una verdadera familia, de la que el emperador
es el padre. Por eso el régimen político chino es absolutista y despótico.
Además, como se lo considera "Hijo del Cielo", su persona es sagrada.
—En la administración
del vasto Imperio, los emperadores solían ayudarse de una casta de nobles
llamados mandarines. Como a causa de las enormes distancias se dejaba
gran autonomía a las regiones y ci
—Un lugar destacadísimo
en la vida pública china lo ocupaban los letrados, funcionarios muy
influyentes, al estilo de los escribas de Egipto. Nacía su importancia
en la dificultad de la escritura, que no podía ser conocida sino por
especialistas.
—Finalmente se hallaba
la plebe, que constituía la gran masa de la población. De costumbres muy
frugales y dotados de infinita paciencia, dividían su vida entre el culto de
sus antepasados y sus trabajos: la agricultura, la artesanía o el comercio.
RELIGIÓN: Nunca se ha dado en la
historia un pueblo tan supersticioso y al mismo tiempo tan escéptico; ni
dotado de tanta piedad y al mismo tiempo tan racionalista, como el
pueblo chino.
En sus orígenes fueron monoteístas, organizando
su culto sobre la base de la reverencia a la memoria de sus antepasados. Más
tarde, cuando se establecieron en la desembocadura de los grandes ríos, adoraron
ídolos y espíritus encarnados en dragones y serpientes.
Precisamente para combatir estas supersticiones
aparecieron los dos personajes más importantes de China y cuya influencia fue
decisiva en la vida espiritual del país: Lao-Tsé y Confucio.
• Lao-Tsé. Este personaje, cuyo nombre significa Viejo
maestro, fue el fundador del Taoísmo, religión de una importante
minoría china.
Aun cuando se duda de su existencia, las crónicas
dicen que nació hacia el año — 600, y que dedicó toda su vida al
estudio. Antes de desaparecer de la tierra escribió un pequeño libro, el Tao,
en el que condensó todo su pensamiento.
Enamorado de la tranquilidad y de la naturaleza,
el Viejo Maestro creyó lograr la perfección humana obrando de acuerdo con un
elemento eterno, el Tao, principio y fin de todas las cosas. El Tao —que podría
significar el "camino"— nos conduce a la máxima sabiduría: una vida
simple y tranquila, sin deseos materiales, y totalmente dedicada a la
contemplación de la naturaleza y al cultivo de plantas y cría de
animales.
Estas ideas, en realidad, no constituyen una
religión, sino una filosofía naturalista, basada en un conjunto de reglas
morales de buena y sabia conducta.
Confucio. Fue sin duda el filósofo más influyente de la
antigüedad, y su pensamiento aún hoy constituye la base del sistema moral de
millones de hombres.
Nacido de noble familia en el año — 550,
Confucio fue en su juventud maestro y funcionario público, dedicándose hacia
el final de su vida a viajar rodeado de discípulos. De las conversaciones
mantenidas resultaron los cinco Libros Sagrados, los Kings, en los que
están expuestas las ideas del Maestro.
Confucio
se declara partidario del monoteísmo, aunque sin darle mayor
importancia. Su sistema, igual que el de Lao-Tsé, no es precisamente una
religión, sino un código de moral natural. Pero a diferencia del fundador del
Taoísmo, que predicaba la meditación, Confucio es el predicador de la acción.
Afirma que la perfección humana puede lograrse
mediante la buena conducta para con el prójimo, basando su sistema en las
siguientes prácticas primordiales:
a) Piedad filial y respeto a los antepasados,
fundamento de toda su doctrina.
b) Cumplimiento de los ritos sociales y de las
normas de buena educación.
c) Práctica de las virtudes indispensables: bondad,
rectitud y pureza de corazón.
El éxito de Confucio fue completo. Ya durante su
vida fue considerado como el más grande de los chinos, y después de su muerte
se le tributaron honores casi divinos. Su pensamiento, comentado y ampliado
por Mencio, su nieto y continuador, fue aceptado como religión oficial,
aun cuando Confucio no ha sido ni un creador ni un innovador: sólo fue el organizador, el intérprete de los
principios morales ya conocidos por el pueblo chino desde tiempos inmemoriales.
—Tanto el Taoísmo como
el Confucianismo debieron luchar con una nueva religión que fue ganando rápido
ascendiente entre el pueblo:el Budismo, importado de la India
hacia el año — 200. Hoy las tres religiones se reparten la raza amarilla. Con todo, conviene hacer notar que
el sentido práctico de los chinos los lleva muchas veces a profesar una extraña
mezcla de los tres cultos.
EL ARTE: Su innato amor a la belleza ha hecho de los
chinos grandes cultores del arte, aunque lamentablemente, por su exagerado
respeto a las tradiciones, sus gustos y estilos artísticos han permanecido casi
invariables a través de los siglos.
La
arquitectura muestra en todas las
épocas, incluso en las actuales, sus idénticos modelos, lo que la hace
inferior a la de sus vecinos los hindúes. Con todo, poseemos innumerables
ejemplos de magníficos monumentos y palacios, entre los que cabe señalar:
—Los Palacios
Imperiales de Pekín, imponentes edificios que constituyen en conjunto la
llamada "ciudad prohibida". Son en general construcciones de un solo
piso, de más gracia que solidez, con sus típicos techos curvos de tejas
amarillas, y aleros de líneas arqueadas. Están además rodeados del más
maravilloso conjunto de parques y jardines, en los que resalta el gusto más
refinado.
—El Palacio del
Cielo, magnífica serie de terrazas de mármol, en las que el emperador
festejaba solemnemente el Año Nuevo.
—Las pagodas o
templos son, por lo general, graciosas torres octogonales de ladrillo. Entre
ellas, merecen especial mención la Pagoda de Jaspe, de Pekín, así como
la famosa Torre de Porcelana, de Nankín, destruida por un rayo, hace
poco tiempo.
Además, por lo que
respecta a sus colosales proporciones, China posee dos obras dignas de figurar
entre las "maravillas del mundo":
—La Gran Muralla, de
2.500 kilómetros de largo, por 6 metros de alto y 4 de ancho, debida al trabajo
de millones de hombres y destinada a impedir el avance de los mongoles.
—El Canal Imperial, de
más de 1.500 kilómetros y que une los ríos Azul, Amarillo y Blanco a través de
desiertos y montañas. .
La escultura no logró
un completo desarrollo, ya que los chinos eran poco
afectos a representar el cuerpo humano; de ahí que prevalecen las figuras de
animales —especialmente dragones—
esculpidos de maneras similares.
Con todo, justo es
reconocer que fueron verdaderos maestros de la miniatura. Así, sus estatuirás y
sus marfiles son de una perfección inigualada, y junto con sus trabajos de
esmalte y de orfebrería gozan de una fama única en el mundo.
La artesanía china es
la más notable de toda la antigüedad. Entre todas sus industrias, sobresale la
del tejido, y principalmente de seda. Dos mil años antes de Cristo,
cuando aún la mayoría de las actuales grandes naciones no habían salido de la
etapa de la pesca y de la caza, ya los telares chinos producían sus famosas
telas de algodón, y eran insuperables fabricantes de las finísimas sedas de las
que hicieron como el símbolo de su Imperio.
—Pero la artesanía más
típicamente china, y en la que han logrado un grado de perfección con el que
ningún país del mundo puede competir, fue la
industria de la cerámica, y en especial de la porcelana. Esta última
constituye la cumbre y como las características de la civilización china,
habiendo producido verdaderas joyas de inimitable perfección.
Literatura.
Los chinos son los hombres
de la antigüedad que más han escrito. Aparte de los libros sagrados, han
llegado hasta nosotros una infinidad de las más diversas obras, en la mayaría
de las cuales campean admirables rasgos de insuperable poesía y extrema
delicadeza de sentimientos, lodos sus poemas, novelas o comedias, son, al mismo
tiempo, vivos retratos de la inmutable vida china, por la descripción de sus
costumbres domésticas, su ritual de cortesía, su rallo a la autoridad paterna,
el respeto a los ancianos y letrados y el terror a los bandidos del norte...
Lamentablemente, la
dificultad de su escritura, la más compleja del mundo, ha impedido que este
enorme caudal de ciencia y arte fuera más conocido.
En efecto, consta de
una enorme cantidad de signos —más de 60.000—, cada uno de los cuales
expresa una idea de sentido variable, de acuerdo al lugar que ocupa en la
frase. Por ello, la escritura es patrimonio exclusivo de los letrados.
CIENCIAS : La gran capacidad de
trabajo así como la tenacidad de sus
habitantes, hizo de China un país muy propicio al desarrollo de las
ciencias y posibilitó que en ella se realizaran grandes y maravillosos
inventos.
—Una de sus más grandes
contribuciones a la cultura y que constituye su mayor timbre de gloria, fue la
invención de la imprenta. Un siglo antes de Cristo inventaron el papel
y la tinta. Posteriormente, valiéndose de planchas de madera
grabada, o bien de tipos sueltos de bronce, imprimieron grabados, naipes y
libros.
—Igualmente, mil años
antes de Cristo, inventaron la brújula, y hacia el año — 900
conocieron 'el papel moneda, invención que comenzará a usarse en Europa
en 1650.
—Hacia el año 600 de
nuestra era los chinos conocían la pólvora y la empleaban para sus fuegos artificiales; siete siglos más
tarde llegará a Europa y se la destinará inmediatamente para la guerra.
—En matemáticas descollaron
sobre todo en geometría, llegando a descubrir y a fijar el valor del
"número pi".
—Igualmente, en astronomía
descubrieron las leyes reguladoras de los eclipses, del movimiento de los
astros y dividieron al año en 12 meses iguales, y al día en 12 horas.
fUENTE: Historia antigua y medieval
Ed.Stella, Bs.As., 1965