El Renacimiento
europeo
Recibe este
nombre la época que comienza en Europa en el siglo XV y se extiende hasta el
XVII, y se caracteriza por el conjunto de fenómenos políticos, religiosos y
culturales que —como dice Guillermo Díaz-Plaja— "sustituye el cuadro
espiritual de la Edad Media". Al florecimiento de todas las manifestaciones
artísticas se agrega un vigoroso despertar de todas las formas del pensamiento
humano.
Desde el punto de
vista histórico, es el momento que sucede a la Edad Media y que inaugura la
Edad Moderna.
El nombre
Renacimiento proviene del francés "Renaissance" y fue creado por
escritores y críticos del siglo XVIII que vieron en esa revolución moral y
artística un retorno a la antigüedad clásica, un "renacer" de los
ideales en que el mundo antiguo se había inspirado.
Este despertar se
produce en Florencia, en los albores del siglo XV, pero no queda encerrado en
Italia: se extiende a todos los países del continente europeo, que le ponen su
sello propio.
En Italia se
revive el viejo espíritu ordenado de Roma, por eso una de sus características
más evidentes es el sentido de la ley, la arquitectura, el rigor.
Se ha querido ver
el Renacimiento italiano como una lucha entre el idealismo humanista y el
realismo medieval. Pero ni el Renacimiento es tan idealista, ni la Edad Media
tan realista. Ésta renuncia a contemplar las bellezas del mundo, pues bajo su
adorno ve la muerte; en cambio, el Renacimiento intenta alcanzar el sereno
equilibrio de la edad clásica. Se despliegan, entonces, todas las pasiones
sujetas en los rigores medievales. El hombre entabla una dura batalla para
gozar de la vida ante la ausencia del cielo prometido en los albores del
Cristianismo, derribado por las nuevas ideas.
En España, lo
más vivo y firme del espíritu medieval logra una íntima alianza con el
Renacimiento. De ahí que se diga que se extiende más allá de los tiempos
renacentistas. España no es conmovida, como Italia, por las dudas que surgen en
torno del dogma, a raíz de las nuevas teorías científicas y de los nuevos
caminos filosóficos abiertos por los humanistas, o por el descubrimiento del
paganismo.
El auténtico
Renacimiento español se produce en el período de agotamiento del Renacimiento
italiano. Descansa sobre las tradiciones populares españolas, más que
sobre fuentes griegas y latinas. Italia lega a España todo lo que ella ha
descubierto, tanto de los griegos como de los romanos, y España lo aprovecha
para alcanzar su propia madurez. Además, recibe el préstamo de otras culturas,
como la arábiga, la judía, y la de todos los países de Europa a través de sus
dominios, y de la realidad americana a través de sus colonizadores. En el
siglo XVII se lleva a cabo el reagrupamiento y la ordenación de ese legado
cultural.
En Francia influye
el Renacimiento italiano, pero impera un movimiento más francés, más
tradicional, que, sin renunciar a las nuevas tendencias espirituales, no olvida
las fuentes medievales de la nación. Algo semejante ocurre en Alemania,
Holanda e Inglaterra.
El sentido
particular que adquiere el Renacimiento en cada país hace que éste se
descubra a sí mismo y que cada hombre profundice los conocimientos acerca de su
existencia.
Las causas que dan
origen a este movimiento son, fundamentalmente:
• la
caída de Constantinopla en poder de los turcos (1453) y la emigración de los
sabios griegos, portadores de valiosas obras artísticas y literarias,
sobre todo, de Platón y de Aristóteles;
• la
relación entre los occidentales y los griegos con motivo de las tentativas de
unión de la Iglesia Católica con la griega;
• los
grandes descubrimientos marítimos, mediante los cuales Europa se abre al resto
del mundo;
• la
invención de la imprenta, que permite la difusión de las obras clásicas;
• el
avance de las universidades;
• el
progreso de la burguesía.
Sus características
fundamentales
Las características
fundamentales del Renacimiento son:
• La
consideración antropocéntrica del mundo, es decir, que el hombre, poseedor de
una nueva escala de valores, es centro y finalidad de todas las cosas; busca el
desarrollo armónico de sus facultades físicas y espirituales. Está orgulloso de
su saber y de su poder. Es un verdadero gustador de la belleza. El señor feudal
se convierte en un cortesano, quien personifica la vida social. En el
ámbito religioso aparece también un tipo definido: el aspirante "a la
pureza cristiana de los primeros siglos". En el aspecto cultural, "el
estudioso lleno de curiosidad universal". Tres obras corroboran la existencia
de estos tres tipos: Cortigiano, de Baltasar de Castiglione (1528); Enchiridion o Manual
del Caballero Cristiano, de Erasmo de Rotterdam (1503) y El
Scholástico, de Cristóbal de Villalón (1536).
• Imitación
de los modelos griegos y romanos.
• Afán
de investigación en el ámbito científico con el objeto de lograr una nueva
interpretación de los fenómenos naturales.
• La
visión del mundo como lugar de pleno goce.
• La
estimación del cuerpo como fuente de placer.
• La
valoración de la inteligencia como descubrimiento de todo.
• La
razón aplicada al hombre y a la naturaleza.
• La
naturaleza vista como parte viva del universo, del que el hombre es la medida.
Fuente: AAVV:
España en sus letras; Es.Estrada; Bs.As.; 1985