Los "precursores"
La
literatura cristiana medieval abunda en fantásticas descripciones del
ultratumba, como la Visión de San Pablo, la de Alberico, el Pozo
de San Patricio, la Navegación de San Brandano y las rústicas
rapsodias populares De Babylonia civitate
infernali y De Ierusalem caelesti de fray Giacomino da Verona
(s. XIII).
Dante adopta nuevamente la forma de la
"visión" o del "viaje al otro mundo" porque le consiente
contraponer a la existencia terrena, dominada por la injusticia, el desorden
y la volubilidad, la otra, ordenada según justicia y armonía, y porque le
permita —al igual que el empleo del vulgar— llegar a la sensibilidad de la
mayoría, en consonancia con el apostolado moral y religioso que se había
propuesto.
Pero, si bien apela a esta forma cara a la
fantasía popular, la desarrolla con una profundidad, una variedad y una armonía
totalmente nuevas. La mayoría de las rústicas descripciones precedentes —casi
todas anónimas— sólo pretendían espantar o aleccionar con un
muestrario realista de castigos y premios, mentes ingenuas y primitivas.
Dante, por el contrario, introduce en el triple reino de los muertos un
profundo sentido espiritual, junto con un fervor combatiente que se fortalece
con la directa contemplación de la eternidad para regresar luego a este mundo
y proseguir la lucha contra la injusticia y la maldad. En ello reside la
modernidad de Dante y por ello la Comedia no es una obra más de la
resignada ascética medieval, sino el poema de la religiosidad heroica.
En
cuanto a las reminiscencias clásicas y en especial el descenso de Eneas a los
Infiernos (Eneida, VI), Dante las utiliza sobre todo para poblar el
poema de figuras mitológicas convertidas en demonios (Minos, Cerbero, las
Arpías, Gerión, Medusa) o para ilustrar actitudes humanas fundamentales
(Capaneo, Ulises) y para formular una vez más y poéticamente el mito político
de la Monarquía Universal.