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19 de agosto de 2017

EL FORMALISMO RUSO: Trama y motivos. Una tipología del relato por Beatriz Sarlo

EL FORMALISMO RUSO: Trama y motivos. Una tipología del relato por Beatriz Sarlo
Dentro de una teoría formalista de la narrativa es indispensable analizar dos propuestas fundamentales: la teo­ría de la organización de los motivos y una tipología del cuento, quizás la aventura más extrema del formalismo. Shklovski, también en el trabajo cita­do anteriormente, aborda el problema de la existencia de "leyes particula­res, que presiden la construcción de la trama"; por ejemplo, la trama de las fábulas de los repertorios folklóricos de todo el mundo señala identidades notables en la organización de los ma­teriales. Estas identidades no pueden explicarse genéticamente, como lo in­tentó el principal exponente de la es­cuela etnográfica rusa, A. Veselovski. La interpretación genética siempre es externa a la obra misma y no alcanza a desmontar los mecanismos morfológicos que organizan los materiales (la historia o argumento). Shklovski, como también lo propone Vladímir Propp, define como trama a "una acumulación de diversas situa­ciones o motivos"; y al motivo como la "más simple unidad narrativa". Hasta aquí siguen las definiciones de Veselovski. Sin embargo caracteriza en forma diferente las posibilidades constructivas de la trama, rechazando toda teoría de influencias o présta­mos. Nuevamente el formalismo re­curre a las series de la literatura para explicar las variables formales en la constitución de la trama y la orga­nización de los motivos: "Una obra de arte se percibe sobre el fondo de otras obras y en relación a ellas. La forma de una obra de arte se deter­mina a partir de su vinculación con las otras formas que la han prece­dido. [...] No sólo la parodia sino cualquiera otra obra surge como pa­ralelo o antítesis de algún modelo. Una nueva forma no se crea para ex­presar un contenido nuevo sino para sustituir una forma vieja que ha per­dido su valor artístico".
 La propues­ta consecuente con el planteo es una morfología del relato que dé cuenta de sus variables formales. Tal morfología es el proyecto de Propp acerca del cuento popular ruso (La morfología del cuento, 1928). Aunque Propp no estuvo directamente vincu­lado con los grupos formalistas, su tarea responde a las mismas preci­siones teóricas y metodológicas; pue­de lícitamente ser ubicado dentro de la corriente. Su morfología del cuen­to popular ruso interesa porque abor­da un "nivel de significación autóno­ma", el relato, que puede extenderse como proyecto de morfología para cierto tipo de "historias" (el cuento y la novela de aventuras, la historia de un héroe que atraviesa peripecias hasta llegar a un desenlace feliz: Ulises, por ejemplo, etc.).
 En el prefacio de su obra, Propp cri­tica las clasificaciones del relato que se realizan a partir del contenido; una clasificación por el contenido es fun­damentalmente antieconómica ya que se ve obligada a multiplicar las divi­siones y subdivisiones y corre el peli­gro de que estos compartimientos se superpongan (un cuento de aventuras puede ser a la vez cuento de hadas y tener animales como personajes). Las clasificaciones genéticas son aún más inciertas: ramificaciones y varia­bles de un mismo relato pueden per­derse o pasar desapercibidos al in­vestigador.
La tarea de Propp consiste, frente a estas dificultades, en separar una ti­pología de una morfología: para es­tablecer una tipología del cuento (del cuento popular en su caso) es nece­sario previamente definir su morfolo­gía. A tal efecto, Propp diferencia las acciones en variantes e invariantes: una invariante es, por ejemplo, la ayuda recibida por el héroe (prota­gonista); la variante es la tabulación diversa que reviste esa ayuda: un ani­llo, un objeto mágico, un aviso, una respuesta. Las invariantes son las ac­ciones llevadas a cabo por el sujeto; se las designa como funciones. Toda invariante introduce otra invariante; es decir, que cada función es intro­ducida por la precedente, a la que cie­rra, e introduce a su vez la función que le sigue.


Propp afirma que el en­cadenamiento de las funciones en el relato es invariable: a la partida del héroe sigue siempre una prueba pre­paratoria a la que éste se ve sometido; a toda persecución sigue la recepción de una ayuda, a todo reconocimiento del héroe sigue un castigo del malva­do, etc. Es posible, en cambio, que alguna función esté ausente, sin que se altere el modelo general del relato. Esta morfología es aplicada por Propp a un conjunto (corpus) de cien cuen­tos populares, transcriptos según la sucesión de sus funciones. La conclusión que más interesa dentro del plan­teo formalista es, sin duda, la si­guiente: "Las funciones actúan como elementos estables y constantes de los cuentos populares; son independientes de su contenido y de la manera se­gún la cual ese contenido las llena. Constituyen los elementos que com­ponen el cuento popular".
La morfología de Propp, su caracte­rización de las funciones y de los ni­veles en que estas funciones se inte­gran se mostró particularmente ope­rativa en el análisis de relatos folkló­ricos. Sin embargo, después de tres décadas, críticos estructuralistas re­tomaron las teorías de Propp acerca de funciones y variantes, repensaron el problema de su encadenamiento y de su relación y, en general, plantea­ron la posibilidad de nuevas morfolo­gías del relato. Es evidente, sin em­bargo, que cierto tipo de relato lite­rario no puede responder a modelos cuyas variables son tan estrictas y limitadas como las del cuento folkló­rico. Propp no hubiera propuesto su difícil extensión a la literatura, aun­que reconocería toda una zona de re­lato literario donde subyace el modelo del cuento popular. Lo importante de la Morfología del cuento es su propósito de establecer un modelo científico que diera cuenta, a través de la formalización de la trama, de los procedimientos de com­posición de un sector de la narrativa. Y es justamente el proyecto teórico lo que interesa en una historia de la teoría y la crítica literarias.

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