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17 de julio de 2018

La relación entre cultura e identidad en El etnógrafo, de Jorge Luis Borges


La relación entre cultura e identidad en
El etnógrafo, de Jorge Luis Borges

       Cuando se habla de identidad, se asume que esta hace referencia  a un sujeto que es  fijo, que posee  un  conjunto de rasgos específicos (la procedencia territorial, el color de la piel, la religión, la profesión) y con un sistema de valores que pertenece a la cultura de procedencia.  Se suele creer que la  identidad es aquello que se mantiene, siempre igual, con elementos que se repiten  y que  parecen permanentes. Sin embargo, Fred Murdock  muestra que la identidad se va modificando  en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto sobre ella. Esto sucede porque la identidad es una posición, no una esencia. El sujeto cartesiano entra en crisis desde el mismo momento de su concepción, por lo que su identidad será un constructo determinado por los contextos culturales en los que se verá inmerso. La construcción de la identidad no es un trabajo solitario e individual. Una exposición física y espiritual a una serie de situaciones que están más allá de experiencias anteriores,  convierte a la persona en un sujeto distinto de lo que era y le permite conformar con otros una unidad colectiva. De aquí que el mismo Borges aclare que "en toda historia los protagonistas son miles, visibles e invisibles, vivos y muertos".
 Fred Murdock, personaje de El etnógrafo, es  un estudiante de antropología  que decide pasar más de dos años en una reserva indígena al oeste de los Estados Unidos intentando  obtener datos para su tesis universitaria. Al comienzo de su viaje, estaba "en esa edad en que el hombre no sabe aún quién es". Para integrarse al nuevo mundo circundante le ha sido aconsejado "el estudio de las lenguas indígenas" con lo que espera lograr ser identificado como uno más entre ellos, aceptado en esa nueva comunidad, identificado en ese nuevo colectivo. Así, durante su permanencia con la tribu, el aprendizaje de otra cultura opera modificaciones en él que demuestran no sólo su progresiva integración sino su transformación:
 "Se levantaba antes del alba, se acostaba al anochecer, llegó a soñar en un idioma que no era el de sus padres. Acostumbró su paladar a sabores ásperos, se cubrió con ropas extrañas, olvidó los amigos y la ciudad, llegó a pensar de una manera que su lógica rechazaba."
  Murdock adopta, entonces, un  conjunto de valores y símbolos de la nueva cultura a partir de un aprendizaje consciente, mediado siempre por la lengua, que, como sostiene Ticio Escobar, es uno de los componentes capaces de contribuir a delinear la subjetividad útil para reconocer articulaciones de la identidad colectiva. Por esto,  Murdock "tomaba notas sigilosas, que rompería después, acaso para no despertar la suspicacia de los otros, acaso porque ya no las precisaba". Y, progresivamente, la   objetividad de Fred como científico se desvanece.
 Como ya  se ha dicho, la identidad  no permanece estable, es una estructura dinámica, en continua evolución. En el protagonista, la identidad viene determinada por la barbarie, no por la civilización, tomando en cuenta la visión binaria adoptada por Sarmiento. Murdok es un joven cuya identidad entra en crisis en contacto con verdades más elementales, vinculadas a la tierra, a la esencialidad del hombre en la búsqueda de sí mismo, no en los silogismos de la razón sino en el cautiverio del ensueño, del mundo onírico en donde moran los arquetipos. Son las experiencias vividas en el contacto con estas verdades lo valioso del aprendizaje y aún renunciando a la permanencia en el colectivo que le ha servido de superficie para la manifestación de esa identidad, en su regreso al mundo civilizado las ideas que lo movilizaron inicialmente han perdido todo valor. 


BIBLIOGRAFÍA
·         BORGES, Jorge Luis: El Etnógrafo,
·         ESCOBAR,  Ticio: “La identidad en tiempos globales”, en El arte fuera de sí, Asunción: Museo del Barro, pp. 61-87.






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