Análisis de Como
la huella del pájaro en el aire de Héctor Bianciotti
Como la huella del
pájaro en el aire (2000), la última novela de Héctor Bianciotti, trabaja con materiales autobiográficos,
de modo que es una obra que cabalga entre lo autobiográfico y lo ficcional. Fue
originalmente escrita en francés.
La novela narra el
regreso del protagonista a su país natal. Vuelve consagrado por el ambiente
literario parisiense a reencontrarse con sus hermanos, que no han abandonado su
lugar de origen. Este encuentro le permite reflexionar sobre la muerte, sobre
la vejez, sobre el destino y sobre el paso inexorable del tiempo.
En la novela Como la huella del pájaro en el aire,
es posible rastrear el modo en que esta trabaja el tema de la identidad nacional
y así, descifrar si la identidad está concebida como una unidad homogénea o,
por el contrario, como la sumatoria de elementos heterogéneos.
El narrador de la
novela, identificado con la figura de Bianciotti, vuelve a su casa natal luego
de un cuarto de siglo de ausencia. Vuelve consagrado literariamente en París.
Este regreso plantea, desde el inicio, el problema de la identidad como un tema
temporal que también aparece ligado a una cuestión espacial.
Si se tiene en cuenta que la frase inicial del
texto es "Más de un cuarto de siglo había transcurrido sin que regresara al país
de mi primer nacimiento", puede pensarse que el narrador afirma
que es posible nacer más de una vez a lo largo de la vida.
Su primer nacimiento,
su nacimiento como persona, se produjo en la Argentina en un determinado
momento. Después, en otro lugar y en otro tiempo, se dio su segundo nacimiento,
esta vez como escritor. Entre una identidad y otra, por lo tanto, media una
distancia temporal y espacial. Pero, en el presente, la identidad del
narrador está constituida por dos estratos bien diferenciados: el de su pasado
argentino y el de su presente francés. De esta forma, el texto retoma, invertido,
el tema de la inmigración.
En efecto, la Argentina es un país formado por
hijos de inmigrantes europeos. El narrador ha realizado el viaje inverso al
que, se supone, fue el de sus antepasados: desde América, se ha desplazado a
Europa. En este sentido, la novela pone en escena el tema por excelencia de la
identidad: el del origen. Siendo hijo o nieto de inmigrantes, vuelve a sus
raíces, es decir, al continente de sus antepasados, y regresa convertido casi
en un extraño al país de su primer nacimiento. Allí se encuentra con el estrato
de su identidad representado por su familia de origen, por el mundo de sus
hermanos, es decir, la capa más arcaica de su identidad.
Los tiempos del primero
y del segundo nacimientos tienen características diferentes: el del origen es
más lento, casi inmutable, mientras que el del segundo nacimiento es dinámico.
El narrador vuelve al tiempo del origen, pero no puede penetrar ya en él y, a
pesar de que es un componente fundamental de su identidad, lo contempla como
algo extraño: "[...] comprendí la
necesidad que ellos tenían de conservar las imágenes, las huellas de una
comida, de una pequeña fiesta, de un paseo: el ritual permanecía inmutable
[...] acompasaba el tiempo, preservaba los momentos dispersos, lo que
desaparece o se marchita, las cosas destinadas a perdurar: y esto consolidaba
su realidad, los distraía de la angustia que les provocaba el porvenir,
ciertamente prefijado y como ya acaecido".
El narrador habla de
"conservar las imágenes" como un intento de detener o de congelar el
tiempo. Además, si el porvenir está "prefijado y como ya acaecido",
entonces el tiempo transcurre sin sorpresas, lentamente, por un sendero ya
trazado que no se puede modificar. Pero, por otra parte, el tiempo del narrador
ha sido dinámico, ya que ha operado en él un cambio: puede mirar desde afuera
el mundo de su infancia, porque ha tomado distancia de él, es un ser que se ha
consagrado y ha renacido en Europa.
La historia del
narrador está escindida en dos: hay en ella un tiempo argentino y un tiempo
europeo. De esta forma refleja, de manera invertida, el tiempo propio de la
historia de la Argentina, el país de su primer nacimiento, historia que es
común a toda América que se formó, primeramente, con un tiempo europeo y,
luego, con un tiempo propio.
Pero su historia
también se divide en relación con lo lingüístico. La lengua que utiliza este
escritor argentino en un país extranjero es aquella que el propio Sarmiento
consideraba como la lengua del pensamiento y de la cultura, y que utilizó para
escribir en una piedra rumbo a Chile la frase: "Bárbaros, las ideas no se
matan". Los "bárbaros" (los que hablan una lengua extraña, los
extranjeros) son, para Sarmiento, sus propios compatriotas que no comprenden el
modo de pensamiento y el idioma de la cultura que admira.
En este sentido, el
texto de Bianciotti parece realizar un sueño que es el de los forjadores de la
Argentina: acercarse a Europa, específicamente a Francia, que durante muchos
años fue considerada como el epicentro de la cultura. Pero lo que en Sarmiento
es un proyecto político, en Bianciotti es un proyecto literario, ya que elige
el francés para contar los recuerdos del lugar de su primer nacimiento.
En resumen, la
identidad no parece ser para Bianciotti una unidad, sino, por el contrario, una
contradicción, una distancia y un desgarro.
En efecto, para hallar
la propia identidad, escribe literatura argentina en francés y, desgarrado de
su lugar de origen, vive en Francia.
Por otra parte, la
contradicción temporal y espacial -que es característica de esta identidad y
que está marcada por el momento y el lugar del primero y del segundo
nacimientos- tiene una instancia superadora dada por la lengua francesa que,
pasando por alto las contingencias del tiempo y del espacio, se presenta como
la lengua eterna de la cultura.
Finalmente, la cuestión
política de la identidad que caracterizó la historia argentina se resuelve en
el texto de Bianciotti en una cuestión íntima: la historia propia del país
marca el destino de un hombre y determina su vida privada.
La narrativa de Héctor
Bianciotti ( 1930-2012) resulta particularmente interesante para rastrear en
ella el conflictivo concepto de identidad. En efecto, se trata de un escritor
argentino que, sin embargo, tres décadas después de su exilio en 1955, adopta
la lengua francesa en su escritura al publicar Sans la Miséricorde du Christ
(Sin la misericordia de Cristo). Sin embargo, sigue siendo considerado un
escritor argentino debido no sólo a su lugar de nacimiento, sino a los
materiales que conforman su obra.
El crítico literario
Ángel Rama utilizó el nombre "Generación Perdida" para aludir a un
grupo de escritores que pertenecen al período que se extiende entre las dos
primeras guerras mundiales y que consideraron a París un epicentro cultural.
Estos autores redefinen el concepto de literatura nacional, situándolo más
allá del Estado. Para la mayor parte de ellos, la única patria que conservan es
la lengua. Algunos escritores de esta generación son Antonio Di Benedetto
(1922-1986), Daniel Moyano (1930-1992) y Osvaldo Lamborghini (1940-1985).
Héctor Bianciotti,
también ubicado en los límites de este grupo, ha perdido, sin embargo, algo
más que el suelo: ha perdido el idioma y, en su reemplazo, ha adoptado otro.
Puntos de contacto entre la narrativa de Héctor Bianciotti y Marcel Proust
Bianciotti es admirador
de uno de los más grandes escritores franceses, Marcel Proust (1871-1922),
autor de En busca del tiempo perdido y, de alguna manera, le rinde tributo
en su obra. Por esta razón, es comparado con él y, entre las producciones de
ambos, hay varios puntos de contacto:
• el material con que
Bianciotti construye sus ficciones está referido, como el de Proust, al mundo
de la infancia y de la juventud. La vuelta al pasado demuestra la incidencia
de esas etapas en el presente. El recuerdo, para ambos autores, es la fuente
de la que surge la escritura;
• el uso particular de
materiales autobiográficos que convierten a las novelas en una suerte de
memorias ficcionales y que llevan al lector a identificar la primera persona
del narrador con la primera persona del autor. De este modo, se borra la línea
que divide ficción de realidad, y se construye lo que Bianciotti llama
"autoficción";
• las descripciones
minuciosas a través de las cuales ambos autores traen el pasado al presente;
• el gusto por el
detalle, que esconde grandes extensiones de recuerdos y sensaciones;
• el carácter de
testigo que tiene el narrador en primera persona, como si su vida fuera un
espectáculo que, en cierta medida, le es ajeno y del que no participa sino como
espectador;
• la morosidad de la
prosa que utiliza frases largas para adaptarse al tiempo lento y circular, que
es propio del recuerdo.
Por haberse apartado de
la lengua materna y por haber adoptado el francés, Bianciotti es considerado
heredero de una tradición cosmopolita que cuenta, entre sus máximos exponentes,
a la escritora argentina Victoria Ocampo (1890-1979), quien desarrolló un
profuso intercambio cultural con intelectuales extranjeros, especialmente
franceses.
Fuente: Literatura argentina y latinoamericana
Ed. Puerto de Palos
Bs.As, 2001
2 comentarios:
Muy buen resumen, me ayudó a entender mucho el texto
Execelente resumen, muy completo a mi parecer, simplemente espléndido.
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