EL FORMALISMO RUSO: Arte y artificio por Beatriz Sarlo
Ya en 1917, Shklovski, uno de los críticos más inteligentes y
con mayor penetración teórica del formalismo, proponía en su trabajo "El
arte como artificio" un nuevo punto de vista acerca de la función y el
objetivo del arte: la desautomatización de la percepción, que se agrega al
enfoque de la literatura como sistema y fenómeno verbal.
Existe, en la cotidianidad, un automatismo
perceptivo por el cual los objetos, las actitudes, etc., más que vistos son
reconocidos limitadamente en su funcionalidad inmediata —fuera de una improbable influencia, se advierten
los ecos de la teoría bergsoniana de la percepción—. Desautomatizar la percepción, provocar la visión
y no el reconocimiento se
constituiría, para Shklovski, en una de las características de la literatura:
"La liberación del objeto del automatismo perceptivo".
La literatura emplea ciertos procedimientos,
"artificios", para transferir el objeto a una nueva esfera de la
percepción, produciéndose así un desplazamiento semántico. Según Shklovski —también Jakobson
coincide en este punto—', este desplazamiento semántico es la principal
función de la poesía. Shklovski toma sus ejemplos de Tolstoi; el artificio
consiste en "no llamar al objeto por su nombre, sino en describirlo como
si se lo viera por primera vez", fuera de su contexto y lejos de las
atribuciones significativas y funcionales que le son habituales.
El arte
recurre a este "extrañamiento" (ostranienie) —concepto que
Bertolt Brecht recrearía en el teatro contemporáneo— porque, de lo contrario,
la automatización devoraría "los objetos, los hábitos, los muebles, la
mujer, el miedo a la guerra". El extrañamiento responde a una voluntad de
singularización mediante una percepción renovada. Toda la razón y la
funcionalidad del artificio, sea cual fuere, supone este objetivo. Tolstoi, ejemplifica
Shklovski, recurre a ciertos mecanismos formales; la elección del narrador es
uno de ellos: en su relato Jolstomer, el narrador es un caballo y, por tanto, el extrañamiento se produce desde la básica
elección del punto de vista.
De este modo, Shklovski extiende su hipótesis a todo
el lenguaje de la literatura, donde la función de la imagen sería provocar el
proceso de singularización; todos los recursos de un modo poético —los
arcaísmos o los neologismos, los diversos esquemas fónicos, el ritmo y las
variaciones sintácticas, las imágenes y, en general, los tropos— tenderían a
una liberación de la percepción, una visión renovada del referente o la
ruptura de las convenciones cristalizadas que automatizan también la lectura
de la obra.
La literatura se define así como "discurso que
opera con el artificio". Es evidente que esto conviene en forma
especialmente significativa a la poesía que, en Rusia, era contemporánea a los
formalistas y que Shklovski y Osip Brik defendían de sus detractores: el
futurismo. Explica también la inclinación de casi todos los críticos del
movimiento hacia autores en cuya obra el artificio sea uno de los niveles
expresivos más importantes: Gógol para Eijenbaum y Sterne para Shklovski.
La oposición visión/reconocimiento que traduce la
contradicción funcional entre lenguaje poético y lengua cotidiana, cuyas
diferencias los formalistas pretendieron
establecer, es implementada también por Jakobson: "Los tropos vuelven el
objeto más sensible y nos ayudan a verlo. En otras palabras, cuando buscamos
la palabra justa que nos permite ver el objeto, elegimos una palabra que no es
habitual".
Jakobson caracteriza, mediante la categoría textual
del extrañamiento, al "realismo revolucionario" que apela a los
rasgos tradicionalmente considerados menos característicos de los objetos para
presentarlos en una visión desautomatizadora. En última instancia la teoría del extrañamiento
de los formalistas revierte a la afirmación de que la palabra
"gasta" sus posibilidades significativas, y que la literatura debe
intentar nuevos caminos para recuperar la novedad de percepción que la
reiteración y las convenciones han destruido. El planteo autoriza la definición
del discurso poético como "discurso elaborado", acentuando las
tendencias a crear una "lengua específicamente poética".
Los mecanismos del extrañamiento son los que
Shklovski caracteriza como "artificio", despojando a esa palabra de
las connotaciones peyorativas que pudo adquirir durante el auge de la crítica
naturalista. Es evidente el énfasis depositado sobre el tejido verbal del
texto y el intento por establecer una tipología general del "artificio",
proyecto que compartirán los formalistas en sus análisis de narrativa:
Eijenbaum, por ejemplo, en su examen de El capote de Gógol se detendrá
especialmente sobre los procedimientos de parodia, grotesco y estilización,
donde el artificio aparece en toda su evidencia. Debe destacarse, sin embargo,
que el análisis formalista no excluye, en estos casos, sino que por el
contrario privilegia, el nivel semántico del relato.