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11 de abril de 2011

Razones por las cuales la Política puede o no ser considerada una Ciencia

Razones por las cuales la Política puede o no ser considerada una Ciencia

Para comenzar a desarrollar el tema, es necesario, primeramente, fijar en qué sentido hemos de tomar la expresión “la política”. A nuestros fines, definimos “la política” como un conocimiento, una forma del saber humano, desligando el término de su otra acepción, el de la política como actividad y quehacer humano. De esta manera, se logra acercar el término política al de ciencia, puesto que la ciencia también es un tipo de conocimiento, un cuerpo de ideas con características propias.

El conocimiento científico, su modo de operar sobre la realidad, ha sido el camino para llegar al conocimiento político. Dice Bidart Campos “La política como forma de conocimiento tiende a colocar el fenómeno político bajo análisis y observación científicos. No se trata de un conocimiento vulgar, sino de un conocimiento objetivo, sujeto a un método, susceptible de transmitirse a otros.” En esta expresión de Bidart Campos se encuentran ya delineados dos de los componentes que toda disciplina necesita para alcanzar el estatuto de ciencia. Nosotros agregamos dos más: el sujeto cognoscente y el objeto de estudio, elementos, estos últimos, que están en permanente correlación.

De esta manera, podemos definir a la política como una ciencia, puesto que reúne los elementos para constituirla: sujeto, objeto, un método y conocimientos posibles de ser transmitidos. Desarrollaremos a continuación cada uno de estos elementos, poniéndolos en correlación con la política.

El sujeto y el objeto

El conocimiento es siempre conocimiento para alguien, está en la conciencia de alguien, por ello se presenta como una relación sujeto y objeto; la función del sujeto es aprehender al objeto. El acercamiento del sujeto hacia su objeto puede considerarse como la operación fundamental, la esencia misma de la investigación, pues es lo que lo vincula con la realidad, le permite conocerla.

Para que el sujeto logre un conocimiento en realidad objetivo debe despojarse de toda su carga de valores, deseos e intereses, adoptando un enfoque científico que aspire a la pureza de la ciencia política, deteniéndose en el análisis del fenómeno político tal como es en la realidad. Le preocupará, entonces, el ser político y dejará de lado la crítica, el porqué y el para qué de los fenómenos políticos.

Si no le satisficiera sólo saber cómo son las cosas sino que buscará, además, saber por qué son así, para qué son, y sobre todo, cómo deben ser, su enfoque será otro: el científico filosófico.

Quienes adoptan la postura de integrar ambos enfoques en su actividad, consideran que no se puede conocer la realidad política sin asumir una crítica, sin valorarla, porque no se concibe la existencia de un conocimiento plenamente objetivo ya que todo conocimiento no deja de ser un producto social y, como tal, producto de una cultura, de una época y de hombres concretos. En su condición de sujeto, el investigador es una expresión social, es decir, expresa las condiciones de conocimiento y las necesidades de la sociedad que lo produce.

Respecto del conocimiento científico de la política, se hace otra distinción entre conocimiento especulativo o puro y conocimiento práctico o interesado. El conocimiento especulativo tiene la única finalidad de conocer y carece de cualquier interés ajeno al propio saber. El conocimiento práctico persigue el fin de aplicar prácticamente a una realidad el conocimiento alcanzado.

El conocimiento especulativo sería la teoría política, mientras el conocimiento práctico sería la doctrina política y, dentro de esta doctrina se ubicaría a la técnica política y al arte político. Ejemplos de esta doctrina los hallamos en la literatura, en libros como “Espejos de príncipes”, del Medioevo, o “El príncipe” de Maquiavelo.

El objeto

Toda investigación científica se realiza sobre un objeto, sobre un ser existente ya sea en la sociedad, en la naturaleza inanimada o en la naturaleza viva. En el caso específico de la Ciencia Política y su objeto de estudio, existen varias posiciones:

a) Según algunos especialistas, serían varios los temas objeto de estudio, temas que han sido especificados en una lista-tipo preparada por la Unesco en 1948: la teoría política; las instituciones políticas; partidos, grupos y opinión pública, las relaciones internacionales.

b) La res publica o cosa política, ensayada por Jean Dabin, incluyendo en el término a “todas las realidades, nociones y valores que implica la cosa política”.

c) El Estado como centro de la realidad política, postura sustentada por Laband, Jellinek, Wilson, Getell, Laski y Pelot.

d) El poder, postura apoyada por Weber, Merriam, Lasswell, Catlin y Vedel.

e) Hay quienes consideran que no existiría un objeto propio de la Ciencia Política sino que, al ser ésta una ciencia social, debería determinar su objeto en relación a las demás ciencias sociales. En este caso, se hablaría, por ejemplo, de sociología política, filosofía política o economía política.

f) Para los que consideran que la Ciencia Política es una “ciencia residual”, su objeto de estudio serían todos aquellos aspectos descuidados por las otras ciencias sociales: partidos políticos, grupos de presión, opinión pública, elecciones, decisiones políticas.

g) Para los que sostienen que la Ciencia Política es una “ciencia de síntesis”, el objeto de estudio es la generalización o sistematización de los resultados obtenidos por las distintas ciencias sociales en el campo particular del poder o del Estado.

En definitiva, no ha sido posible aún delimitar un objeto de estudio único para la Ciencia Política puesto que cada una de las posibles soluciones planteadas por los diferentes teóricos ha encontrado críticas y obstáculos. Así, por ejemplo, a quienes postulan al Estado y al poder como objeto de estudio, se les ha objetado que “el estado es un tipo particular de institución y no una actividad” o que el poder es sólo uno de los factores variables de importancia.

Para los que buscan precisar el objeto mediante un solo concepto (por ej. “la política, como ha intentado Burdeau), se les objeta que no es posible encuadrar a una realidad tan multifacética y variable en un solo término.

En íntima relación con esta problemática, se encuentra el de determinar qué método ha de seguir la Ciencia Política, puesto que según sea el objeto a conocer, será el método a aplicar.

El método

La palabra método viene de los vocablos griegos metá y odos que significan "más allá del camino". Vemos así que la etimología de dicha palabra indica que siempre habrá necesidad de recorrer un camino para lograr lo que se pretende, es decir, siempre será necesario el empleo de un método.

En general, podemos llamar método al arte de disponer la sucesión de los pensamientos. El método no depende tanto de las intenciones del sujeto, sino de las condiciones del objeto.

Para Bidart Campos, si se considera a la ciencia política con criterio multifacético, el método a aplicar no puede ser simple, sino complejo y, aún más, ni siquiera puede darse la unidad de un método complejo sino una pluralidad de métodos. Con la idea de complejidad del método concuerda Mario Justo López, para quien hay que distinguir en él distintos niveles, etapas y técnicas de investigación.

Siguiendo a Bidart Campos y su postulado de pluralidad de métodos, éste sostiene que “para el conocimiento descriptivo y empírico de la realidad política, es menester manejarse con la observación, la comparación y la inducción”.

La observación es la captura sistemática de información sobre acciones y reacciones conductuales mediante el uso de instrumentos específicos o impresiones profesionales. En la observación existe un objetivo específico de investigación para realizar la observación, se planifica sistemáticamente, se registra también sistemáticamente y se llevan a cabo controles metodológicos para garantizar la fiabilidad y validez.

La comparación es un procedimiento sistemático y ordenado para examinar relaciones, semejanzas y diferencias entre dos o más objetos o fenómenos, con la intención de extraer determinadas conclusiones. Es en esta última acepción donde el término comparación es sinónimo de método comparativo (MC), y su uso suele ir asociado al de método científico.

La inducción: Es el proceso en el que se razona desde lo particular hasta lo general, al contrario que con la deducción. La base de la inducción es la suposición de que si algo es cierto en algunas ocasiones también lo es en situaciones similares aunque no se hayan observado. La probabilidad de acierto depende del número de fenómenos observados.

Realizados estos pasos, se llegará a lo que Jellinek denomina el tipo empírico, es decir un tipo común que comprende los caracteres habituales y afines que concurren en una situación determinada y se formularán leyes que constaten ciertas regularidades en los fenómenos políticos. En este punto, es necesario aclarar que no es factible que el universo político obedezca a leyes causales. Sin embargo es posible, aún así, establecer constantes y regularidades observables en la sucesión de ciertos fenómenos.

Dentro del marco de la filosofía política, los métodos a utilizar serán otros, puesto que la pura observación es insuficiente. Bidart Campos propone el método racional y deductivo: el método racional consiste en la afirmación de la razón, pues considera que la certeza de ideas no se basa en la experiencia, en realidades, hechos o fenómenos susceptibles de comprobación experimental. La deducción es un proceso discursivo y descendente que pasa de lo general a lo particular, pasando de una proposición a otra hasta llegar a una que se considera la conclusión del proceso.

Mencionaremos, finalmente, la importancia que debe tener el proceso de formulación de teorías y el tratamiento de los conceptos, elementos esenciales del marco teórico, los cuales deben ser definidos cuidadosamente en toda actividad de investigación científica.

Conocimientos transmisibles

Todo el trabajo realizado por los investigadores, sus inferencias y conclusiones, requieren que sean transmisibles y que se den a conocer públicamente. Los principios de transmisibilidad y publicidad de las investigaciones científicas se refieren, ante todo, a la capacidad de hacer explícitos los procedimientos a través de los cuales se obtienen los datos, se analizan los mismos y se llega a obtener conclusiones. En el caso específico de la ciencia política, una investigación puede plantearse uno o varios objetivos (definir un fenómeno político, describirlo, explicarlo, valorarlo) pero, si los resultados obtenidos no se hacen claramente explícitos, es imposible que la comunidad científica evalúe la validez y el grado de fiabilidad que se debe otorgar a un estudio.

Conclusión

En el presente trabajo hemos desarrollado y explicado las razones por las cuales la política, entendiendo “la política” como un conocimiento, una forma del saber humano, puede ser considerada una ciencia: posee un objeto de estudio, un método, conocimientos posibles de ser transmitidos y un sujeto cognoscente que realizará todas las operaciones necesarias para producir, evaluar y comunicar el resultado de su investigación.

Bibliografía consultada

Bidart Campos, Germán: Lecciones elementales de política, Ediar, Buenos Aires, 1999, 5ta. Edición.

López, Mario Justo: Manual de derecho político, Depalma, Buenos Aires, 1999, 2ª edición.


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