Resumen y análisis de Los herejes de Arturo Uslar Pietri
TEMA
El tema del cuento es complejo aunque su anécdota es de una gran simplicidad. Se trata de los sentimientos
que enardecen a un pueblo entero hasta llevarlo a cometer un bárbaro asesinato
en una niña no sólo inocente, sino ajena por completo al hecho que motiva este
acto de violencia. El punto de partida es una situación fortuita, casual: la
muerte de un niño. En la interpretación que de ese hecho hacen su madre y la
población a la cual pertenece se fusionan una serie de sentimientos y
condiciones negativos:
1) la ignorancia;
2) una formación religiosa
erróneamente asimilada y mezclada a la más aberrante superstición;
3) una noción de Dios como
juez implacable y vengativo. Esta idea de Dios engendra en el pueblo
desproporcionados sentimientos de culpa y el temor a un terrible castigo por el
hecho nimio e intrascendente de participar en forma accidental en una
ceremonia de otra religión:
4) la necesidad de
encontrar, frente a un hecho inexplicable y doloroso como la muerte de un
niño, un culpable en quien descargar la rabia y la angustia provocadas por la
desgracia;
5) los prejuicios ante
quienes son "diferentes" a la mayoría (en este caso la diferencia
estriba en la religión). De ahí la constante identificación de esas personas
con el diablo, vale decir con el mal. Esa conjunción de elementos negativos,
entre los cuales cumple un papel primordial la ignorancia, que impide una
comprensión racional y adecuada de la realidad y un control de la agresividad
y la violencia, y sus funestas y brutales consecuencias, constituye el tema del
cuento.
ESTRUCTURA
Por lo general es
posible distinguir en la estructura de una narración diversas partes
articuladas entre sí. En el caso de Los herejes, en cambio, la estructura es unitaria y consiste en el
planteo de una situación inicial (la repentina muerte de un niño interpretada erróneamente por su madre como un castigo divino a causa de su participación
en una ceremonia de otra religión), que desencadena una serie de fuerzas (la
furia y el odio de Macacha y de todo el pueblo, que buscan irracionalmente un
culpable para castigarlo) que se desarrollan durante el relato a través de un
continuo crescendo, hasta desembocar en la situación límite del desenlace (el asesinato
cometido en la persona de la niña).
Este relato es un
excelente ejemplo de cuento en el que se narra un hecho único, sin
interpolaciones ni episodios laterales, en el que la acción fluye continuamente
hasta llegar al final y en el que los tres tiempos de la preceptiva
tradicional, exposición, nudo y desenlace, están tan apretados que se reducen
prácticamente a uno solo.
La estructura es cerrada: el cuento comienza con la muerte de un niño,
fortuita, casual, no provocada y termina con la muerte de una niña, esta vez
violenta, provocada. Todos los elementos que se desarrollan entre esos dos
acontecimientos se encaminan decididamente hacia el desenlace, y en éste se
integran sin dejar cabos sueltos o situaciones sin resolver en el universo
creado por el relato.
RITMO DEL CUENTO
Desde el punto de vista formal es el elemento más importante en Los
herejes. Toda su eficacia y su
valor literario radican, precisamente, en la maestría con se ha creado un ritmo adecuado y sostenido que expresa en cada momento la
intensidad dramática de la situación narrada.
Para lograr ese ritmo,
Uslar Pietri conjuga una serie de elementos visuales, dinámicos,
auditivos y anímicos, utilizados con una técnica cinematográfica por la continua
sucesión de imágenes en movimiento, integrados en un único cuerpo gigantesco:
un pueblo entero que avanza implacable en busca de una absurda represalia y
que lleva a cabo su propósito.
Se analizarán los
diversos elementos que confluyen en la formación del ritmo en cada uno de los
tiempos de éste:
a) la multitud (elemento visual)
b) su movimiento (elemento dinámico)
c) su griterío (elemento sonoro)
d) su violencia (elemento anímico)
Llamaremos a
los cuatro tiempos del ritmo:
1) crescendo (significa que la
velocidad aumenta);
2) momentánea disminución de la velocidad, hasta
llegar a un compás de espera estático;
3) nueva aceleración, que culmina en la
explosión de la violencia;
4) estatismo final.
1) Crescendo
Este ritmo cada vez más
vertiginoso se da desde el comienzo hasta el instante en que la turba empieza a
divisar la capilla de los protestantes, vale decir que abarca la casi
totalidad del cuento (los otros tres tiempos son brevísimos). Por ello, la tónica del relato es
la de un continuo aumento de la tensión dramática, que se resuelve luego
rápidamente.
El crescendo se expresa
a través de los elementos antes mencionados:
a) la multitud cada vez mayor que
acompaña a Macacha:
Ya
avanzaba el grupo bajando la cuesta hacia otro rancho. A cada momento se le iba
agregando más gente! Desde lejos, mujeres, niños y hombres
se acercaban. El grupo se había ido engrosando
con numerosos hombres. A
medida que avanzaba por las calles del pueblo iban añadiéndose más y
más personas.
Muchos
de los hombres que estaban a la puerta de la
pulpería se incorporaron.
Pequeños
grupos de gentes que venían por las veredas que
atravesaban el campo se iban incorporando.
b) su movimiento cada vez más rápido: Primero es Macacha la que avanza:
Así venía de rancho en rancho por toda la cuesta.
En seguida se le va
uniendo el pueblo:
Ya avanzaba el grupo bajando
la cuesta hacia otro rancho. A ratos, como
enloquecida, la mujer corría un trecho cuesta abajo, hasta topar con otras
gentes. Toda la muchedumbre se movía con
ella. Macacha marchaba adelante, parándose a trechos y la turba la seguía como un arroyo oscura.
Parecían detenerse menos. Tan rápidos como el murmullo y las oraciones eran los pasos. Se
acercaban al pueblo. El paso se iba haciendo cada vez más rápido. Era un tropel revuelto.
Iban más y más de prisa.
Se empujaban los unos a los otros. Los muchachos atravesaban por entre la masa atropellando a los mayores. Todos iban sintiendo como
prisa y como angustia a medida que avanzaban . .
.
El tropel adelantaba cada vez con más prisa.
El narrador no especifica hacia dónde se dirige la turba en su rápida marcha; no
obstante, por el contexto creado el lector adivina desde el primer momento cuál
es su meta.
c) su griterío, cada vez más fuerte y
estentóreo:
Así venía. . . Rodeada de sus gritos, de sus
gemidos, del murmullo creciente de
los que la seguían.
—Creo en Dios Padre Todopoderoso —murmuraban las voces.
Eran voces de hombres. Eran voces chillonas de muchachos. Se alzaban
por sobre el rumor de los
rezos y por sobre el temblor de las velas.
Las voces se alzaban agudas y estallantes.
Iban envueltos en polvo y voces.
Y a ratos las voces se unían en un grueso coro:
—¡Mueran los herejes!
d) su violencia, cada vez más encarnizada e incontrolable, expresada
ya por medio de gestos que van denunciando paulatinamente una actitud más y más agresiva
(por ejemplo, proveerse de piedras, palos,
etc.), ya por medio de exclamaciones que denotan con una
intensidad creciente el propósito destructivo:
A fuerza de oír repetir, cada vez con nuevos
detalles, todos parecían irse unificando en un mismo sentimiento.
—Nadie estará tranquilo mientras esos diablos estén
aquí.
— ¡Mueran los herejes! —¡Mueran los diablos!
Los muchachos recogían piedras.
—Hay que acabar con esa casa del diablo.
— ¡Mueran los herejes!
—¡A quemar la casa del diablo!
—¡Que los maten!
¡Que los maten!
—Vamos a acabar con esa plaga.
—¡Mueran los herejes!
Ya todos llevaban palos, machetes, piedras.
—¡Qué trisagio ni qué trisagio! Lo primero es acabar
con esos bichos. —¡Hay que pegarle candela como potrero apestado!
Otro elemento que
contribuye al extraordinario dinamismo de este primer tiempo es la alternancia
del diálogo con las partes narradas en
tercera persona. Al principio las intervenciones de Macacha son más largas porque
relata lo que le ha ocurrido, pero a medida que la multitud se acerca a su meta
las expresiones en primera persona se van haciendo más breves, más cortantes,
más violentas y ello configura un clima de máxima tensión.
2) Momentánea disminución
de la velocidad hasta llegar a un compás de espera
Este instante de
quietud y pasividad es un excelente recurso, pues aumenta, por contraste con el
dinamismo anterior, el clima de suspenso y expectativa y permite presagiar la
explosión que sobrevendrá de inmediato.
Observemos en este
segundo tiempo los elementos que emplea el autor para la creación del ritmo:
a) la multitud ya no crece, y en
cambio contrasta con la soledad que rodea la casa de los protestantes:
No se veía a nadie en los alrededores.
b) su movimiento se aminora hasta llegar a
detenerse:
Al irse acercando hubo como un refrenamiento. Avanzaban cada vez más
lentamente.
Seguían avanzando, aun cuando muy lentamente. Muy lentamente. Como a veinte pasos de la puerta se detuvieron.
c) su griterío también disminuye hasta llegar al
silencio:
Eran ya
más los que se persignaban que los que gritaban.
En ausencia de los gritos y del apresuramiento el
rumor de los rezos
parecía crecer.
Hubo un breve y gran silencio.
d) su violencia: no hay ninguna expresión que señale que hay una
disminución de la violencia, porque ésta permanece con toda su fuerza, pero
agazapándose como una fiera en acecho. Ésta es la impresión que transmite la
expresión:
Los muchachos apretaban con fuerza los pedruscos en las manos hasta sentir dolor.
Otro elemento que
contribuye a la creación de este ritmo más lento y decreciente es la
intercalación de las únicas descripciones de todo el relato: la
capilla de los protestantes y el cielo plomizo que presagia tormenta.
3) Nueva aceleración del
ritmo, que culmina en la explosión de la violencia
El ritmo es aquí más
vertiginoso que nunca. Veamos cómo se conjugan los diversos elementos:
a) la multitud: hay una gradación en la intervención
primero individual, luego colectiva:
l9) alguien,
un integrante no individualizado de la turba, arroja una piedra;
2°) Macacha toma la iniciativa al
ver a la niña;
3º) toda la masa se precipita;
b)
su movimiento: aquí también hay una gradación:
l9) el lanzamiento de la piedra;
29) los
sucesivos movimientos de Macacha:
Se agacha. Suelta el cadáver.
Toma la piedra y salta hacia la niña.
3º) toda la turba:
Como una marejada la masa se precipita deshecha.
c) su griterío: en lo sonoro, la gradación va desde la fuerte detonación
de la pedrada hasta el griterío colectivo, más alto que nunca:
Pero
de pronto sonó
como una detonación. Como el estallido de un disparo que a todos sobresaltó. Pero de repente. . Macacha
brama: —¿Qué queremos? ¿Qué queremos? ¿Qué queremos?
Han
estallado de nuevo todos los gritos. Más terribles y altos que nunca. Retumban
las piedras contra la puerta y el techo. La grita se alza encendida como fuego.
d) su violencia: luego de la pedrada, que es el elemento desencadenante, la violencia se desata ya incontrolable
en el punto máximo de su intensidad, y esto se expresa con una acertada
comparación:
Pero de repente, como quien corta una arteria y salta la sangre, Macacha brama .
vuelven las
expresiones:
—¡Mueran los herejes! ¡Mueran!
y tras el ataque a la
casa:
Retumban las piedras contra la puerta y el techo.
la violencia culmina
con la lapidación de la niña:
Casi al alcanzarla le descarga sobre la cabeza la
piedra.Los que vienen detrás la apedrean.
4) Estatismo final
En el instante final el ritmo cae
bruscamente, pues la tensión ha cesado: los elementos que se conjugaron para crear el
ritmo vertiginoso que constituye la esencia misma del relato, se han reducido
a su mínima expresión: sabemos que la multitud está allí sólo por los pesados pedruscos que
siguen cayendo sobre la víctima; el movimiento anterior contrasta con la quietud inerte del
cuerpo de la niña; los gritos han cesado y el único elemento sonoro es el ruido
sordo de los pedruscos al caer; la violencia, se ha descargado por fin y esto se expresa a
través de la actitud floja, ausente, agotada, de Macacha:
ya tendida en
el suelo. Ya
quieta. Ya tan quieta como Macacha, que
mira floja,
ausente, agotada. Tan floja como el sonido de los pesados pedruscos sobre la
carne floja e inerte, blanca y manchada de sangre.
EL EJE
CENTRAL
El eje central en este caso es el miedo irracional al castigo divino, que se reitera constantemente
a lo largo del relato:
—¡Ay. comadre! Yo sabía que algo malo me tenía que
pasar. Yo, lo sabía. Pero a mi muchachito, comadre. ¡Eso nunca! Yo lo sabía.
Dios castiga
sin palo y sin piedra.
(Aquí la idea del castigo está expresada en términos generales.)
—Vamos a ver. Es Macacha, la del zanjón. Se le murió
el tripón. La
castigó Dios.
(Aquí ya se expresa como un hecho cierto y ocurrido.)
—'¿Pero de qué se le murió, Macacha, el muchacho?.
..
—¿De
qué va a ser, Nicanor? Castigo de Dios. Si
yo lo dejé bueno y sano por la mañana cuando salí a hacer la tarea.
—Castigo
de Dios, Macacha. Ave María —decía el hombre
descubriéndose.
(El castigo es ya algo definitivamente sentado y sobre lo cual
no se abrigan dudas.)
—¡Ay! No se les ocurra acercarse a esa casa. El castigo es seguro.
(Cada vez se
expresa con mayor énfasis la certeza del castigo.)
Dios nos debe castigar porque hemos dejado entrar al
diablo.
(Se da un
paso adelante y se buscan las causas del castigo.)
—A una mujer del pueblo Dios la castigó matándole a su muchachito.
(Se alude a
la naturaleza brutal del castigo.)
—Todo el que se haya acercado se ha condenado. Se
le morirán los hijos. Y su alma irá a dar a la última paila del infierno.
(Se observa el carácter terminante y definitivo de la
afirmación y la acumulación de monstruosos castigos.)
PERSONAJES
1) Macacha
Es la protagonista
porque a ella le sucede el hecho que desencadena la acción del relato (la
muerte del niño), pero es una más entre los integrantes del pueblo, de
los cuales no se diferencia en absoluto. No está individualizada ni
caracterizada psicológicamente. Es tan sólo el factor que con su historia
particular reiterada ante la puerta de cada rancho desata los sentimientos que
están en todos. El narrador nos la presenta en una
situación límite, el enfrentamiento con la repentina muerte de su hijo, y su
reacción frente a ésta es la desesperación que, unida a su ignorancia y a su superstición, la lleva a interpretar
equivocadamente los hechos (la muerte del niño, la
desaparición del real, la vela apagada son para ella señales de la vinculación
de los protestantes con el diablo y del castigo divino) y a buscar una represalia
absurda: matar a una niña inocente.
El estilo en que se
expresa Macacha es reiterativo, entrecortado, jadeante, lleno de exclamaciones e interrogaciones, pues expresa un estado
de ánimo convulso, agitado por la angustia y el dolor.
2) El pueblo
El pueblo es el gran
personaje del cuento. El autor pone un acento especial en mostrarnos a la
multitud como un ser solidario, unificado en sus sentimientos y reacciones:
Todas lloraban a impulsos
parejos.
. .
pero todos los
que la volvían a oír abrían grandes ojos de asombro, se persignaban y apretaban
las manos sudorosas. Toda la muchedumbre se movía con ella.
A fuerza de oír repetir, cada vez con nuevos
detalles, todos parecían irse unificando en un mismo sentimiento.
Sus mismas palabras iban reencendiéndose a pedazos en muchas bocas. Pero éste
es un aviso. A todos les puede pasar Era un tropel revuelto.
Ya todos llevaban palos, machetes, piedras. Iban como en un ruido de tropel de ganado.
A cada momento entre el abigarrado montón volaba una mano persignándose. Todos iban
sintiendo como prisa y como angustia El tropel adelantaba
cada vez con más prisa.
En tres oportunidades
el narrador reitera el sustantivo
"tropel" para designar a la masa y de esta manera expresa su furia
irracional, animal.
3) La niña
Es la víctima inocente e indefensa,
ajena a todo lo ocurrido. Es "la
extranjera", "la diferente"; su piel blanca,
descolorida, sus trenzas amarinas, su voz rara, su vestido, hasta su manera de
hablar y, sobre todo, su religión, la hacen el objeto propicio para descargar en
ella la furia ancestral de los prejuicios.
ESTILO
1) Diálogo
Los herejes presenta un excelente
ejemplo de diálogo narrativo bien utilizado, pues se intercala muy
oportunamente con la narración en tercera persona, es un factor muy importante en la
creación del ritmo y a través de él conocemos la vivencia que tiene
Macacha y el pueblo entero del hecho ocurrido, con toda su carga
subjetiva y emocional que deforma la realidad. También se expresa por medio
del particular lenguaje del diálogo el nivel cultural y social de los personajes.
2) Reiteraciones
Es el recurso más
utilizado en este cuento y a través de él se expresa que el propósito de los
personajes, destruir a los presuntos culpables, se va naciendo cada vez más
obsesivo e intenso. Se reiteran el relato y las expresiones de Macacha, las
exclamaciones del pueblo, las invocaciones a Dios, a la Virgen y á los santos
pidiendo ayuda, los gestos de la muchedumbre, la certeza del castigo divino.
En los momentos finales
del cuento, la pregunta de Macacha ante la niña: "¿Qué queremos?",
cinco veces repetida a medida que ejecuta rápidamente los gestos que
precipitarán el desenlace (agacharse, soltar el cadáver de su hijo, tomar la
piedra), expresa con gran elocuencia la intensidad emocional de ese momento.
3) El ritmo de la prosa es entrecortado, jadeante,
como corresponde a la
acción que se narra. Esto se logra con períodos oracionales breves, con frecuentes interrogaciones
retóricas y exclamaciones, y con el predominio de los verbos, utilizados en diversos tiempos, que configuran un estilo sumamente
dinámico.
4) La adjetivación no es muy abundante,
pero cuando el autor necesita un adjetivo sabe encontrar el que más conviene a
lo que desea expresar; por lo común emplea dos o tres para señalar matices
diversos o gradaciones, o pintar con pocas pinceladas el aspecto de una
persona:
indiecito
menudo, cabezón, verdoso de
muerte ancho mulato
vestido de ropa limpia, blanca, brillante las voces. . . agwdas y estallantes la masa
compacta, rumorosa
aquella casa tan extraña, tan cerca, tan sola amenazante, grande, como
llena de
un temor de muerte
breve y gran silencio
niña grande . .. alta, flaca, descolorida . . .
voz rara, ida, difícil
ya tendida en
el suelo ya quieta. Ya
tan quieta como
Macacha, que mira floja, ausente, agotada. Tan floja como
el sonido de los pesados pedruscos
sobre la carne floja e inerte, blanca y manchada de
sangre.
5) Comparaciones: es un recurso que
emplea con gran eficacia:
... la turba la seguía como un arroyo oscuro.
Tan rápidos como el murmullo y las oraciones eran los pasos.
Iban como en un ruido de tropel de
ganado.
—¡Hay que pegarle candela a esa casa como potrero apestado!
Amenazante, grande, como llena de un temor de
muerte.
De pronto sonó como una detonación. Como el estallido de un disparo que
a todos sobresaltó.
Pero de repente, como quien corta una arteria y salta la sangre, Macacha brama. ..
Como una marejada, la masa se precipita
deshecha.
Tan floja como el sonido de los pesados pedruscos sobre la
carne floja
6) Descripciones: la acción fluye
continuamente y las alusiones al medio son escasas y breves, pero hay dos
momentos en los que el autor se detiene en una concisa descripción, primero de
la casa y luego de una tormenta que se avecina:
Era
una casa blanca, de zócalo azul y puertas verdes, con techo gris de zinc.
Es la única nota de color en todo el relato, y ello contrasta con la
multitud caracterizada como un arroyo oscuro, en consonancia con sus sombríos
sentimientos.
La casa se destacaba nítida, impresionantemente sola
en medio del campo.
Su aislamiento le da un
carácter indefenso frente a la multitud enfurecida.
Anchas y abultadas nubes grises hacían fondo en el
cielo. Parecía como si fuera a llover. Un viento húmedo cortaba los cuerpos.
La tormenta inminente
tiene el significado de un presagio de lo que va a ocurrir más tarde y expresa
la tormenta que se agita en el interior de las almas de la multitud, al par que
aumenta el clima de sombría tensión.
La oportuna
intercalación de estas descripciones con respecto al ritmo del relato fue
analizada en el punto correspondiente.